Morir de pie o vivir de rodillas
La estabilidad de Occidente parece que no está logrando encontrarle soluciones a los males que la acorralan, los cuales ella misma generó. Su Estado de bienestar, basado en la succión de los recursos en países periféricos, tiene la limitación en su instrumento de perpetuación: la guerra.
El conflicto en Ucrania ya dejó en claro que el financiamiento otorgado por parte de los EEUU busca cortar la influencia rusa en la geopolítica internacional a cualquier costo. Tal es así que, aun contando con el apoyo de sus aliados europeos, éstos insisten despegarse lentamente de las imposiciones norteamericanas, dado que sus economías se encuentran limitadas, entre otras cosas, por las restricciones comerciales con la nación rusa. Lo que resta preguntarse es si el imperio norteamericano sería capaz de sustentarse en una posición centralizada de dominación, de no ser por el apoyo europeo. O más aún, si los países occidentales ven una posibilidad de desarrollo real con un país dominante que poco interesado se lo ve en ceder su poderío en la geopolítica actual. Lo cierto es que de acuerdo con un análisis del Asia Times, la reconstrucción ucraniana podría alcanzar casi medio billón de dólares, lo que se convertiría en el conflicto en el que Estados Unidos ha gastado más recursos.
Además, según las estimaciones del Banco Mundial, Ucrania precisaría alrededor de más de 411.000 millones de dólares a lo largo de 10 años, para concretar una reconstrucción. Sin embargo, el monto como tal sería mucho mayor, dado que la estimación se calculó únicamente a partir de los datos generados entre febrero de 2022 y febrero de 2023. Y el autor del artículo, Stephen Bryen, prevé que el monto real hasta agosto sería de alrededor de 600.000 millones de dólares. «Para propósitos de comparación, la guerra en Irak tuvo un programa de reconstrucción de 60.000 millones de dólares. EEUU también gastó 90.000 millones a lo largo de 12 años para Afganistán [aunque la guerra continuó en ese país]», afirma Bryen. De alcanzarse esta cifra, sería más del triple de los 173.000 millones de dólares (con el tipo de cambio actual) que gastó Washington para el Plan Marshall, tras la Segunda Guerra Mundial.
Pero las problemáticas no terminan ahí. Hace poco el economista estadounidense Jeffrey Sachs dio mucho de qué hablar. El mismo opina que EEUU está mostrando una obstinada resistencia a aceptar la realidad de un mundo multipolar. Y esto, como consecuencia, lo que trae es un aumento severo en el riesgo de conflictos globales.
Sachs criticó duramente el enfoque de Washington ante el actual escenario geopolítico. «Ya estamos en un mundo posestadounidense y posoccidental. Estamos en un mundo verdaderamente multipolar. Estamos en un mundo en el que los países BRICS son más grandes que los países del G7, […] y EE.UU. no acepta esa transición«, comentó. Asimismo explicó que Europa, por su parte, ha decepcionado porque no tiene ni una sola voz en el continente ahora mismo que tenga una «perspectiva geopolítica que sea siquiera inteligible». Para Sachs, la mayor sorpresa es «la incapacidad de Europa para tener una comprensión coherente de esta situación» global actual.
Tal pareciera ser la incapacidad valorativa estadounidense del escenario geopolítico, que no solamente resignifica su posición en un financiamiento descomunal de la guerra, sino que lleva a la abierta confrontación en las raíces propias del estado de bienestar europeo. Las problemáticas suscitadas en el marco de la Unión Europea se abren paso de esta manera, planteándose si el financiamiento de la guerra incluye una proyección de horizonte económico para sus naciones. Así es que Alemania y Países Bajos ya se pronunciaron en contra del aumento presupuestario comunitario de la UE, declarando que el financiamiento de la guerra en Ucrania es uno de los impedimentos. «Las peticiones de Bruselas por un total de 86.000 millones de euros [93 millones de dólares] de financiación adicional, destinadas a aliviar las tensiones sobre el presupuesto de la UE mientras se fijan cuatro años de apoyo a Ucrania, dividieron a los Estados miembros y provocaron peticiones de reducciones y un calendario de aprobación más largo«, levantó el Financial Times.
Por su parte el ministro de Asuntos Exteriores de Hungría, Peter Szijjarto, planteó que la UE está debilitándose política y económicamente por sus posiciones de apoyo a Ucrania y su política de sanciones contra Rusia, viéndose afectados ellos mismos por tener que comprar combustible 10 veces más caro a EEUU. Y en la misma línea el presidente húngaro, Viktor Orban afirmó que “Europa asume pérdidas al rechazar los agentes energéticos rusos a favor de los estadounidenses y al pagarlos de cinco a 10 veces más caro. Los europeos deberían preguntar a sus «amigos estadounidenses» ¿quién gana en esa situación?”
A pesar de las declaraciones y de las sanciones impuestas contra la Federación Rusa, un informe de Global Witness basado en los datos de la empresa analítica Kpler, informó que los países miembros de la Unión Europea compran ahora más gas natural licuado (GNL) ruso que incluso antes del inicio de la operación militar especial de Moscú en Ucrania. Según el informe, entre enero y julio de 2023, las naciones del bloque comunitario importaron un total de 22 millones de metros cúbicos de GNL, frente a los 15 millones que se compraron en el mismo periodo de 2021, lo que supone un aumento del 40%.
España es el segundo principal comprador mundial de GNL ruso, seguido de cerca por Bélgica. En esta clasificación, China es el mayor importador mundial del hidrocarburo ruso.
Y aún frente a un aumento de la demanda del gas ruso, los precios se dispararon tras el anuncio de huelgas en la empresa Chevron y la paralización de la exportación en las plantas australianas de Gorgon y Wheatstone. En tanto, el mercado mostró su preocupación este mes por los conflictos laborales en Australia, ya que «las huelgas podrían limitar el suministro mundial durante un período crucial, cuando Europa se prepara para el invierno».
¿Existe posibilidad de conciliación del imperio con las naciones postergadas? ¿Existen aliados del imperio?
La historia ya demostró que, frente a una sociedad de la supremacía de lo individual, del «Self-made man», de la supremacía del capital puesto al servicio de los grandes negociados vestidos de libre mercado, no han dejado más que sangre derramada. Las crisis financieras producto de las mismas burbujas especulativas, no dejan de ser claros ejemplos de la fantasía del mercado que se cimenta en el hambre de unos muchos. La generación de la ilusión de la movilidad social ascendente, junto con el respeto de las libertades individuales y la igualdad formal ante la ley, ya generó bastas ilusiones irrisorias en una sociedad que, con falta de esperanzas por una alternativa posible, se resguarda en sí misma convirtiendo la indiferencia en virtud moral.
Pero no todos toman tal postura, y esto se ve a la luz de los levantamientos que se vienen produciendo en el continente africano. El reciente golpe en Gabón es el segundo que se produce en un mes en África, después de que el Ejército tomara el poder en Níger el pasado 26 de julio. Además, Gabón se une a la lista de países que sufren un golpe de Estado en los últimos tres años: Mali entre agosto de 2020 y mayo de 2021, Guinea-Conakri en septiembre de 2021, Sudán en octubre de 2021 y Burkina Faso entre enero y septiembre de 2022.
El grupo de militares gaboneses anunciaron la cancelación de las elecciones y la disolución de “todas las instituciones de la República”. Acontecimientos que se dan después de que la autoridad electoral anunciara la reelección del presidente Ali Bongo Ondimba, quien estuvo en el poder durante 14 años. Aunque el mismo solo ha reemplazado a su padre, Omar Bongo, quien ya estuvo al frente del país desde 1967.
Imágenes televisivas mostraron a cientos de personas que se concentraron al mediodía en las calles de Libreville, la capital de Gabón, para celebrar la acción sediciosa. Es así que, frente al calor del apoyo popular, los recientes golpes en el continente africano buscan una resignificación frente a la falta de respuestas que atormentaron históricamente a la economía de los pueblos africanos.
El mundo postergado necesita respuestas y el imperio no las encuentra. O no las quiere buscar. De parte de Occidente, pareciera que sus esquemas de financiamiento bélico y apoyo están lejos de plantear una alternativa posible, posibilitando así el desmembramiento en el seno interno de la Unión Europea. Seguir el rumbo marcado por los estadounidenses no les costó poco a los países europeos. Y aún dentro de esa lógica de apoyo económico-militar para Ucrania, poco parece que ha sido capaz de resolver, como lo poco que pudo resolver a lo largo de la historia. La marginación de los países periféricos no es casualidad, y tanto los países latinoamericanos como el continente africano saben muy bien del tema. Los alzamientos de los pueblos africanos responden a ese problema, porque si hay una certeza histórica es que, si las respuestas no llegan, el pueblo hará llegar las suyas. Pueblos que fueron colonias francesas, reclaman frente a su situación ignominiosa. Porque sus problemas son el sustento y la base sobre las que se forjó el mundo occidental.