Argentina Primero

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Argentina Primero

Por: Pablo Garello

Pablo Garello es integrante del medio digital Rosca y Tinto y actual Secretario General de la Juventud Peronista del Partido Justicialista de Santa Fe.

Entre la desmalvinización y la narrativa libertaria, la soberanía y la identidad nacional como centro de la disputa política actual.


Cada un par de meses me agarran ataques de malvinización. No sé porqué ni cómo, pero de repente me encuentro un lunes, después de cenar, reproduciendo una entrevista a un veterano de guerra o leyendo un libro sobre el tema. Siempre se mezcla el deseo de conocimiento con la búsqueda de emociones. Al aprendizaje, se le cruzan un par de lágrimas. 

Malvinas como identidad descarnada del pueblo argentino en su lucha por ser libre. Malvinas como análisis de la realidad política. Un eslabón de dominación visible en una cadena de dominación invisible. El comercio, el sistema financiero, la cultura, la academia. Malvinas es solo un elemento más (el más caro a nuestra conciencia) de una serie de elementos que demuestran la situación de sometimiento que sufre nuestra Nación.

En esta semana malvinizadora que tuve, me crucé con el tweet de un libertario que me sorprendió. En él, se criticaba a la película “Iluminados por el fuego” del director Tristan Bauer (funcionario de Cristina y de Alberto). Le pegaban por inculcar un mensaje desmalvinizador, donde posiciona a los héroes como víctimas. Luego recordé la película y sí, es línea británica pura. En el film, Malvinas solo representa sufrimiento, son pobres pibes

(tutelados como marionetas) mandados a una guerra absurda. La lógica colonial de entender el conflicto, que sólo culpa a la Argentina y oculta las pretensiones imperialistas de Gran Bretaña, que evade una lucha que tiene por lo menos 218 años (desde las invasiones de 1806), que construye un relato de autoflagelación para reproducir la derrota espiritual.

¿O me van a decir que no les suena más “la colecta que nunca llegó” en vez de la actitud de apoyo de nuestro pueblo? ¿O que en algún momento del relato de posguerra aparece la figura del colonialismo britanico hasta el hartazgo como la incompetencia de la junta? No. Y esto es premeditado, financiado durante todo el alfonsinismo y continuado hasta nuestros días, por la inteligencia británica, que busca desmoralizarnos y generar repudio hacia las FFAA para proseguir la política de desfinanciamiento y de indefensión nacional (claro está, nuestro repudio al terrorismo de Estado, al igual que la enorme marea de gente que se presentó el 10 de abril de 1982 en Plaza de Mayo a reivindicar la recuperación de las islas pero rechazar al mismo tiempo, el proceso militar).

Iluminados por el fuego es una película que sostiene ese relato. Los planos finales se abren sobre la geografía de las Malvinas y develan la vida en la posguerra. Las imágenes retratan la cotidianeidad malvinense, los juegos infantiles, madres caminando con sus hijos y un sol radiante que contrasta con los días fríos y oscuros de 1982. Escenas que transmiten sentimientos de paz y tranquilidad en lo que hace un par de décadas había sido un campo de batalla. Así, resulta difícil al espectador escapar a una cierta sensación de “alivio” cuando ve la reconquista por parte de los británicos con su bandera flameando solemnemente.

Por si fuera poco, la película va más allá, hasta llegar al punto de cuestionar implícitamente la soberanía argentina sobre Malvinas. El director nos ofrece el primer plano de un mural ubicado en las islas que reza: “Argentinos: serán bienvenidos cuando dejen de reclamar la soberanía y acepten nuestro derecho a la autodeterminación”. Las imágenes gritan lo que la película calla: el reclamo argentino implicaría una violación contra el territorio, los derechos y la vida de esas personas que, al parecer, solo aspiran a una vida pacífica.

Llama la atención la película de Bauer, funcionario que perteneció a gobiernos plenamente malvinizadores en su política. Parece muchas veces que el subconsciente colonial es más fuerte que las propias convicciones de los militantes nacionales. No hay dudas de que Bauer como cinéfilo adoptó una visión de Malvinas más parecida a la del deplorable film “Los chicos de la guerra” de pleno auge alfonsinista (1984), que la visión descolonizadora, que ya debería haber adoptado hace tiempo.

En fin, volvamos a los libertarios (que me sirvieron como excusa para criticar la desmalvinización). Es evidente que se trata de un grupo complejo en términos políticos pero que indudablemente tiene ciertos posicionamientos nacionales. El tweet, que demostraba con firmeza una posición malvinizadora, conectaba en mi conciencia con aquello que me contó un amigo (infiltrado en grupos de whatsapp mileístas) hace unos meses:

– No sabes lo patriotas que son. El 2 de abril, festejan con bombos y platillos. El 25 de mayo, el 9 de julio. Hasta celebran el 12 de agosto (día de la reconquista de Buenos Aires en las invasiones inglesas de 1806). Es una línea nacionalista muy piola.

Evidentemente, como dice Tomás Rebord, la ausencia de narrativa nacionalista (inexistente en el mediocre gobierno de Alberto Fernández) generó que una cantidad de pibes se refugien en el liberalismo en busca de sentido patriótico. Por supuesto que esto arrastra una cantidad de contradicciones que por momentos son insólitas. Por ejemplo, en la cabeza de estos jóvenes puede cuadrar bien la idea de dolarización y al mismo tiempo de amor a la Patria. 

En su libro “Está entre nosotros”, Pablo Semán explica por qué sucede esto. En definitiva y sintetizando al extremo, los pibes creen que la dolarización puede resolver el problema de la moneda devaluada, encaminar la economía y convertir a la Argentina con todas sus condiciones (y resuelto el escollo fundamental) en potencia mundial. Se produce un pensamiento de grandeza nacional (ingenuo y confuso) que aparece constantemente en la narrativa libertaria.

Este giro discursivo de la derecha argentina (con pretensiones populares a diferencia del macrismo), generó otra situación particular: la desaparición de la idea de “país de mierda”. ¿O no lo notan? En la calle, en las redes, en los medios. Aunque estemos peor, es abrumadoramente menor la narrativa de autodenigración nacional de hoy que la de hace dos o tres años. No tengo la respuesta al fenómeno, pero estoy seguro que esta derecha popular posibilita una reivindicación de lo nacional muchísimo más potente que el progresismo del FDT. (Aclaro: esto no quita que Milei sea un cipayo y que su gobierno esté subordinado completamente a los intereses de las corporaciones occidentales. Eso está claro. Solo estamos pensando en torno a una narrativa que nos permita componer una nueva mayoría popular).

La conclusión de esto, es que en términos políticos, se acelera el encuentro de tendencias en el denominador común que es el nacionalismo. Argentina primero, más allá de donde vengan sus integrantes. Por la coyuntura geopolítica y por sumisión de nuestra economía a los poderes foráneos, sólo la cuestión nacional posibilita una respuesta progresiva en el actual momento histórico. 

En otras palabras: por la disputa en torno a los recursos estratégicos y al desarrollo autónomo soberano, sólo el nacionalismo está en condiciones de tocarle el culo al poder real y de generar un proyecto de liberación.

Este momento funciona como un acelerador de partículas en la posibilidad de Argentina Primero, porque:

Hay una renovación generacional de jóvenes politizados. Son nacionalistas y más temprano que tarde se decepcionarán de Milei. Debemos estar listos para integrarlos a un gran proyecto de poder soberanista (y popular, no progresista).

– Muchos son muy jóvenes. Abrazaron una identidad de derecha por moda, pero no tienen acabada su identidad política (como los hoy peronistas que ayer fueron troskos). Esperamos su metamorfosis con los brazos abiertos.

Está terminada la idea de país de mierda. Estamos en búsqueda de la grandeza nacional. Un proyecto de identidad fuerte, sentido de trascendencia y épica con heroísmo.

– Está acabada también la construcción de referencialidad política desde la victimización, como la hija ilustre del progresismo. Vuelve la idea de sacrificio y de compromiso por una causa.

Por último, creo que no debemos volvernos locos por la actual coyuntura política. Las internas del PJ son un fenómeno superestructural. No representan la realidad de nuestro pueblo y difícilmente salga de allí la posibilidad de construir una nueva mayoría popular con eje en la liberación nacional.

Evitar pelearnos entre nosotros. Ampliar lo más que se pueda bajo el principio de Argentina Primero. Conversar con la gente y los compañeros, pensar soluciones para los problemas cotidianos y entroncarlos en un proyecto de país soberano. No subestimar: que el vecino de la esquina esté preocupado por pagar el alquiler, no necesariamente lo hace indiferente al hecho de que en su país las corporaciones de afuera están reventando los recursos naturales.

Amar a la Patria y creer en el pueblo. La salida, no puede estar muy lejos.

  

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