Mayo: neumonía
Por: Facundo Cabral
Comencé Mayo con una neumonía provocada por algún tipo de Covid que aún habita entre nosotros. He tomado conciencia sobre el milagro de respirar con normalidad.
Hay una moda entre los jóvenes que se llama sadfishing y consiste en exteriorizar experiencias o situaciones tristes para conseguir mayor atención y cantidad de likes.
“Escribo: un tumor me pudre la lengua. Y el tumor que me la pudre me asesina con la perversa lentitud de un verdugo en pesadilla”.
Así comienza La Revolución es un Sueño Eterno, de Andres Rivera, una novela histórica donde Castelli recorre sus memorias y padecimientos de cuerpo y alma. El orador de la revolución se considera un hombre derrotado como todo aquel que se adelanta a su tiempo y se pregunta: ¿qué revolución compensará las penas de los hombres?
Escribo: comencé Mayo con una neumonía provocada por algún tipo de Covid que aún habita entre nosotros. He tomado conciencia sobre el milagro de respirar con normalidad, he observado con atención los movimientos en la guardia del hospital público, la sangre, las urgencias, las agujas, el personal de limpieza, los residentes, las manos expertas de la enfermera y mi piel resistiendo en vano el pinchazo de la aguja.
Cuento esta intimidad no solo para agradecer la atención y la vocación de servicio del personal de salud, sino para dejar en claro que sé reconocer los síntomas de la falta de oxígeno. Y así nomás de movida digo: mi diagnóstico a casi 6 meses de gestión de LLA es que el gobierno está saturando bajo.
El reperfilamiento del gabinete fue una especie de rescate, un poco de corticoide de la buena casta peronista para abrir los pulmones de una gestión perdida en su propio humo.
En palabras del mismísimo Guillermo Francos: “El Presidente me eligió a mí porque se da cuenta que con la política argentina se le hace complicado, no la entiende».
La elección del nuevo Jefe de Gabinetes de Ministros parece acertada. Francos sabe administrar las expectativas entre los compañeros dadores de gobernabilidad, hombres sensibles a los fondos discrecionales, románticos del calor oficialista deseosos de mojar su nariz en alguna de las tantas peceras del organigrama nacional.
A diferencia de Juan Manzur que, cuando le tocó llegar a la Jefatura de Gabinete, tuvo que conformarse repartiendo medialunas a los periodistas madrugadores, Francos tiene a disposición una gran variedad de ravioles para consolidar esa pata llamada peronismo responsable.
En el esquema de Milei, Guillermo Francos es el hombre que sabe cómo alimentar a las ratas. Es el político profesional que cualquier gobierno quisiera tener, la calzas una toga y parece un senador romano, le pones una camiseta malla y puede ser el tío de Tony Soprano. Y esto lo digo con respeto y admiración, sobre todo a Tony.
Sinceramente no me generan rechazo los Pichichi’s de la vida que, aún a riesgo de quedar en offside, ofrecen sus servicios al equipo que lo demande. Y su coherencia a la hora de aferrarse al poder sin pruritos es una concepción ideológica: tire la primera piedra el peronista que no aceptaría una jefatura de Gabinete de un presidente que dice detestar la política. ¿O acaso ser oposición no es la última forma de seguir con los pies dentro del plato?
Todo pasa y el tiempo acomoda las cosas, mientras tanto Menem ya tiene su busto y su apellido se consolida y crece en el gobierno libertario. Ya pasaron las horas de tocarse el huevo izquierdo a la hora de nombrarlo.
Apenas asumido el nuevo jefe de Gabinete, consiguió el favor del Senado dizque, haciendo gala de los clásicos encuentros palaciegos, donde bajo una luz cálida y algún buen aperitivo se llega a niveles de consensos ataraxicos. La consigna es: “vos acompáñanos que la tuya va a estar, quedate tranquilo”.
Es muy probable que Francos pueda anotar más goles que sus compañeros de equipo. Es un jefe que juega en el bosque mientras el lobo se la pasa de gira, ya sea combatiendo los fantasmas de un comunismo inexistente o sacándose selfies con los pulgares para arriba y boquita de pato.
Voy a adelantar un poco la película: se vienen días de mucho acuerdo, con la casta en orden. Seguramente veremos una hermosa foto de consenso el 20 de junio con el monumento a la bandera de fondo y una pequeña multitud gritando: ¡libertad! ¡libertad! festejando que la inflación está por debajo del 5% como hace mucho tiempo no pasaba.
Pero si todo lo que vengo diciendo tiene buena pinta, ¿por qué entonces creo que el gobierno se está quedando sin oxígeno?
No voy a entrar en la agenda diaria ni en la falta de visión estratégica del gobierno; no quiero hablar del desguace del INTI en las provincias con el retroceso que eso significa; ni tampoco de la paralización absurda de la obra pública o de la pésima idea de dolarizar como se advierte desde EEUU en este artículo. Ni siquiera del desfinanciamiento a la cultura o el manejo infantil de relaciones diplomáticas y así un largo etcétera que prefiero omitir para destacar lo que sigue.
Mayo arrancó como horizonte, allá el 1° de marzo con la apertura de sesiones ordinarias. En su discurso el presidente abrió su corazón y convocó a los gobernadores, a los ex presidentes y a otras figuras relevantes a dejar de lado los intereses personales y adherir a un nuevo contrato social. El lugar elegido fue la Ciudad de Córdoba. Y el acuerdo denominado Pacto de Mayo estaba sujeto a una sola condición: la aprobación de la ley Bases. No prosperó, el gobierno se pasó tres meses cocinando un fracaso.
La famosa V corta todavía no encontró el piso y en el gobierno ya no se habla de V sino que las expectativas ahora están puestas en una curva tipo pipa de Nike, un crecimiento más bien suave que comenzará a impactar recién el año que viene.
La caída del sector productivo, las cuentas de más de 275.000 sueldos que se cerraron y la falta de inversiones, son como gotas que de a poco van colmando el vaso de la paciencia de los argentinos, nadie conoce la profundidad del vaso pero mejor no averiguar.
Según las mediciones el gobierno mantiene su núcleo duro. Pero eso sí, no suma a nadie. La novedad pierde su fuerza cuando no tiene ojos nuevos que la admiren.
Gastada la bala de Francos el problema llega cuando te quedas sin fusibles ni relato. Mientras más casta y orden, menos principio de revelación.
¿Hasta qué día la culpa de todo lo que pasa la tienen los que gobernaron antes? ¿explorará el presidente un discurso contra el terrorismo intergalactico? frustrado y preso de su impotencia ¿apuntará contra la prensa al estilo Clarín miente?
“Seamos optimistas, el futuro será mejor y será mucho mejor si sacamos al Estado de nuestras vidas”, dice el jefe de Estado desde un púlpito en la Universidad de Stanford, mientras toneladas de alimentos se vencían en un galpón.
Desde otro púlpito el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, advierte al presidente sobre cuestiones que no pueden postergarse “en nombre de un futuro prometedor”, dado que “generarían consecuencias nefastas por irreversibles en la vida de las personas y, por tanto, de toda la sociedad”.
El invierno se adelantó y todo parece indicar que será larguísimo. Voy a retirar a mi embajador del país de la apatía y dejaré de scrollear por un rato. Escribo para mostrar la mano que tira la piedra, compartir un registro, mi pequeño fogón.
¿Quién escribe las preguntas que escribe esta mano? ¿El orador de la Revolución? ¿El representante de la Primera Junta en el ejército del Alto Perú? ¿El lengua cortada? ¿Quién de ellos dicta estos signos? ¿Acaso alguien que no es ninguno de ellos?
La Revolución es un Sueño Eterno
PD: Las imágenes son de la película Nazareno Cruz y el Lobo del gran Leonardo Favio, las elegí en conmemoración del día del Cine Nacional celebrado el 23 de mayo.
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