
COMUNIDAD
Falló la estructura
Por: Facundo Cabral
El pueblo no se equivoca, una elección parlamentaria nunca le cambió la vida a nadie (salvo a los legisladores electos).
El pueblo nunca se equivoca
Juan Domingo Perón
1.- Milei es el último gran caudillo porteño
De los resultados en las últimas elecciones podemos sacar tres grandes conclusiones:
1.- Cada vez vota menos gente.
2.- La confirmación de los oficialismos (Jujuy, Salta, Chaco, San Luis).
3.- Milei es el último gran caudillo porteño.
El punto uno puede sintetizarse en “No tengo ganas de ir a votar y no creo que mi voto cambie nada”. Un triunfazo de la antipolítica que se resume en la calle con un: “gane quien gane, mañana tengo que laburar igual”.
El pueblo no se equivoca, una elección parlamentaria nunca le cambió la vida a nadie (salvo a los legisladores electos).
La confirmación de los oficialismos, si bien tiene sus particularidades en cada provincia, responde básicamente a los mayores incentivos con los que cuentan quienes ejercen el poder en su jurisdicción para movilizar voluntades y así reafirmar la estabilidad en sus respectivos gobiernos.
Generalmente quienes se desempeñan como empleados públicos tienen buenas razones para contribuir con su sufragio al oficialismo de turno.
Lo que sí fue una novedad aquí cerca (Salta y Jujuy) fue el desempeño de la LLA en las capitales. Esta buena performance electoral en las capitales norteñas me permitió intuir que en la CABA, en su condición de súper Capital, Milei iba a lograr imponer su candidato a pesar de la dispersión en la oferta electoral ¿liberal?
Sucede que cada vez más, a pesar de las distancias geográficas, los electores capitalinos aspiran a pertenecer a un mismo segmento sociocultural. Ven las mismas series, consumen los mismos programas de tv o streaming, compran las mismas cosas por mercado libre, piden Uber, rappi, viajan o intentan viajar a los mismos lugares y votan parecido.
Lo que nos da pie a la tercera conclusión: Milei es el último gran caudillo porteño.
Estéticamente el hombre es un forajido, siempre hay alguien que repostea una foto del presidente en aquel discurso en parque Lezama con sus zapatillas de plataforma, su campera de cuero negra y su jean gastado, lo hacen ver como un croto. Si tuviera que ponerle un nombre a ese estilo sería como una estrella de rock en decadencia. Lo que se festeja en Mujica se critica en Milei, paradojas del discurso progre.
Milei no es cool y no es algo que le preocupe, el tipo sabe que mostrarse tal cual es representa un activo en tiempos en que todos los políticos se visten iguales. Y no es solo un tema estético, hoy la adhesión al proyecto libertario tiene que ver con la creencia en la conducción de un líder que está cumpliendo lo que prometió y que además mantiene viva la expectativa de que el país estará cada vez mejor. A su favor le juegan nada más ni nada menos que los resultados: la estabilidad económica, el balance fiscal, la desburocratización y sobre todo la confianza en la conducción de la idea.
En esos términos la elección en CABA es más una victoria de Milei que una derrota de Santoro. El compañero radical hizo lo que pudo, le dijeron vas primero, quédate callado, y él aún quizás contra sus propias convicciones hizo caso e intentó pasar casi desapercibido y pintado de verde en una campaña insulsa.
Creo que las elecciones fueron una muestra más de que la realidad es superior a la idea. Hoy quienes nos reivindicamos peronistas seguimos repitiendo como un mantra verdades que se desarman cada vez que nos toca gobernar. Algunos compañeros navegan entre la doxa y la episteme de unos principios y valores que, si no se respaldan con alguna acción concreta en pos de mejorar la comunidad que te rodea, se parece a una batalla de gallos contra un enemigo imaginario.
Quiero decir que seguimos hablándonos a nosotros mismos bajo una lógica endogámica que nos impide tener la sensibilidad necesaria para apreciar y ver cuál es la verdad de ese otro que no somos y que hoy es mayoría.
Milei es el gran caudillo porteño porque tiene patillas y un perro imaginario, un caudillo que ve en el Estado los límites al crecimiento y la felicidad del pueblo. No es mi caudillo, no creo en su proyecto, me parece insostenible y violento. En un mundo donde los jugadores que juegan son los que trabajan fortaleciendo sus Estados, regalar así nuestra soberanía es entregarse a la mano excluyente del Estado, es fragmentar aún más nuestra sociedad difusa, es romper los lazos de comunidad, es ceder el monopolio de la fuerza al narcotráfico, es en definitiva la decadencia de un proyecto nacional.
Lamentablemente no tengo a mano ningún caudillo que lo enfrente y sabemos por experiencia que el candidato no es el proyecto y nunca lo será.
2.- Falta envido
Terminamos de ver El Eternauta, en un primer momento sentí los ecos de la pandemia, el miedo ante lo desconocido pero también cierta ilusión de una humanidad que ante la presencia de un enemigo externo decide trabajar en conjunto para derrotarlo.
Para sorpresa de nadie parece ser que lo único que permanece es el conflicto, quemando barbijos y combatiendo a las vacunas comenzó a forjarse la fuerza que hoy nos gobierna. La unidad es superior al conflicto en términos morales, pero del conflicto surge la necesidad política.
Entonces, ¿cuál es la disputa sobre el mensaje del Eternauta? En primera instancia, pareciera ser que el debate tiene más que ver con quien se hace cargo de la moraleja -Nadie se salva solo, el único héroe válido es el colectivo- que con el sentido del discurso en sí, es más una interpelación al emisor que quiere adjudicarse el monopolio del bien común, que contra la idea del bien.
Y que se yo, algo de eso puede haber, tengo que reconocer que yo conocí primero al Nestornauta que a Juan Salvo. Para dar una discusión sensata hay que dejar de asumir de antemano que somos los buenos de la película.
Nadie se salva solo no es una consigna política, es la constatación primaria y básica de que sin un otro no podríamos ser. Me resulta extraño tener que escribirlo pero vamos que nadie nace de sí mismo, necesitamos de los otros primero para nacer y después para vivir. Sin un otro que nos brinde un poco de amor y calor humano estamos condenados a una muerte prematura, está comprobado que los niños privados de cuidados amorosos sufren la falta de desarrollo en partes importantes de su cerebro.
La escuela conductista de la psicología también experimentó mucho en ese sentido, estoy tocando muy de oído y pido disculpas, pero recuerdo un experimento famoso del que me hablaron en la secundaria donde a un monito bebé debía optar por una mamadera sostenida por una estructura de hierro o una estructura similar sin mamadera pero revestida de un acolchado, el monito prefería morir de hambre pero abrazarse a algo más parecido al calor de una madre.
Volviendo a la serie, me parece un acierto que la historia transcurra en el presente, basta un apagón como el que pasó hace poco en España o que se caiga internet para mostrarnos la fragilidad de nuestra hiperconexión virtual.
Stagnaro sabe cómo contar historias, su sensibilidad narrativa nos permite disfrutar de esos momentos en los que parece que no pasa nada y sin embargo se ve lo más puro de nuestra experiencia vital. Con mucha poesía y algo de astucia siempre se las ingenia para armar una ronda alrededor del fuego y representar los gestos cotidianos de la cultura popular argentina sin caer en un folclorismo inconducente.
Pinta bien tu aldea y harás que el mundo vea con admiración un gran producto cultural argentino. He visto tiktokers veinteañeros mexicanos indagando sobre la desaparición de Héctor Germán Oesterheld, miles de personas en todo el mundo googleando Plan Cóndor en este instante.
Ver a Walter, al Negro Pablo y a Miguel de Okupas luciéndose en las grandes ligas me da mucha alegría. Para mí, Ariel Staltari siempre será el rolinga Walter, el dueño de Severino (por Di Giovanni). La aparición del Negro Pablo (Dante Mastropierro) es directamente un homenaje a la icónica escena de venganza en la que un joven Ricardo -el mascapito- (Rodrigo de la Serna) decide cobrar venganza.
Entre las imágenes que me quedaron puedo tirar de memoria: la iglesia como refugio ante la amenaza desconocida, la solidaridad de los últimos parroquianos, la estampita de San Jorge iluminada de a flashes con el destello de las bombas o las rafagas de las metrallas, las velas al Gauchito Gil, las Islas Malvinas, el 2001, la migración venezolana, la uberización del trabajo, la escuelas técnicas, el truco, los amigos de toda la vida, la familia, el rock nacional, el tango, Mercedes Sosa, lo viejo funciona Juan.
Hablando de series, no sé si vieron el primer capítulo de la última temporada de Black Mirror, es bastante siniestro comprobar que por más ciencia ficción que le pongamos la principal causa de angustia en una pareja asalariada que pisa las cuatro décadas no tiene que ver con la penetración digital o los efectos mutagénicos de la intromisión tecnológica sino más bien con la realidad pura y dura de no llegar a fin de mes a pesar de trabajar cada vez más tiempo. Respiro.
Todo el que vive de un sueldo promedio sabe que ya no alcanza un solo trabajo para vivir, es frustrante ver cómo tu tiempo se diluye en función de intentar transformarlo en dinero y aun así resulta insuficiente -el tiempo y la guita-.

3. Si el héroe es colectivo el villano también lo es
Higuita pertenece a esa clase de jugadores que son capaces de sacrificar el resultado en pos del juego, esa clase de hombres que tienen el coraje de correr los límites. A partir de su juego con los pies se cambiaron las reglas del fútbol para siempre y los arqueros dejaron de poder recibir con las manos el pase de sus compañeros.
Su acrobático escorpión quedó inmortalizado en la catedral de Wembley, su presencia fue clave para que el Nacional de Medellín sea el primer equipo colombiano en ganar la Copa Libertadores, en la final contra el Olimpia de Paraguay, René atajó cuatro penales y metió uno.

Higuita, el pibe Valderrama y Freddy Rincón bajo las órdenes de Pacho Maturana lograron llevar a Colombia al mundial después de 28 años.
Después de un gran partido contra Alemania, donde Colombia consigue la clasificación (dejo aquí el gol y la maniobra exquisita de Valderrama) la selección tricolor pierde en octavos de final contra Camerún -le había ganado a Argentina en la ronda de clasificación- con un error garrafal de René aprovechado por otro grande: Roger Milla.
Higuita mismo pide ir a la conferencia de prensa y se hace responsable de la derrota, su técnico Pacho Maturana declaró: “No fue un error personal, falló la estructura”

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