
COMUNIDAD
Ordenar la política,
proyectar la Nación
Por: Pablo Garello
El movimiento nacional está vagando sin rumbo mientras el tablero mundial se reconfigura. En búsqueda de una nueva conducción para reordenar el movimiento y llevar a cabo un verdadero proyecto de país.
Argentina debe llevar adelante un proyecto de desarrollo integral que vuelva a posicionarla como un país importante, con soberanía y justicia. La larga década infame del SXXI nos subordina a una periferialización preocupante: pérdida de capacidades industriales, saqueo de riquezas naturales, desmembramiento del territorio y ruptura de la comunidad nacional, son algunos de sus resultados.
Esto es sumamente preocupante porque nos encontramos en un momento de transición mundial, donde las grandes potencias se reacomodan para lo que será -seguramente- un nuevo período histórico. Emergencia de potencias regionales como Turquía, mayores grados de autonomía estratégica como los países del Sahel, repliegue de EEUU a América y consolidación de Rusia en Europa. Se mueven las placas tectónicas de un sistema internacional que deja de ser lo que era. China asoma como una potencia sin precedentes y el nacionalismo aparece como la vieja novedad del siglo XXI.

Las piezas de ajedrez están moviendo, y siempre que hay movimientos bruscos en el planeta, hay una ventana de oportunidad para los países periféricos. El problema es que Argentina hace 10 años viene desaprovechando oportunidades para insertarse al mundo con mayor autonomía estratégica, y no depender de forma absoluta de los grandes centros de poder. Es decir: el mundo se mueve, el tren está pasando y nosotros no nos estamos subiendo. El gran peligro de esto, es que se consolide el nuevo estadío del sistema internacional y nos quedemos en una posición periférica, que quizá no pueda revertirse de acá a 50 años. Por eso este tiempo es determinante.
Sabemos que el único movimiento capaz de realizar lo que Marcelo Gullo llama la insubordinación fundante, es el peronismo. Al menos en el escenario actual, no se encuentra tradición política ni bloque histórico que pueda llevar adelante un proyecto de desarrollo, que no sea el justicialismo. Con todos sus defectos y contradicciones, el movimiento creado por Juan Domingo Perón sigue siendo la única esperanza de que Argentina sea grande y próspera. Para eso, debe comenzar un proceso político de fondo que ponga el eje en lo estratégico y no meramente en lo táctico.
Para dicho desafío, podemos considerar una serie de prioridades:
1- Ordenar la política.
2- Diseñar un proyecto de Nación.
3- Planificar una estrategia electoral.
El pasado 24 de marzo, miles de argentinos se concentraron en las plazas del país. Una cantidad importante de personas que se convocaron por una causa más grande, que dedicaron tiempo y esfuerzo porque creen en algo más que ellos mismos. Pero la pregunta que nos tenemos que hacer, es: ¿tuvo un correlato político semejante concentración? O mejor, ¿alguien lo capitaliza políticamente?
La respuesta es que no. ¿Por qué? Porque no está ordenada la política.
Y ojo, entendemos, que es importante la movilización. Que genera algún desgaste en el gobierno, que nos une espiritualmente, nos dota de mística y cultura del encuentro. Pero… ¿y el después? ¿y la política?
La realidad, es que la política desaparece cuando lo que impera es la rosca. El otrora movimiento nacional, se convirtió en un conjunto de pymes electorales que solo piensan en la reproducción de su micropoder institucional. Un entramado difuso de operaciones, tweets y empacho ideológico que se parece más a un juego de niños narcisistas que a una verdadera política por la liberación nacional.
Es la no-política, la anarquía, el desorden. Por eso se necesita orden y conducción. En el corto plazo, no se avizora quien pueda liderar semejante tarea. Sí, está claro, que debe ser alguien con espíritu de grandeza y vocación de trabajo. Que sepa urdir los hilos deshilachados del peronismo, que convoque a los desencantados -es decir, la mayoría de los compañeros-, que logre consensos profundos, que recorra una a una las provincias de la Argentina. Con humildad, poniendo la cara y escuchando puteadas. Que su combustible sea la epopeya y no la prebenda.
Quizá este líder no esté hoy en la cancha, quizá termine siendo un liderazgo colectivo, no lo sabemos. Sí tenemos la certeza de que ese lugar no lo puede ocupar Cristina Kirchner. Por miles de factores producidos luego de 20 años en la cabeza del proyecto político hegemónico, CFK no está en condiciones de ordenar la política. Porque desde hace años elige conducir a su agrupación y no al conjunto, porque el kirchnerismo se convirtió en un fenómeno bonaerense, porque eligió tres candidatos a presidentes que no son propios, porque su imagen negativa es muy alta, porque perdió más elecciones de las que ganó, etc. Son muchos los factores que hacen que el ciclo político iniciado en 2003 esté completamente terminado.
En este sentido, fue simbólica una entrevista a Juli Strada con Rebord donde cuenta que presentó un proyecto para industrializar el litio y muchos legisladores provinciales del peronismo estuvieron en contra. A partir de eso, la diputada afirmó: “Por eso Cristina dice que hay que ordenar el peronismo, porque no puede ser que los gobernadores respondan más a los intereses de las mineras que a los del país”. Cristina tiene razón, el problema es que ya no tiene el capital político para ordenar la situación. Y por eso el peronismo es un quilombo: porque nadie conduce, y quien dice ser la conductora natural del movimiento, nos guste o no, ya no reúne el consenso para serlo.
Por eso, coloqué como segunda prioridad y no como primera, lo del proyecto de país. Me encanta que Moreno tenga su plan económico o que Grabois pasee con su libro contando propuestas más o menos interesantes. Pero si la política no se ordena, todo esto carece de sentido práctico. Vamos con un ejemplo: en la provincia de Santa Fe (donde vivo), la mayoría de los políticos, incluso los peronistas, están en contra del Canal de Magdalena. Una obra geopolítica fundamental para unir la argentina fluvial con la argentina marítima. ¿Por qué? Porque le quitaría flujo de comercio a los puertos rosarinos. Lo mismo ocurre en el caso de la minería en San Juan o Catamarca: priman los intereses regionales antes que los nacionales. ¿Por qué? Porque no está ordenada la política.
Entonces, ¿qué sentido tiene diagramar las propuestas que necesita la Argentina, si no hay un bloque de poder capaz de llevarlas adelante? ¿O qué sentido tiene diagramarlas si los dirigentes de tu propio partido las van a boicotear?
Por eso se necesita mucho trabajo, esencialmente político, para dar lugar a una nueva conducción del proceso. Una conducción legitimada, respetada y por lo tanto, obedecida. Para que luego puedan establecerse lineamientos claros en pos del proyecto de desarrollo y más tarde un esquema representativo en lo electoral. ¡Y no al revés como ocurre desde hace años! Primero el frente electoral, después algunas ideas y por último el intento de ordenar la política. Ya vimos con el Drente de todos, que proceder así lleva al fracaso.
Recapitulando: el peronismo actual es una babosa amorfa a la que le cuesta marchar. El principal problema es la fragmentación. De un gran movimiento nacional pasamos a ser un partido político liberal y de un partido político a un conjunto de pequeñas orgas. Un proceso de declive que perfora año a año los pisos de representación popular, asemejándonos en distritos como Santa Fe o Córdoba, al nivel de representación de un partido trotskista.
Tenemos que constituir una nueva mayoría a partir de liderazgos claros. Un esquema político unificado y robusto que sirva como punto de acumulación de los diferentes hechos políticos, como fue la marcha de los jubilados o el Libragate, que de lo contrario, se dispersan en la nada misma.
Ordenar la política, enhebrar una narrativa potente y diagramar lo electoral. En el mediano y largo plazo, forzar una renovación que será más a los codazos que con buenos modales. No desde un adolescentrismo estúpido sino con prepotencia de laburo, claridad argumentativa y mucha garra. En política nadie se jubila y las transiciones de poder no existen en armonía.
El horno no está para bollos en el mundo, pero hay oportunidades. Ordenemos el movimiento nacional y disputemos un proyecto de felicidad y grandeza. Es imperioso.
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etinant@gmail.com
Muy bueno compañero, solo que déjame dudar de Lo del canal Magdalena… Yo sigo a Ayerbe y el tiene una posición contraria pero no precisamente por regionalismo, sino por ser según el, una manera más rápida de favorecer la sangría en el Paraná. Me gustaría un debate en ese tema. Gracias por el espacio
De los tres puntos mencionados, los dos primeros los tienen que hacer ustedes (los sub 35) sin pensar demasiado en los que componen hoy lo que se llama peronismo. Por ordenar entiendo organizar y organizar la política es formar cuadros a partir de la filosofía y doctrina peronista. La forma de esa organización la deben ir generando ustedes a partir de la discusión política, para lo cual hay que reunirse y conversar sin ser tironeados por los programas electorales que impone el régimen.
El tercer punto saldrá como consecuencia.
Todo sin prisa pero sin pausa.