PATRIA GRANDE | BOLIVIA
La raíz del problema
Por: Francisco Kovacic Gonzalez
El dilema es el mismo de siempre: el traspaso de poder. ¿Quién sería o podría ser el referente de esa etapa de profundización del modelo boliviano? ¿Quién podría suceder y profundizar, a casi 20 años del primer triunfo de Evo, la nueva etapa?
Bolivia es bandera. Y es bandera porque es el país latinoamericano que mejor supo surtir a los intentos de la derecha conservadora por retomar el poder. Desde la llegada al gobierno de Evo Morales en el 2006, la transformación política, económica y cultural del país cambió rotundamente.
El golpe en Bolivia del 2019 fue el primer cachetazo de parte de la oligarquía conservadora de Bolivia contra el Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP), el partido de Evo. Pero con las elecciones del 2020 quedó demostrado que el pueblo es consciente y que reconoce a quién lo conduce (Luis Arce, candidato del MAS, ganó en primera vuelta con el 55%).
“La ruptura interna del MAS entre los liderazgos de Morales y Arce es lo que generó ingobernabilidad”, afirmó el abogado boliviano Marco Montellano en una entrevista para la DW francesa. Y si bien a la distancia no se nota, es algo que es cierto: la frágil unidad del MAS-IPSP es uno de los factores principales que trajo a Bolivia a la situación actual.
¿Cuál es el norte a seguir?
Desde que Evo volvió a Bolivia en noviembre del 2020 buscó conservar su influencia dentro del MAS-IPSP. La decisión política de que Arce fuera “su” candidato para las elecciones del 2020 -resolución tomada en la asamblea que se hizo en la cooperativa del Hotel Bauen en Buenos Aires, a principios de ese año-, se tomó con una idea:
“Arce ha de ser la transición entre la inestabilidad política y un nuevo gobierno de profundización”, revelaron fuentes cercanas al MAS hace algunos años atrás.
El dilema es el mismo de siempre: el traspaso de poder. ¿Quién sería o podría ser el referente de esa etapa de profundización del modelo boliviano? ¿Quién podría suceder y profundizar, a casi 20 años del primer triunfo de Evo, la nueva etapa?
Arce, pese a haber sido el ministro de Economía de Evo dos veces -entre 2006 y 2017, primero, y durante algunos meses de 2019, después-, buscó ser el continuador. Tras su designación como candidato en 2020, Arce supo posicionarse dentro de la estructura del MAS como un líder propio, con su estilo y una dinámica propia. Y eso le costó, más de una vez, el pulgar bajo de Morales y su gente.
Historias, perfiles y disputas
Evo Morales es un histórico referente del gremio cocalero. Fue uno de los artífices de la fusión de la confederación gremial de Cochabamba -su provincia natal- con el MAS como partido, siendo electo diputado en 1997 con el 70% de los votos por esta fuerza política.
Arce, por su parte, es un hombre de la academia. Egresado de la Universidad Mayor de San Andrés, hizo un posgrado en la Universidad de Warwick, una de las principales casas de altos estudios en Inglaterra. Si bien siempre fue leal al MAS y cercano a Evo, su trayectoria política se limita a sus dos gestiones como ministro y a la Presidencia de Bolivia.
Dentro del MAS, militantes leales a Evo lo acusan de ser “un tecnocrático académico”. De hecho, por su “inexperiencia política” es que en la fórmula del 2020 se impulsó a David Choquehuanca, dirigente sindical campesino, como Vicepresidente. El cálculo fue que los votos duros del partido apostaran a la nueva fórmula a partir de la presencia de Choquehuanca, dada su manifiesta disconformidad con la conducción del catedrático.
¿Continuidad?
Las diferencias entre Morales y Arce no solo son políticas, sino también personales. Morales criticó públicamente algunas decisiones del gobierno de Arce, como en los nombramientos de ministros y funcionarios, sugiriendo que “no representan adecuadamente los intereses del MAS”.
Arce, por su parte, trató de marcar “una diferencia clara con el pasado”. Más de una vez enfatizó en la necesidad de avanzar y gobernar con autonomía. Estas tensiones públicas han exacerbado las divisiones internas, con facciones dentro del MAS alineándose con uno y otro.
En esa disputa, el papel del general Zúñiga venía siendo claro. Muchos analistas coinciden en su filiación «arcista».
«El papel del general Zúñiga en la política había sido menor, pero sí aparecía como un claro apoyo a la gestión del presidente Arce”, reveló a la DW el analista y politólogo boliviano Santiago Terceros.
Zúñiga fue designado como Comandante General del Ejército en 2022 y ratificado como tal en enero de este año. De por sí, la gestión de Zúñiga es debida a la presidencia del exministro de Evo. Esto fue visto como una provocación por el expresidente, dado que Morales más de una vez afirmó que decía tener grabaciones donde Zúñiga deslizaba la posibilidad de “bajarlo”, un concepto que siempre calificó como una idea de “asesinar”.
Heredar y continuar procesos políticos no es tarea fácil. Ahora bien, es importante también reconocer para nuestros dirigentes cuándo es el momento y cómo debe permitirse esa transición. En nuestro país sabemos bien que las internas abiertas nunca son una alternativa efectiva -la experiencia política del 2019-2023 es muestra fehaciente-, por eso es importante evaluar el cómo. La crisis en Bolivia tiene que ser algo evitable, porque la fractura externa del MAS-IPSP sólo traerá una cosa: una potencial victoria de la oligarquía conservadora, la cual está en constante movimiento y ya cuenta con alianzas exteriores para atacar al Gobierno, las cuales además ya fijaron sus intereses en el Altiplano.
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