Palestina libre, el grito que aturde a Israel
Por: David Pizarro Romero
La imagen de Israel se deteriora cada día más. El desprecio israelí hacia Palestina pierde popularidad y sólo consigue repudio internacional.
Cientos de millones de personas en todo el mundo se sintieron profundamente conmovidas por la atrocidad de la guerra israelí contra Palestina. Millones asistieron a marchas y protestas, muchos de ellos participando en tales manifestaciones por primera vez en su vida. Las redes sociales, en casi todos los idiomas del mundo, están saturadas de memes y posts sobre aquella terrible acción.
Algunos se centran en el ataque israelí a los niños palestinos, otros en el ataque ilegal a las infraestructuras sanitarias de Gaza y otros señalan la aniquilación de al menos cuatrocientas familias enteras que habitaban en la ciudad condenada. La realidad es que el foco de atención no parece disminuir. Pasaron las fiestas de diciembre, pero la intensidad de las protestas y los mensajes se mantuvieron constantes.
Ningún intento de las empresas de redes sociales de volver el algoritmo contra los palestinos tuvo éxito. Ningún intento de prohibir las protestas -incluso la exhibición de la bandera palestina- funcionó. Las acusaciones de antisemitismo cayeron en saco roto y las peticiones de condena de Hamás fueron desestimadas. Este es un nuevo estado de ánimo, un nuevo tipo de actitud hacia la lucha palestina.
Desde que la lucha palestina comenzó hace 75 años, nunca se había prestado tanta atención a la causa de los palestinos y a la brutalidad israelí. Los recursos israelíes puestos a disposición del conflicto son enormes.
Israel lanzó ocho campañas de bombardeos sobre Gaza desde 2006, pero más aún, Israel construyó toda una estructura ilegal (un sistema de apartheid) contra los palestinos en Jerusalén Este y en Cisjordania (un muro para separar a los pueblos, asentamientos ilegales, checkpoints, detenciones arbitrarias, cárcel a menores de edad, detenciones sin juicio y sin límite en el tiempo). Cuando los palestinos intentaron resistir -ya sea mediante la acción cívica o la lucha armada, o una combinación de ambas- se tuvieron que enfrentar a la inmensa violencia del ejército israelí.
Y desde que existen las redes sociales han circulado imágenes de Palestina, incluido el uso de fósforo blanco contra civiles en Gaza y la detención y asesinato de niños palestinos en todo el Territorio Palestino Ocupado. Pero ninguno de los actos de violencia anteriores evocó el tipo de respuesta de todo el mundo como esta violencia que comenzó en octubre de 2023.
Genocidio
La violencia armada israelí contra Gaza desde octubre de 2023 tuvo una forma cualitativamente diferente a cualquier violencia anterior. El bombardeo de Gaza es totalmente despiadado, indiscriminado y es similar, e incluso quizás supera al bombardeo indiscriminado al que Estados Unidos sometió a la población de Vietnam del Norte en los años 70’ bajo la presidencia de Nixon.
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Por: David Pizarro Romero
La imagen de Israel se deteriora cada día más. El desprecio israelí hacia Palestina pierde popularidad y sólo consigue repudio internacional.
Cientos de millones de personas en todo el mundo se sintieron profundamente conmovidas por la atrocidad de la guerra israelí contra Palestina. Millones asistieron a marchas y protestas, muchos de ellos participando en tales manifestaciones por primera vez en su vida. Las redes sociales, en casi todos los idiomas del mundo, están saturadas de memes y posts sobre aquella terrible acción.
Algunos se centran en el ataque israelí a los niños palestinos, otros en el ataque ilegal a las infraestructuras sanitarias de Gaza y otros señalan la aniquilación de al menos cuatrocientas familias enteras que habitaban en la ciudad condenada. La realidad es que el foco de atención no parece disminuir. Pasaron las fiestas de diciembre, pero la intensidad de las protestas y los mensajes se mantuvieron constantes.
Ningún intento de las empresas de redes sociales de volver el algoritmo contra los palestinos tuvo éxito. Ningún intento de prohibir las protestas -incluso la exhibición de la bandera palestina- funcionó. Las acusaciones de antisemitismo cayeron en saco roto y las peticiones de condena de Hamás fueron desestimadas. Este es un nuevo estado de ánimo, un nuevo tipo de actitud hacia la lucha palestina.
Desde que la lucha palestina comenzó hace 75 años, nunca se había prestado tanta atención a la causa de los palestinos y a la brutalidad israelí. Los recursos israelíes puestos a disposición del conflicto son enormes.
Israel lanzó ocho campañas de bombardeos sobre Gaza desde 2006, pero más aún, Israel construyó toda una estructura ilegal (un sistema de apartheid) contra los palestinos en Jerusalén Este y en Cisjordania (un muro para separar a los pueblos, asentamientos ilegales, checkpoints, detenciones arbitrarias, cárcel a menores de edad, detenciones sin juicio y sin límite en el tiempo). Cuando los palestinos intentaron resistir -ya sea mediante la acción cívica o la lucha armada, o una combinación de ambas- se tuvieron que enfrentar a la inmensa violencia del ejército israelí.
Y desde que existen las redes sociales han circulado imágenes de Palestina, incluido el uso de fósforo blanco contra civiles en Gaza y la detención y asesinato de niños palestinos en todo el Territorio Palestino Ocupado. Pero ninguno de los actos de violencia anteriores evocó el tipo de respuesta de todo el mundo como esta violencia que comenzó en octubre de 2023.
Genocidio
La violencia armada israelí contra Gaza desde octubre de 2023 tuvo una forma cualitativamente diferente a cualquier violencia anterior. El bombardeo de Gaza es totalmente despiadado, indiscriminado y es similar, e incluso quizás supera al bombardeo indiscriminado al que Estados Unidos sometió a la población de Vietnam del Norte en los años 70’ bajo la presidencia de Nixon.
La aviación israelí bombardea zonas residenciales sin preocuparse por la vida de los civiles. No hay objetivos militares a la vista ni escondidos. Día tras día se destruyen escuelas, hospitales, instalaciones civiles del gobierno, universidades, casas, edificios residenciales, etc. El número de muertos aumenta a un ritmo nunca visto.
Y esto ya no es un error, porque pareciera que el fin es precisamente desaparecer Gaza de la faz de la tierra y con ella a sus habitantes. Además, cuando las fuerzas terrestres israelíes entraron en Gaza, llevaron a cabo un desalojo masivo ilegal de los civiles palestinos de sus hogares y los empujaron cada vez más al sur, hacia la frontera con Egipto.
Los israelíes violaron sus propias promesas de «zonas seguras», golpeando áreas más densamente pobladas que antes debido al desplazamiento interno.
Y sucede que ya muchas veces el ejército israelí obligó a los palestinos a desplazarse a determinadas áreas, bajo amenaza de bombardeo solo para bombardear implacablemente dicha área, causando aún más muertos debido a la sobrepoblación de la misma.
Fue esta escala de violencia la que provocó el uso temprano del término «genocidio» para describir lo que estaba ocurriendo en Gaza. A principios de enero, más del 1% de toda la población palestina de Gaza había muerto, mientras que más del 95% había sido desplazada. El tipo de violencia empleada aquí no se había visto en ninguna guerra contemporánea, ni siquiera en Irak (donde Estados Unidos hizo caso omiso de la mayoría de las leyes de guerra) ni en Ucrania (donde el número de víctimas civiles es mucho menor a pesar de que la guerra dura ya dos años).
El impulso de las protestas masivas empujó al gobierno de Sudáfrica a presentar una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) contra Israel por el delito de genocidio. Ambos países son partes en la Convención contra el Genocidio de 1948, y la CIJ es la instancia de resolución de litigios. La demanda del gobierno sudafricano, de 84 páginas, documenta muchas de las atrocidades perpetradas por Israel y también, lo que es crucial, las palabras de altos cargos israelíes.
Nueve páginas de este texto (pp. 59 a 67) enumeran a los funcionarios israelíes en sus propias palabras, muchos de ellos pidiendo una «Segunda Nakba» o una «Nakba de Gaza», un uso del término «Nakba» o Catástrofe, que hace referencia a la Nakba de 1948 de los palestinos de sus hogares que condujo a la creación del Estado de Israel. Estas palabras son escalofriantes y han circulado ampliamente desde octubre.
El lenguaje racista sobre «monstruos», «animales» y la «jungla» da forma a los discursos y declaraciones de estos funcionarios del gobierno israelí.
Sin ir más lejos, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, declaró el 9 de octubre que sus fuerzas están «imponiendo un asedio total a Gaza. No hay electricidad, ni alimentos, ni agua, ni combustible. Todo está cerrado. Estamos luchando contra ‘animales-humanos’ y actuamos en consecuencia».
Otro ministro israelí abogó por lanzar una bomba atómica en Gaza, y todo esto con un cierre de filas de la población israelí (si bien no en su totalidad, una gran mayoría) que apoya sin vacilaciones las masacres que comete su ejército, festejando la muerte de infantes palestinos bajo las bombas o burlándose de las madres palestinas y su falta de agua, comida y vivienda en las redes sociales.
Este sinfín de declaraciones de funcionarios israelíes, junto con el carácter de los ataques militares de las IDF, es suficiente como punto de referencia para la acusación de genocidio. En la presentación ante la CIJ, Israel fue incapaz de responder de forma creíble a la denuncia sudafricana.
Es una combinación de las imágenes de Gaza y las palabras de estos altos funcionarios israelíes -respaldados plenamente por el gobierno de Estados Unidos y muchos de los gobiernos de Estados europeos- lo que provocó la ira y la desolación sostenidas que han impulsado estas protestas masivas.
Legitimidad
En el transcurso de los dos últimos años -desde el inicio de la guerra en Ucrania hasta ahora- se produjo un rápido declive de la legitimidad de Occidente, especialmente de los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), encabezados por Estados Unidos. Estas guerras no son la causa de esta caída de la legitimidad, pero sí aceleraron el proceso, especialmente a los ojos de los países que integran el Sur Global.
Desde el inicio de la gran crisis económica en 2007-2008, el Norte Global perdió lentamente su control sobre la economía mundial, sobre la tecnología y la ciencia y sobre las materias primas. Los multimillonarios del Norte Global profundizaron su «huelga de impuestos» y retiraron una gran parte de la riqueza social a paraísos fiscales y a inversiones financieras improductivas. Esto dejó a los gobiernos de dichos países con pocos instrumentos para mantener el poder económico, incluso realizando inversiones en el Sur Global. Ese papel fue asumido lentamente por China, que ha estado reciclando los beneficios globales en proyectos de infraestructuras en todo el mundo.
En lugar de oponerse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda de China, por ejemplo, mediante su propio proyecto comercial y económico, el Norte Global trató de militarizar su respuesta con un gasto masivo (tres cuartas partes del gasto militar mundial corresponde a los estados de la OTAN). Y han utilizado Ucrania y Taiwán como excusas para provocar conflictos militares entre Rusia y China con el fin de «debilitarlas» en lugar de hacer frente al creciente poder energético ruso y al poder industrial y tecnológico chino a través del comercio y el desarrollo.
La mayoría de la población mundial tiene claro que es el Norte Global el que ha fracasado a la hora de abordar las crisis del mundo, ya sea la crisis climática o las consecuencias de la crisis económica de 2007-2008. Ha intentado sustituir la realidad por un lenguaje eufemístico, utilizando términos como «promoción de la democracia», «desarrollo sostenible», «pausa humanitaria» y -por parte de ministros de Asuntos Exteriores del Reino Unido y de Alemania, Lord David Cameron y Annalena Baerbock, respectivamente- la ridícula frase de «alto el fuego sostenible».
Las palabras vacías no sustituyen a las acciones reales. Hablar de un «alto el fuego sostenible» mientras se arma a Israel o hablar de «promoción de la democracia» mientras se respalda a gobiernos antidemocráticos define ahora la hipocresía de la clase política del Norte Global.
Los israelíes dicen que continuarán esta guerra genocida el tiempo que haga falta. Pero cada día que pasa de esta guerra, la legitimidad de Israel se deteriora.
Hace poco un estudio alarmó a los israelíes (aunque no tanto como para gestionar un alto al fuego) sobre un aumento exponencial del antisemitismo. Pero detrás de esa violencia está el fin mucho más profundo de la legitimidad del proyecto de la OTAN (con Estados Unidos a la cabeza), cuyas excusas y palabras vanas y engañosas se ven ante el mundo con un tono cada vez más brillante, escritas con el rojo vivo de la sangre de los palestinos (y ahora yemeníes y libaneses) en un pizarrón cada vez más ensangrentado.
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