Con urgencia, las potencias reconfiguran sus alianzas comerciales

Con urgencia, las potencias reconfiguran sus alianzas comerciales

Por:  Matías Cardozo

Los movimientos internacionales de China despiertan las alarmas, para bien o mal, en la Unión Europea e inquietan a los Estados Unidos. Alemania ante una disyuntiva histórica. El litio argentino, como siempre, acechado por todos.


China con su “Collar de perlas” y la “Nueva Ruta de la Seda”, acrecentó inexorablemente sus zonas de influencia a través de la incorporación de países a sus rutas comerciales, llegando a que India en alianza con Estados Unidos tuviera que buscar alternativas a las rutas comerciales convencionales para buscar competir. 

Los resultados de ese nuevo trayecto comercial se volvieron precarios a la hora de analizar los costes que implica su funcionamiento. A ese contexto se le suma que además China relanzó su alianza geoestratégica con Rusia en la puesta en funcionamiento de la Ruta Marítima del Norte. 

Este avance por parte del estado chino puede analizarse principalmente en dos situaciones. El primero es un notable avance en materia económica, siendo visibles los resultados en los distintos indicadores económicos, ya sean medidos en la micro o en la macro que dan como resultado final una hegemonía en ascenso. Por otro lado, podemos observar las distintas medidas tomadas por el “otro bando”, que dejan por evidenciado que el enfrentamiento no solamente es real, sino que, a diferencia de lo acontecido en el siglo XX, estamos frente a una disputa que pareciera medir a dos rivales con poderíos similares.

La gente caminando cerca del Gran Salón del Pueblo, durante la reunión conocida como las Dos Sesiones, la cual incluye a la Asamblea Popular Nacional y la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, las instancias institucionales más importantes del gobierno chino
| Créditos: Visual China Group/Getty Images

Si bien esta última mención fue una referencia a la disputa entre la Unión Soviética y Estados Unidos, en este mundo contemporáneo que caracterizamos como multipolar, a razón de que si bien hay un eje dominante histórico que viene en descenso (Estados Unidos) y otro eje dominante que viene en ascenso (China), también hay actores regionales que por diversos motivos toman voz en la contienda internacional, debido a que tienen una proyección más que importante en términos económicos, tecnológicos, militares y nucleares. Algunos ejemplos claros son India en Asia meridional, Rusia en Eurasia y, en una proyección un poco menor, Brasil en Latinoamérica. Esta mención se completaría citando a Alemania con su extensión camuflada de alianza: la Unión Europea (UE). 

La UE si bien es tomada como una asociación económica y política formada por 27 países de Europa, Alemania es su epicentro económico y político, por lo que es la que verdaderamente dispone de su peso, ya que es quien domina en la producción. 

En ese sentido, este país es otro de los que marca escena en el panorama internacional. Pero la situación alemana, puntualmente con la Unión Europea, se vuelve más complicada: sin el gas ruso barato, la productividad alemana sufre y las empresas buscan menos costes energéticos y salariales en otros países. 

Por quinto año consecutivo, la inversión extranjera cayó llegando a alcanzar su nivel más bajo desde 2013. Así lo presentó un informe publicado por la firma de auditoría y consultoría EY. A este mismo, se le suma un estudio realizado por el Instituto de Economía Alemana (IW) el cual verificó que, en 2022, se invirtieron €120.000 millones menos de los que salieron del país para recalar en empresas de otros mercados. 

El informe señala que el 60% del capital alemán se dirigió hacia la zona euro y, alrededor del 10%, hacia otros países de la UE. Mientras tanto Asia y América recibieron cada una el 14% del dinero de las empresas alemanas. La caída de la industria llevó al país a la recesión, dejando al “Made in Germany” en su peor momento en mucho tiempo. 

La caída industrial alemana llevó al país a la recesión más dura en muchos años desde la caída del Muro | Créditos: Michael Probst/AP Photo

Recordemos que Alemania tuvo que soportar silenciosamente la destrucción del gasoducto Nord Stream por parte de los Estados Unidos (que generó que tengan que pagar hasta seis veces más caro a los proveedores yanquis). Estos resultados no son solamente producto del aumento en los costes de producción, sino que es un síntoma de la crisis actual del capitalismo, la cual tiene una base material concreta: la concentración del capital

Para seguir reproduciéndose, cada vez menos capitales concentran mayores riquezas. En este movimiento, en la estructura económica, es de donde parten los conflictos entre los Estados, llevando a tener que liquidar a sus aliados históricos, siendo ésta la situación actual que observamos en Alemania. 

Esta semana, las declaraciones por parte de la política alemana Sahra Wagenknecht volvieron a poner voz sobre la actual situación alemana, ya que estuvieron en sintonía con el proceso que venimos analizando: 

«Ningún otro Gobierno aplica sanciones anti-rusas de forma tan autodestructiva como el nuestro. Deberíamos volver a recibir suministros energéticos rusos a través de gasoductos, no de costosas circunvalaciones desde la India y Bélgica, por ejemplo”.

El costo de continuar atado a las apetencias norteamericanas lleva a que el peso de esta decisión quede a cuesta de la industria alemana y su pueblo. Y esta desorientación económica no hace mas que dar guión a la interna política que acontece en el país. 

La alianza alemana, formada por los socialdemócratas, los verdes y los liberales, ya pusieron en evidencia sus claras divisiones. Robert Habeck, el ministro Federal de Economía, busca congelar hasta 2030 los precios de la electricidad para las industrias que más la consumen subvencionando sus gastos, en una cifra estimada en unos €20.000 millones. 

Sin embargo el ministro de Finanzas, Christian Lindner, perteneciente a la fracción liberal, respondió:

«Es impensable intervenir directamente en el mercado distribuyendo subvenciones.» 

Naturalmente como todo liberal, Lindner aboga por bajar impuestos a las empresas, impulsando así, a través de la competitividad, el aumento de la productividad, posición compartida por el Canciller federal de la república alemana, Olaf Scholz. Así es como puede observarse, en términos económicos y políticos, como el país bávaro se encuentra en una compleja situación

Por otra parte, a través de los movimientos de la Unión Europea, podemos observar la proyección geoestratégica que depara a Alemania en materia internacional: la estrategia Global Gateway. Esta prevé invertir €300.000 millones de aquí a 2027, para financiar infraestructuras sostenibles y de calidad, en el marco de impulsar la transición digital, energética y ecológica en los países en desarrollo. 

Alemania, siendo el epicentro de la Unión Europea, deberá reconfigurar su estrategia geopolítica para subsistir | Créditos: Luigi Rosca

Este es el maquillaje con el cual la UE titula conforme a sus valores y normas, para seguir siendo “el faro moral de la humanidad”. No obstante, es la respuesta que tomaron desde el 2021 para dar freno al avance chino, y así revertir esta situación que hasta el momento le es desfavorable. Sin embargo, el contexto de la UE configura de la siguiente forma: 

Cada vez son mayores los niveles en los cuales la UE pierde autonomía política y económica. El proceso de sanciones a Rusia, como mencionamos anteriormente, disparó fuertemente los costos generando lo que en un comienzo era una ventaja, aunque ya no lo sea. Para volver a acercarse a niveles de competitividad suficientes como para no acatar las directrices esbozadas desde Washington, pero tampoco terminar de ser absorbidos por China, necesita achicar costos y desarrollar estas nuevas tecnologías para dar avance. 

El problema de todo esto radica en la fuerte dependencia que posee la UE con todas las materias primas referidas a este proceso, principalmente con el litio. Solo por citar un ejemplo y puntualizando en este mineral, que es el más importante dentro de la transición energética, Europa sólo tiene una mina de litio en Portugal. Todo el resto de sus consumos en litio lo cubren actualmente con importaciones, siendo alrededor del 87% del litio no refinado que obtiene la UE sea de Australia.

Frente a esto, cobrar autonomía y generar autoabastecimiento se convierte en la verdadera estrategia aún mas, observando que las rutas comerciales entre UE y Australia están siendo copadas por China. Analizando esta coyuntura es que América Latina y el Caribe se presenta como un aliado natural frente a un escenario con tanta discordia. Por eso en julio de este año afirmaron que de esos U$D300.000 millones, alrededor de U$D45.000 millones sean dirigidos hacia la región que acabamos de mencionar, estrategia que confirmada el miércoles 25 y jueves 26 de octubre, durante el Foro Global Gateway, un encuentro organizado por la Unión Europea que reunió en Bruselas a más de 40 representantes gubernamentales de todo el mundo, donde entre otras cosas ratificaron los siguiente puntos: 

  • La creación de alianzas estratégicas que hagan posible una transición energética hacia fuentes de energía verdes.
  • Desarrollar cadenas de suministro seguras que puedan asegurar la libre disponibilidad de materias primas críticas claves para este proceso que mencionamos.
  • La creación de un club de materias primas destacando el litio en Argentina y Chile, además del Amazonas en Brasil, para la electrificación del transporte en Costa Rica y la mejora de la red eléctrica en Paraguay, entre otros convenios.
Agujereada y a media asta ondeó esta bandera de la UE en Knutsford Cheshire, en Reino Unido, tras el Brexit en 2016 | Créditos: Getty Images

Las pretensiones de la Unión Europea para poder hacer frente a su pérdida de hegemonía quedan claras. Latinoamérica vuelve a tomar protagonismo una vez más por la riqueza de sus recursos, mientras que el Global Gateway busca ser la contrapartida a la nueva Ruta de la Seda, que tiene como primer movimiento el intento de alianza UE-Mercosur, un colonialismo actualizado a las modas morales del siglo XXI por parte de los europeos o, como muy bien había titulado el presidente de Brasil Lula da Silva hace unos meses

“No podemos aceptar un neocolonialismo verde que, bajo el pretexto de proteger el medioambiente, impone barreras comerciales y medidas discriminatorias, y no considera marcos normativos y políticas nacionales”. 

La realidad supera a la idea, a los discursos armados y a las buenas intenciones. Ellos podrán seguir siendo la cumbre moral del mundo, tratando de determinar lo bueno y lo malo pero su voracidad imperialista desde 1492. Pero a la actualidad sólo cambiaron en forma, porque el saqueo sigue siendo el mismo


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