
Miren y aprendan
Por: Francisco Kovacic Gonzalez
Contra todos los pronósticos de la región, Claudia Sheimbaum logra suceder y asumir el liderazgo que AMLO dejará al abandonar su cargo como Presidente de México. Qué lecciones quedan de este resultado.
Por primera vez en bastante tiempo, las encuestas más atrevidas tuvieron razón. Claudia Sheinbaum logró una victoria mucho mayor de lo anticipado en las elecciones presidenciales mexicanas. La candidata del oficialismo obtuvo un contundente 59,3% de los votos, superando por un enorme margen a su principal rival, Xóchitl Gálvez, por casi 32 puntos. Ganó en todos los estados del país, excepto en Aguascalientes, una región de clase media en el centro-norte de México.
En la estructura interna de la coalición que conduce, sus compañeros del Morena conquistaron siete de nueve gobiernos estatales, incluyendo la Ciudad de México y Yucatán, históricos bastiones del Partido Acción Nacional (PAN), la herramienta electoral de la derecha liberal.
Además, los partidos que la respaldaron también lograron una mayoría constitucional virtual en ambas cámaras del Congreso, aunque los números finales todavía quedan por ser ratificados.
Sin embargo, por detrás de la fiesta del triunfo hay otro fantasma que atormenta como desafío de representación: la baja participación. Ahí hay un punto de reserva frente a este triunfo. De acuerdo a lo que se sabe, poco más del 60% de los votantes registrados participaron, lo que es un porcentaje mayor respecto a los niveles de 2015, 2018 y 2021, implica un salto a dar, para los próximos años, el del crecimiento de la representación.
Representación atípica para las survey houses
Los índices de participación, si hacemos una radiografía del electorado, demuestran que los votos no son por clase social, sino por calidad de gestión. La oposición había anticipado que una alta participación les iba a favorecer, pero no fue así. La participación en la capital fue casi 10 puntos porcentuales más alta que el promedio nacional, pero el candidato opositor de la oposición nacional a jefe de Gobierno perdió por 12 puntos.
Por ahora, los resultados preliminares muestran que Sheinbaum tuvo un desempeño superior en los estados más pobres del país -como Chiapas, Oaxaca y Guerrero-, donde superó a Gálvez por márgenes importantes. En contraste, en estados más ricos como Chihuahua, Nuevo León y Querétaro, obtuvo un margen de victoria menor que el promedio nacional. Pero triunfal al fin.
Si queremos encontrarle una explicación rápida, podemos hallar una respuesta concreta: este resultado podrá parecer contradictorio, pero es en realidad un referéndum sobre el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Aunque su administración tuvo numerosos fracasos, Sheinbaum logró captar un apoyo similar a los niveles de aprobación de AMLO, algo que predecesores como Zedillo, Fox y Calderón no llegaron a transferir a sus candidatos.
Tejidos militantes
Algunas estrategias usadas por el presidente saliente fueron su intervención en el proceso electoral, utilizando sus conferencias “mañaneras” para apoyar a Sheinbaum y atacar a Gálvez. Además, cerca de 20.000 funcionarios del gobierno recorrieron el país promoviendo los programas sociales del gobierno, creando la percepción de que si la oposición ganaba, estos apoyos desaparecerían.
Pero fundamentalmente, el interés del pueblo mexicano por Sheimbaum llega por su discurso y la política del gobierno a favor del combate contra la violencia protagonizada por los cárteles de la droga; la mejora de la economía que sufre déficit fiscal y baja inversión directa extranjera; la necesidad de resolver la crisis causada por la migración indocumentada y la decisión política de renovar los vínculos bilaterales con Estados Unidos. Todos éstos, además, necesidades concretas del pueblo de México.
En otras palabras, lo que asegura el triunfo de Sheimbaum es su representación genuina de los intereses populares del pueblo mexicano.
A esto hay que agregar dos puntos que Sheinbaum logró, las cuales son de su más puro mérito: se asoció estrechamente con AMLO y proyectó una imagen de seriedad y disciplina, inspirando confianza incluso en la prensa internacional.
Valor de la gestión y desorganización de la oposición
Los programas sociales del gobierno fueron un factor determinante. En una encuesta previa a las elecciones, por ejemplo, el 64% de los beneficiarios de estos programas declaró su intención de votar por Sheinbaum.
Por otro lado, la oposición enfrentó varios problemas. Gálvez, respaldada por tres partidos y un movimiento ciudadano, no logró cohesionar su base. Además, la sombra de la corrupción e incompetencia de gobiernos anteriores del PAN y PRI la persiguió durante toda la campaña.
Además de esta debilidad estructural, Gálvez cometió errores significativos, como no responder eficazmente a los ataques de AMLO y rodearse de un equipo de campaña inexperto y con poca eficacia.
El futuro para Sheimbaum y la democracia mexicana
Sin buscar hacer paralelismos con la Argentina, el aplastante triunfo de Sheinbaum plantea varios interrogantes, pero fundamentalmente dos: cómo será y sabrá sostener su relación con AMLO, además de ser aún una incógnita su capacidad de gobernar de forma independiente.
Su victoria puede ser vista como una ampliación del apoyo a Morena, pero también puede implicar un estrechamiento de su margen de negociación al no necesitar acuerdos con la oposición. Esto representa tanto una virtud como una amenaza para la democracia mexicana.
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