Claves para entender a la nueva derecha
Por: Ivan Krolikowski
Cómo el conflicto palestino-israelí ordenó el tablero ideológico global. Coincidencias y diferencias entre Bolsonaro, Bukele y Milei. El rol de la economía en la encrucijada latinoamericana.
En estas últimas semanas, venimos siendo testigos del considerable impacto de los acontecimientos internacionales en nuestra región. En este sentido, se puede apreciar una suerte de batalla por la narrativa entre lo que se podría denominar como una nueva derecha popular y aquellos que defienden los intereses del Pueblo.
Sin embargo, es importante tener cuidado de no caer en generalizaciones para no etiquetar, de forma simple, a estos últimos como izquierdas progresistas. Aunque en la macro se los llame -de forma despectiva- de esta manera.
Pero hay un dato que es real y es que este discurso -entre derechas populares e izquierdas progresistas- que resuena en nuestra región, nace alrededor del conflicto palestino-israelí, que genera cruces internacionales a partir de quienes apoyan a un bando o al otro.
En una audiencia del tribunal de la Haya, donde se trataban las consecuencias de la ocupación israelí por sobre los territorios palestinos, Brasil y Chile acusaron a Israel de violaciones sistemáticas del derecho internacional.
Quiénes están contra Israel
Seguidamente, en el marco de la cumbre de jefes de Estado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), países como Colombia, Venezuela, Cuba, Guyana y Brasil, repudiaron los bombarderos del ejército israelí contra los civiles que esperaban ayuda humanitaria en la Franja de Gaza.
Por ejemplo, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, expresó fuertes críticas hacia los ataques en Gaza: acusó a los Estados Unidos, a la Unión Europea y al Reino Unido de “respaldar los bombardeos israelíes contra la población civil palestina”.
«¡Nos están mostrando un genocidio delante de nuestros ojos!», afirmó el mandatario colombiano.
Por su parte, Lula da Silva, quien desde el principio es uno de los mayores críticos del conflicto, expresó en una entrevista que «no podemos ser tan hipócritas de pensar que una muerte es diferente de otra».
Y es que la realidad es una sola: todas estas sucesivas declaraciones permiten vislumbrar la situación de los inocentes sin voz, los palestinos. Pero los únicos que se expresan son los gobiernos y los países que son rotulados como izquierdistas, por tener dirigentes políticos asociados a esas líneas históricas de pensamiento -Petro siendo exguerrillero y Lula con su pasado sindicalista, son la excusa ideal para imponer esa idea-.
Frente a esto, la otra cara de la moneda -constituida en las nuevas derechas populares– se presenta con un profundo discurso pro-israelí.
Derechas new age y sus lazos con Israel
¿Por qué hablamos de derecha popular? Por los sectores que apoyan a los dirigentes asociados a las líneas históricas del pensamiento derechista. A las derechas ya no las apoyan sólo las clases altas o acomodadas. Hay una masividad de sectores proletarios que se sienten representados por estos referentes.
Un caso concreto es el de Brasil con Bolsonaro. Hubo hace poco una manifestación inmensa en apoyo al dirigente, pese a que presenta distintas acusaciones como la de promover un golpe de Estado contra Lula el 8 de enero de 2023.
Seis cuadras de la Avenida Paulista de São Paulo se llenaron de bolsonaristas, quienes varios de ellos llevaron además banderas israelíes. ¿Y de dónde sacaron las banderas israelíes? De acuerdo al testimonio del periodista de Página/12, Darío Pignotti, fue “el mismo equipo de Bolsonaro el que se encargó de repartirlas. El acto fue organizado con mucho tiempo y muchos recursos”.
El ministro de Asuntos Exteriores del país hebreo, Israel Katz, agradeció el apoyo brindado por Bolsonaro y su gente en esta movilización. «Muchas gracias al pueblo brasileño por apoyar a Israel, ni Lula podrá separarnos», sostuvo ante la prensa.
Pero así como el apoyo a Israel es un denominador común de las nuevas derechas, tampoco las ideas sus son tan lineales. Ni las derechas populares ni las izquierdas progresistas son tan homogéneas como las pintan. Hay que evaluar algunas cosas.
El caso Bukele: ¿una derecha antiimperialista?
La derecha popular reflejada en Bolsonaro, en Javier Milei y en Nayib Bukele, presidente de El Salvador, comparten un carácter derechista liberal de base. Pero también hay diferencias, como lo es la postura diametralmente distinta entre Bukele y Milei respecto del dólar.
Mientras Milei defiende la dolarización, Bukele la cuestiona. En su reciente discurso en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), Bukele enfatizó que el problema de la economía estadounidense “radica en su financiamiento mediante la impresión de dólares sin respaldo”, lo que ha generado una burbuja que “eventualmente podría estallar”.
«El Gobierno se financia con dinero que imprime. Un papel respaldado por otro papel. Es una burbuja que tarde o temprano estallará», sostuvo el mandatario salvadoreño.
Y hasta siendo catastrófico, Bukele fue más allá: «Si la mayoría de los estadounidenses y el resto del mundo llegaran a tomar conciencia de esta farsa, se perdería toda la confianza en su moneda. Así el dólar caería y, con él, toda la civilización occidental».
Si Bukele denuncia la farsa del dólar al mismo tiempo que Milei planea dolarizar el país, ¿qué puede haber de común en esta nueva derecha popular?
Is the economy, stupid
Tanto Milei, como Bukele y Bolsonaro construyeron su legitimidad a partir de la crisis de los partidos políticos tradicionales, con sus improntas de «mano dura» que seduce a los pueblos sumidos en la inseguridad resultante de la enorme pobreza.
Pero como decía uno de los grandes pensadores argentinos, el general Juan Perón: «nadie puede solucionar un problema social si antes no soluciona un problema económico. Y nadie soluciona un problema económico sin antes solucionar un problema político».
El conflicto social de la inseguridad en América Latina no se puede resolver si primero no se trazan políticas económicas que puedan resolverlo. ¿Cómo Milei puede pretender ser entonces el “Bukele argentino”, si no resuelve el problema social con políticas económicas para tal fin?
Porque atención. Milei está tomando medidas económicas que profundizan las medidas tomadas desde hace ocho años, las cuales nos trajeron hasta acá. Sí, ocho años, porque el Frente de Todos tampoco hizo lo que tenía que hacer y hay que decirlo.
Milei imitando sólo la mano dura de Bukele no resolverá los problemas sustanciales de la Argentina. Hay un factor que los diferencia: Bukele gobierna con un carácter nacionalista. Milei, invitando al Parlamento a la embajadora británica, demuestra su fervoroso antipatriotismo.
La mano dura sólo reafirmará las desacertadas políticas impulsadas por los partidos tradicionales que, habiendo sumido en la pobreza a los pueblos, ahora funcionan como suelo fértil para estos maníacos derechistas. A partir de la disgregación popular, lo que hacen es construir su legitimidad en las urnas, para dominar las arcas públicas de nuestras naciones en favor de sus grandes negociados.
Así actúan las derechas populares. Refugiadas en un ideal patriótico, estafan y mienten a los Pueblos. Habrá que ver cómo, de este lado, nos pondremos a la altura de las circunstancias para construir una alternativa popular y soberana -superadora del ideario progresista vigente- que no gobierne para negocios mezquinos, sino para la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación.
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En estas últimas semanas, venimos siendo testigos del considerable impacto de los acontecimientos internacionales en nuestra región. En este sentido, se puede apreciar una suerte de batalla por la narrativa entre lo que se podría denominar como una nueva derecha popular y aquellos que defienden los intereses del Pueblo.
Sin embargo, es importante tener cuidado de no caer en generalizaciones para no etiquetar, de forma simple, a estos últimos como izquierdas progresistas. Aunque en la macro se los llame -de forma despectiva- de esta manera.
Pero hay un dato que es real y es que este discurso -entre derechas populares e izquierdas progresistas- que resuena en nuestra región, nace alrededor del conflicto palestino-israelí, que genera cruces internacionales a partir de quienes apoyan a un bando o al otro.
En una audiencia del tribunal de la Haya, donde se trataban las consecuencias de la ocupación israelí por sobre los territorios palestinos, Brasil y Chile acusaron a Israel de violaciones sistemáticas del derecho internacional.
Quiénes están contra Israel
Seguidamente, en el marco de la cumbre de jefes de Estado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), países como Colombia, Venezuela, Cuba, Guyana y Brasil, repudiaron los bombarderos del ejército israelí contra los civiles que esperaban ayuda humanitaria en la Franja de Gaza.
Por ejemplo, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, expresó fuertes críticas hacia los ataques en Gaza: acusó a los Estados Unidos, a la Unión Europea y al Reino Unido de “respaldar los bombardeos israelíes contra la población civil palestina”.
«¡Nos están mostrando un genocidio delante de nuestros ojos!», afirmó el mandatario colombiano.
Por su parte, Lula da Silva, quien desde el principio es uno de los mayores críticos del conflicto, expresó en una entrevista que «no podemos ser tan hipócritas de pensar que una muerte es diferente de otra».
Y es que la realidad es una sola: todas estas sucesivas declaraciones permiten vislumbrar la situación de los inocentes sin voz, los palestinos. Pero los únicos que se expresan son los gobiernos y los países que son rotulados como izquierdistas, por tener dirigentes políticos asociados a esas líneas históricas de pensamiento -Petro siendo exguerrillero y Lula con su pasado sindicalista, son la excusa ideal para imponer esa idea-.
Frente a esto, la otra cara de la moneda -constituida en las nuevas derechas populares– se presenta con un profundo discurso pro-israelí.
Derechas new age y sus lazos con Israel
¿Por qué hablamos de derecha popular? Por los sectores que apoyan a los dirigentes asociados a las líneas históricas del pensamiento derechista. A las derechas ya no las apoyan sólo las clases altas o acomodadas. Hay una masividad de sectores proletarios que se sienten representados por estos referentes.
Un caso concreto es el de Brasil con Bolsonaro. Hubo hace poco una manifestación inmensa en apoyo al dirigente, pese a que presenta distintas acusaciones como la de promover un golpe de Estado contra Lula el 8 de enero de 2023.
Seis cuadras de la Avenida Paulista de São Paulo se llenaron de bolsonaristas, quienes varios de ellos llevaron además banderas israelíes. ¿Y de dónde sacaron las banderas israelíes? De acuerdo al testimonio del periodista de Página/12, Darío Pignotti, fue “el mismo equipo de Bolsonaro el que se encargó de repartirlas. El acto fue organizado con mucho tiempo y muchos recursos”.
El ministro de Asuntos Exteriores del país hebreo, Israel Katz, agradeció el apoyo brindado por Bolsonaro y su gente en esta movilización. «Muchas gracias al pueblo brasileño por apoyar a Israel, ni Lula podrá separarnos», sostuvo ante la prensa.
Pero así como el apoyo a Israel es un denominador común de las nuevas derechas, tampoco las ideas sus son tan lineales. Ni las derechas populares ni las izquierdas progresistas son tan homogéneas como las pintan. Hay que evaluar algunas cosas.
El caso Bukele: ¿una derecha antiimperialista?
La derecha popular reflejada en Bolsonaro, en Javier Milei y en Nayib Bukele, presidente del Salvador, comparten un carácter derechista liberal de base. Pero también hay diferencias, como lo es la postura diametralmente distinta entre Bukele y Milei respecto del dólar.
Mientras Milei defiende la dolarización, Bukele la cuestiona. En su reciente discurso en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), Bukele enfatizó que el problema de la economía estadounidense “radica en su financiamiento mediante la impresión de dólares sin respaldo”, lo que ha generado una burbuja que “eventualmente podría estallar”.
«El Gobierno se financia con dinero que imprime. Un papel respaldado por otro papel. Es una burbuja que tarde o temprano estallará», sostuvo el mandatario salvadoreño.
Y hasta siendo catastrófico, Bukele fue más allá: «Si la mayoría de los estadounidenses y el resto del mundo llegaran a tomar conciencia de esta farsa, se perdería toda la confianza en su moneda. Así el dólar caería y, con él, toda la civilización occidental».
Si Bukele denuncia la farsa del dólar al mismo tiempo que Milei planea dolarizar el país, ¿qué puede haber de común en esta nueva derecha popular?
Is the economy, stupid
Tanto Milei, como Bukele y Bolsonaro construyeron su legitimidad a partir de la crisis de los partidos políticos tradicionales, con sus improntas de «mano dura» que seduce a los pueblos sumidos en la inseguridad resultante de la enorme pobreza.
Pero como decía uno de los grandes pensadores argentinos, el general Juan Perón: «nadie puede solucionar un problema social si antes no soluciona un problema económico. Y nadie soluciona un problema económico sin antes solucionar un problema político».
El conflicto social de la inseguridad en América Latina no se puede resolver si primero no se trazan políticas económicas que puedan resolverlo. ¿Cómo Milei puede pretender ser entonces el “Bukele argentino”, si no resuelve el problema social con políticas económicas para tal fin?
Porque atención. Milei está tomando medidas económicas que profundizan las medidas tomadas desde hace ocho años, las cuales nos trajeron hasta acá. Sí, ocho años, porque el Frente de Todos tampoco hizo lo que tenía que hacer y hay que decirlo.
Milei imitando sólo la mano dura de Bukele no resolverá los problemas sustanciales de la Argentina. Hay un factor que los diferencia: Bukele gobierna con un carácter nacionalista. Milei, invitando al Parlamento a la embajadora británica, demuestra su fervoroso antipatriotismo.
La mano dura sólo reafirmará las desacertadas políticas impulsadas por los partidos tradicionales que, habiendo sumido en la pobreza a los pueblos, ahora funcionan como suelo fértil para estos maníacos derechistas. A partir de la disgregación popular, lo que hacen es construir su legitimidad en las urnas, para dominar las arcas públicas de nuestras naciones en favor de sus grandes negociados.
Así actúan las derechas populares. Refugiadas en un ideal patriótico, estafan y mienten a los Pueblos. Habrá que ver cómo, de este lado, nos pondremos a la altura de las circunstancias para construir una alternativa popular y soberana -superadora del ideario progresista vigente- que no gobierne para negocios mezquinos, sino para la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación.
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