Latinoamérica: ahora o nunca
Como demuestra el escenario internacional, el capitalismo es un sistema que se encuentra en una profunda crisis producto de la aguda concentración económica que alcanzó en su desarrollo, centralizado en unos pocos grupos económicos que controlan en forma oligopólica varias ramas productivas, superando así en grados de poder económico y político a los marcos estatales.
Como demuestra el escenario internacional, el capitalismo es un sistema que se encuentra en una profunda crisis producto de la aguda concentración económica que alcanzó en su desarrollo, centralizado en unos pocos grupos económicos que controlan en forma oligopólica varias ramas productivas, superando así en grados de poder económico y político a los marcos estatales.
Esto genera una contradicción flagrante entre la soberanía (entendida como el no reconocimiento de poder superior) territorial, política y económica que en teoría tienen los Estados; y la realidad del sistema capitalista en su fase monopólica, donde los grupos económicos pasan por alto toda norma, acuerdo o derecho existente haciendo primar el interés dominante del capitalismo: el del capital. Muestra de ello es la tensión existente entre los países amazónicos y la voluntad de ciertos actores que quieren hacer aplicar normas internacionales o incluso se pronuncian con la intención de internacionalizar la gestión amazónica.
Como contrapartida a estos atentados a la soberanía, durante los días 8 y 9 de agosto en la ciudad brasileña de Belém Do Pará, se llevó a cabo la IV Reunión de Presidentes de los Estados del Tratado de Cooperación Amazónica. El objetivo de esta cumbre fue el de conseguir un acuerdo a través del consenso de los países miembros para evitar llegar a un punto de no retorno en lo que respecta a los elevados y alarmantes niveles de destrucción del bioma. Pero, por otra parte, esta cumbre resulta más significativa en términos políticos frente al progresivo y constante aumento de las presiones de países extranjeros como mencionamos.
Esta situación quedó expuesta anteriormente en el año 2019, cuando en medio de unos incendios ocurridos en el Amazonas el presidente francés afirmó en un tuit que “se quema nuestra casa”, hablando como si fuese propio algo que es propiedad de otro estado. Tampoco faltó ocasión para que también el ex vicepresidente norteamericano, Al Gore, pronunciara textualmente: “El Amazonas es demasiado importante para ser tema exclusivo de los brasileños”. Estas situaciones terminaron en tensiones diplomáticas e inclusive insultos cruzados entre Jair Bolsonaro, presidente de Brasil en ese momento, y Emmanuel Macron, el mandatario francés. Sin embargo, es cierto que “es la casa de todos”: debido a los altos grados de contaminación generado por el norte industrializado, la única razón por la que el mundo no se encuentra en un deterioro ambiental mayor es porque nuestras emisiones de carbono son mucho menores que nuestro aporte al oxígeno del planeta. Al igual que con las riquezas, el consumo “ilimitado” de las potencias capitalistas se da gracias a la deuda y al saqueo generado a los países a los que ellos mismos llamaron “subdesarrollados”. Por este entendimiento común de distintos líderes regionales, y por la necesidad de protegerse ante un intento de internacionalización similar al que nos obligaron en el Tratado Antártico, estas cumbres comenzaron a tomar mayor periodicidad.
La cuarta cumbre de la Cooperación Amazónica se cerró con la firma de un documento basado en una propuesta brasileña, entre las que se destaca la medida para combatir el crimen dentro de la selva con la creación del Centro de Cooperación Policial Internacional en la Amazonía, la cual tendrá como responsabilidad la “coordinación en la cooperación logística de los Estados signatarios para ayudar a sus autoridades locales a proteger el bioma amazónico”.
Por otro parte no se llegó a acuerdos para detener la expansión de la frontera de petróleo y gas en la Amazonía, impulsada por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, pero que no se incluyó en el documento firmado. Venezuela y Brasil se posicionan a favor de la explotación. A ellos se le sumaron Surinam y Guyana, que albergan importantes reservas de petróleo y que no tienen intención de dejar de explorar ese recurso en el mediano y largo plazo. En consonancia con esto, Brasil hizo más hincapié en las oportunidades para el desarrollo sostenible, en un contexto en el que la Unión Europea y el Mercosur tienen tensiones en aumento. Principalmente porque el bloque europeo impuso algunas exigencias climáticas (si, justo ellos) para ratificar el acuerdo comercial entre ambas partes. Estas trabas se dan, centralmente, porque en medio de una aguda crisis política el gobierno de Francia debería perjudicar considerablemente su sector debido al ingreso sin impuestos de los productos brasileños a los mercados europeos que ahora domina. Es por esta razón que Lula sostiene que “se ocultan otros intereses, como la de los farmers franceses que no quieren competir con la producción del Mercosur”. De igual forma, las pretensiones del sector agrario francés no son los únicos que piden permiso en la mesa. Pero, por el otro lado, existen otros intereses directos que vinculan a empresas francesas y comprometen al gobierno de Macron en avanzar sobre esta situación. Algunos ejemplos de empresas que deforestan la selva amazónica son los bancos Credit Agricole y BNP Paribas, que es la institución financiera más rica de Francia y están vinculados en la deforestación. Esta vinculación llega al punto de que, a comienzos de año, la ONG brasileña Comissao Pastoral da Terra (CPT) y la francesa Notre Affaire À Tou presentaron una denuncia ante el Tribunal Judicial de París contra el banco francés BNP Paribas por haber prestado servicios financieros al gigante brasileño de la carne Marfrig, señalado por contribuir a la deforestación de la Amazonía y a la violación de derechos humanos allí.
Otras compañías como Guillemette & Cie y Groupe Rougier reciben regularmente toneladas de madera de la empresa brasileña Benevides Madeiras. Hasta el conglomerado multinacional francés Dreyfus, en asociación con Monsanto, tiene participaciones e intereses corriendo en la deforestación del Amazonas. Ante esto y observando las exigencias climáticas que pretenden desde la Unión Europea, maquilladas como cuestión ambiental pero que en realidad esconden un espurio interés, el mandatario afirmó dándole nuevamente marco a la situación:
“No podemos aceptar un neocolonialismo verde que, bajo el pretexto de proteger el medioambiente, impone barreras comerciales y medidas discriminatorias, y no considera marcos normativos y políticas nacionales”
A esta situación ambiental y económica se agrega la importancia geopolítica de los actores involucrados, y fueron los militares de Brasil quienes tomaron la voz. En un reporte redactado por la élite militar brasileña, publicado por la prensa local en 2020, cita a Francia como el único país que constituye una amenaza militar hasta 2040, debido a un hipotético conflicto alrededor del Amazonas. Este informe toma en cuenta que la Guayana Francesa (territorio que funciona jurídicamente como departamento de ultramar de Francia) es puerta de entrada al Amazonas, Francia movilizó este año cerca de 1.500 elementos, divididos entre los componentes terrestre, naval y aéreo de las cinco Fuerzas Armadas participantes. Por otro lado, la Guayana tiene una ubicación de baja latitud (5°3′ N), óptima para lanzamientos a órbitas ecuatoriales, razón por la cual se construyó el Centro Espacial Guayanés, base operativa muy importante para Europa. Acentuándose como uno de los líderes de la región, el presidente brasileño marca posición dentro de la disputa geopolítica que conlleva la situación amazónica y define sus grados de influencia en las participaciones celebradas también en el BRICS, donde fomenta la participación de los países del “sur global” (concretamente de los continentes de Asia, África y América Latina), con una clara visión de apuntar hacia la integración de los mercados asiáticos a la par de fomentar la desdolarización.
Una demostración de ello fue lo pronunciado en la cumbre realizada el 22 de agosto, donde Lula aseguró que conversó con su ministro de Economía, Fernando Haddad, sobre cómo Brasil puede desarrollar comercio con Argentina utilizando yuanes.
«Ahora mismo Haddad hablaba con Argentina y es posible que podamos ayudar a la Argentina teniendo como moneda de intercambio el yuan, hacer algo diferente, de la forma más serena, algo más maduro, mas pragmático.”
En la misma medida, Lula defendió la utilización de monedas locales y la creación de monedas comerciales para comerciar entre los BRICS y los países que no utilizan dólares. Esta será una de las propuestas brasileñas a la cumbre del grupo. Sus palabras textuales fueron:
«Es importante no depender de un único país que tiene el dólar e imprime billetes y nosotros somos obligados a quedarnos viviendo de esa moneda. Antes el valor de referencia era el oro y fue quitado sin discusión»
Solo los procesos políticos que se animan a cuestionar abiertamente el régimen de explotación colonial y neocolonial imperante de la mano del pueblo son aquellos que sobreviven. Y, en la región sudamericana, cada vez es mayor el número de los actores que deciden enfatizar sobre las perspectivas del nuevo orden en el mundo. Fue esta semana cuando el canciller de Bolivia, Rogelio Mayta, delineó la perspectiva de desarrollar junto a los BRICS un Nuevo Orden Mundial, basado en la cooperación estratégica entre regiones, uniendo por ejemplo a Latinoamérica con Oriente bajo un mismo plan multipolar:
«El desarrollo del mundo ha generado las condiciones para que tengamos hoy en día la posibilidad de construir un Nuevo Orden Mundial. Obviamente, este nuevo orden mundial va a implicar el desplazamiento de la hegemonía de algún país, así como la pérdida de capacidad de incidencia de algunas potencias, fundamentalmente europeas, en algunos territorios de otros continentes».
En la misma medida, analizando las contiendas electorales de la región, encontramos mas signos positivos a los procesos de integración popular. Luego del oprobioso intento de proscripción del Movimiento Político Semilla en Guatemala, el candidato Bernardo Arévalo fue electo presidente en con un 58,55% luego de varias décadas de gobiernos de derecha. El candidato triunfante es hijo del ex presidente Arévalo, socialista guatemalteco que tuvo que exiliarse del país luego de que su sucesor, Jacobo Arbenz, fuera destituido por un golpe militar pro yanqui. En la misma jornada se realizó la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Ecuador, donde -en medio de un clima de alta violencia política-, la candidata correísta Luisa Gonzales se posicionó como la candidata mas votada de cara al ballotage con el 33,17% de los votos.
Latinoamérica siendo parte de este mundo no está escindida de ese proceso mundial de crisis que mencionamos al comienzo del análisis. Ante esa crisis del capitalismo, como venimos observando en cada análisis de coyuntura, la respuesta de los capitales es empujar a más países y pueblos a grados mayores de explotación. En su propio frenesí de ganancia, empujan a sus aliados históricos a abandonarlos y a los pueblos oprimidos del mundo a pelear porque ya no tienen nada que perder. En ese marco, Latinoamérica es uno de principales territorios en disputa por sus riquezas naturales, que van desde hidrocarburos hasta tierras raras y grandes reservas de agua. Sin embargo, tenemos una historia, que dicta que el pueblo latinoamericano siempre ha sabido resistir esos embates para construir sus propios procesos autocentrados y populares. Los retrocesos obligados por las victorias imperialistas solo retrasan el resultado fatal: la construcción de una patria grande libre, justa y soberana.