Mientras la región sigue acomodándose, Chile discute su nueva carta magna con guiños a Pinochet

Mientras la región sigue acomodándose, Chile discute su nueva carta magna con guiños a Pinochet

Por:  Victoria Sosa

El país andino vuelve a la carga con una nueva Constitución, aunque con añoranzas al pinochetismo. Guatemala convoca a una movilización masiva para defender al presidente electo. Crece la debilidad de Estados Unidos y los países de la región avanzan en su emancipación.


Los debates internos en los diversos países de América Latina están estrechamente vinculados a los procesos que tienen lugar en el total de la región. En un mundo caracterizado por la desigualdad y la influencia imperialista, América Latina continúa siendo un epicentro de luchas de clases y resistencia contra políticas que benefician a las élites económicas.

Por ejemplo, en Chile se avecina un importante segundo referéndum sobre una nueva Constitución, que reemplazaría a la vigente desde la dictadura de Pinochet. Esta propuesta está siendo redactada por el Consejo Constitucional con una mayoría de tendencia derechista. En esta línea, el Partido Republicano y la coalición conservadora «Chile Vamos» buscan imponer reformas que permitan flexibilizar los acuerdos laborales y recortar derechos, tales como la negociación colectiva, el derecho a huelga y la libertad sindical. A su vez, esta nueva propuesta incluye, entre otras cuestiones: 

  • La exención tributaria de la primera vivienda, beneficiando a aquellos con mayores ingresos. 
  • La posibilidad de la objeción de conciencia de las instituciones.
  • La ausencia de la paridad de los escaños reservados para los pueblos indígenas.
Con fuerte apoyo por los sectores conservadores, Chile se encamina hacia un nuevo referéndum | Créditos: AFP

Este proyecto constitucional que supone ser nuevo, no es más que regresivo y anacrónico, dado que permite poner en tela de juicio la interrupción voluntaria del embarazo incluso en caso de violación, inviabilidad fetal y peligro para la vida de la madre. Dentro de los opositores, Fanny Pollarolo, militante del Partido Socialista y ex diputada nacional por el mismo partido, asegura que:

“Hoy día lo que se está imponiendo aquí es una Constitución peor que la de Pinochet”.

El pueblo chileno también formó su opinión e hizo saber a través de movilizaciones en las calles, impulsadas por la Central Unitaria de Trabajadores, a la que asistieron organizaciones estudiantiles, políticas y sociales, además de ciudadanos de a pie que sufrieron por décadas las consecuencias de la última dictadura militar.

Fanny Pollarolo, ex diputada socialista e histórica representante de la izquierda chilena desde los años 80 | Créditos: Mujeres Bacanas

El sometimiento, la explotación, y la falsa libertad tienen límites. Una región con historia de lucha sabe defender sus valores. Es por ello que la tradición del pueblo es hacerse presente cuando se ponen en cuestionamiento los principios básicos, como pueden ser la democracia misma.

En Guatemala, distintas agrupaciones, en su mayoría indígenas y campesinas, empezaron junto a miles de personas un paro nacional con corte de rutas en demanda de la renuncia de la fiscal general Consuelo Porras, a quien acusan de fraguar un golpe de Estado para impedir que asuma el presidente electo, Bernardo Arévalo.

Los cortes de rutas se mantienen en 17 rutas importantes a nivel nacional que forman parte de la frontera con México, El Salvador y Honduras. Ante el levantamiento, la respuesta es simple: violencia. El Ministerio del Interior instruyó a la Policía Nacional Civil, la cual responde al gobierno de Alejandro Giammattei, a utilizar la fuerza para disolver los cortes de ruta. No obstante, los bloqueos y el paro nacional siguen vigentes y no parecen estar prontos a cesar, incluso bajo la represión que se ha llevado a cabo. 

Guatemala lleva semanas de movilizaciones populares en defensa del presidente electo | Créditos: David Toro/EFE

Sin embargo, las disputas en América Latina y en el sur global no se dan solo dentro de los mismos países. También intentan poner en jaque la dominación imperialista que está cada vez más flaqueante y que, muchas veces, se encuentra enmascarada dentro de nuestras naciones en los partidos políticos de derecha.

Ante esto, la unidad estratégica de las naciones relegadas es indispensable y se encuentra en marcha. Tras el memorándum de entendimiento firmado en abril entre Brasil y China se llevó a cabo la primera liquidación de una exportación de celulosa desde Brasil que fue financiada en renminbi y convertida en reales por el Banco China Brasil. 

La inexorable tendencia de decadencia de la hegemonía del dólar y de las relaciones capitalistas que expresa, tiene su contrapartida en el acelerado proceso de reemplazo por nuevas relaciones, basadas en la planificación de la economía y la producción orientada a la resolución de los problemas de las mayorías. De igual modo, no se debe olvidar que Estados Unidos siempre buscará dar su manotazo de ahogado, tal como estamos pudiendo ver en su participación en los diversos conflictos bélicos que se están llevando a cabo en el Medio Oriente y Europa.

La militarización es su herramienta histórica, porque además de invadir territorios les permite obtener réditos económicos. Aún bajo esta premisa, el gobierno peruano aprobó que desde el 20 hasta el 27 de octubre ingrese personal militar estadounidense con armas de guerra. Estas operaciones serán costeadas por la Marina de Guerra de Perú. En tal sentido, elementos de la Marina de Estados Unidos tendrán acceso a participar en el Ejercicio Multinacional “Silent Force Exercise” que se llevará a cabo en el puerto del Callao, en la capital Lima. Según este mismo Congreso, esta acción: 

“…no afectará la soberanía, ni la integridad territorial, ni involucrará la instalación de bases militares extranjeras en suelo peruano”. Sin embargo, está claro cómo los EEUU han establecido históricamente bases en la región, disfrazándolas de “operaciones conjuntas” o de “operativos de seguridad”

La creciente actividad de sectores reaccionarios, tanto a nivel local como internacional, refleja un temor al descontento generalizado y a la pérdida de dominación y estabilidad que han disfrutado diversos grupos vinculados a la burguesía transnacional. Ante esta fragilidad, es necesario ampliar la unidad entre los pueblos oprimidos de todo el mundo y desarrollar estrategias y modelos propios, en los que la desigualdad no sea un elemento fundamental para la reproducción del sistema.


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