
INFORME
¿Cuándo nació
la izquierda peronista?
4 de Diciembre de 2025
Por: Florencia Loberche
Del golpe del ’55 a la primera guerrilla rural peronista: cómo la resistencia abrió paso a una nueva forma de hacer política.
La resistencia peronista tiene una historia de larga data en nuestro país: comenzó con el bombardeo a Plaza de Mayo en 1955 y sigue -aunque con menor radicalidad- hasta nuestros días. Habiendo transcurrido ya tanto tiempo uno podría pensar que lo más valioso de su resistencia no es el mero hecho de resistir, sino la oportunidad que inaugura ese proceso de oposición: que no es ni más ni menos que la posibilidad de reestructurar el modo de hacer política. Luego de 1955 esa reestructuración dio lugar al peronismo de izquierda, una vertiente revisitada de manera parcial en la historiografía.
Los estudios sobre el tema suelen vincularse a la etapa de acción de los grupos guerrilleros más significativos, propios de la década del setenta. Pero se suele olvidar que existió un grupo que ha dejado en la memoria del peronismo de izquierda una huella que transformó y se integró en la tradición combativa de la década siguiente: ese grupo fueron Los Uturuncos, la primera guerrilla rural y peronista de Argentina. Para enmarcar el surgimiento de esta vertiente es necesario recuperar primero lo que implicó la Revolución Libertadora, el verdadero parteaguas del peronismo.
Un nuevo modo de hacer política
El bombardeo a Plaza de Mayo y la proscripción del partido resignificaron la política argentina propiciando un nuevo sentido a ese presente, haciendo que el movimiento sufriera grandes transformaciones que terminaron profundizando su heterogeneidad constitutiva, pero por sobre todo, generando entramados crecientemente diferenciados en su interior (Codesido, 2020: 367). Si algo había quedado demostrado con el golpe era la imposibilidad del orden capitalista argentino para tolerar al peronismo como lógica reformista de integración (Acha, 2012: 91). Esta transformación impactó directamente en el peronismo que no había previsto el abandono del orden constitucional y -por ende- carecía de estructuras organizadas por fuera de las gubernamentales. Este contexto de ingenuidad lo obligó a aprender un nuevo modo de hacer política que implicó la puesta en marcha de otros actores y estrategias.
La década de los sesenta fue un momento de mayor fluidez para las identidades políticas y la figura del peronismo como reordenador de las significaciones de la cultura de izquierda fue tan significativa que gran parte de sus actores se orientaron a un nacionalismo de izquierda. Esto facilitó el mestizaje de militancias y la aparición de nuevas organizaciones que valorizaron el fenómeno peronista (Campos, 2017: 124). De hecho, la experiencia de Uturuncos responde -en gran medida- a dicha reinterpretación del discurso.
Pero ese “nuevo modo de hacer política” tambien es consecuencia de una serie de fenómenos políticos e ideológicos de escala trasnacional -que junto con el golpe de 1955- habilitaron una reinterpretación al interior del movimiento que iría acompañado de una resignificación más general de los postulados y premisas de la izquierda (Friedemann, 2018: 494).
Los ejemplos internacionales -la Revolución Cubana, la Guerra de Vietnam, las luchas de liberación en Africa, el impacto de La Batalla de Argel de Gillo Pontecorvo, las gestas del Che, entre otros- sirvieron para sintetizar las experiencias políticas revolucionarias que optaron por la lucha armada (Pozzi, 2012). Los Uturuncos formaron parte de esa reconfiguración político-ideológica del peronismo y, a su vez, de la nueva generación que se apropió de sus símbolos y emparentó sus ideales revolucionarios con el regreso de Perón (Friedemann, 2018: 500).
Ahora si, hablemos de los tigres del peronismo
Los Uturuncos no fueron una guerrilla urbana oriunda de Buenos Aires (a pesar de que en una instancia posterior fue engrosada por militantes de esta provincia), sino que se consolidaron como una guerrilla rural y regional en las provincias de Tucumán y Santiago del Estero. El significado del hombre tigre marcaba la identidad del grupo y el pueblo del noroeste los reconocía como la guerrilla del Uturunco:
Sin convertirse en un significado único del personaje, es dable destacar el hecho de que la tradición oral rescata la ferocidad del Uturunco que proviene de su parte tigre y que su venganza contra los hombres es consecuencia de su resentimiento ocasionado por las muchas injusticias recibidas (Salas, 2015: 33).
La expansión de esta creencia y el mito construido en torno a la figura del hombre tigre provocó que la policía y el Ejército desconocieran durante meses la verdadera identidad de quien los dirigía (Salas, 2015, 21). Pero la identidad colectiva de los Uturuncos no se basaba en lo que sus miembros tenían en común, por el contrario, se basaba en el hecho de no pertenecer a los otros (Hobsbawm, 2000: 117): de contraponerse a la oligarquía criolla, los gorilas, las empresas extranjeras, la burguesía y el imperialismo.
Como grupo actuaron aproximadamente un año, entre octubre de 1959 y junio de 1960, al calor de la Revolución Cubana y al liderazgo de John William Cooke en la llamada línea insurreccional que alentaba Perón desde el exilio. La figura de Cooke terminó siendo central porque identificaba al peronismo con las luchas de liberación nacional en el Tercer Mundo (James, 1990: 206) y esto le permitió situar su apología de la guerra de guerrillas.
Primeras acciones y la organización de los operativos
La estructura de organización de Los Uturuncos ha estado construida desde los inicios por el comandante ‘Uturunco’ -Juan Carlos Díaz- y el comandante ‘Puma’ -Félix Seravalle-. Sus acciones estaban guiadas por el factor sorpresa y las primeras de ellas fueron en procura de armamentos:
- La primera subida al monte fue en la madrugada del 25 de octubre de 1959 y estuvo protagonizada por varios hombres, entre ellos Juan Carlos Díaz. El operativo había consistido en descender a la ciudad de Concepción e iniciar un incendio generando una maniobra distractiva para poder asaltar el cuartel de bomberos y así aprovisionarse de armamentos. Sin embargo, el primer operativo fracasó.
- El segundo intento fue el asalto a la comisaría Frías, su hazaña más exitosa y una proclama concreta a la revolución. Las fuerzas represivas los esperaban en Tucumán, pero los Uturuncos atacaron en Santiago del Estero sumando a un grupo de santiagueños conducidos por Felix Serravalle -comandante operativo- y Genaro Carabajal, el comandante ‘Alhaja’ -conductor del grupo-. El asalto a la comisaría Frías se llevó a cabo la noche de navidad de 1959 y la guerrilla se completó con 19 hombres (cinco santiagueños y el resto tucumanos):
En un operativo ordenado, y sin disparar un solo tiro, cincuenta guerrilleros al mando de un hombre “alto, de cutis blanco, de aproximadamente treinta y cinco años de edad, que vestía uniforme del Ejército Argentino”, a quien llamaban “comandante Uturunco”, habían asaltado la jefatura de Frías y se habían llevado cinco revólveres marca Eibar calibre 38, dos pistolas marca Ballester-Molina calibre 45, tres pistolas Tol, del mismo calibre y cinco carabinas automáticas modelo 1909. Según el parte policial se llevaron todos los uniformes, 300 pesos de los policías, 560 pesos de la comisaría y 27 mil pesos del camionero y una bandera argentina – La Gaceta de Tucuman, 26 de diciembre de 1959 (extraído de Salas, 2015).
La proclama de Los Uturuncos era contundente:
No se puede comprender una lucha sin una proclama, sin los puntos fundamentales, tres o cuatro para que la población los entienda: el regreso incondicional de Perón, la tierra para la gente que no la poseía y convocabamos a la lucha armada en defensa del patrimonio nacional por la entrega que había hecho Frondizi del petróleo (Entrevista al Puma Serravalle).
Cabe destacar que si bien algunos sectores de las fuerzas armadas sostenían que Los Uturuncos eran comunistas, la realidad es que sus integrantes estaban formados en una concepción nacionalista y peronista (Salas, 2015) y aunque durante la resistencia posterior a 1955 se habian limado asperezas, el recuerdo de los comunistas activando en contra de Perón en 1945 y el tradicional anticomunismo del movimiento era un freno a la hora de subordinarse a la experiencia cubana (Salas, 2015: 164).
Uturuncos en su periodo de inactividad
14 años después de sus operaciones (entre 1973 y 1974) elaboraron dos documentos que han permitido hacer una revisión histórica ampliada: Aporte para la liberación nacional (publicado en 1973) y Evaluación de nuestra experiencia (publicado en la Revista de Frente en el año 1974).
Evaluación de nuestra experiencia es un documento crítico que repone el balance por parte de Uturuncos a 15 años de sus operaciones. Fue publicado en julio de 1974 en la Revista De Frente y firmado con el nombre Uturunco. A lo largo del todo el documento es posible identificar una crítica recurrente: la falta de un proyecto de toma del poder, la falta de homogeneidad política, la falta de un proyecto a nivel nacional y la inexperiencia en la construcción de una organización revolucionaria.
Gracias al aporte de Melón Pirro (2009) es posible establecer un paralelismo entre este documento y lo planteado por Cooke. Según este último, había que proceder a un “reajuste y reorganización del movimiento”, habida cuenta de la falta de organicidad y cohesión que lo caracterizaban desde 1955 y cuyos principales defectos se sintetizaban en: 1) confusionismo en cuanto a las directivas auténticas y proliferación de consigas a menudo contradictorias, 2) poca rapidez de maniobras, 3) alto grado de anarquía, 4) dispersión de energías, 5) lentitud para la comunicación y lentitud de consignas, 6) improvisación y exceso de individualismo y 7) división y lucha entre grupos y dirigentes (Melón Pirro, 2009: 114).
Resulta evidente que el pensamiento y accionar de Cooke -en un sentido amplio- y la experiencia cubana -en un sentido concreto- han sido retomados por Uturuncos como factores, herramientas y concepciones que guiaron una nueva forma organizativa adecuada a la realidad política de aquel período. Siguiendo esta línea, al indagar el motivo por el cuál habían escogido lo rural como terreno de lucha mencionaban:
No se descartaba lo urbano, sino que se veían como dos campos diferentes, con distintas funciones. Lo urbano seguiría actuando a nivel de pequeños grupos comandos con actos de sabotaje, concientización, reclutamiento de cuadros, por una parte y como apoyo logístico de la guerrilla rural por otro. Lo rural, por la posibilidad, dado lo propicio del terreno, de la formación de un ejército, en cuyo desarrollo fuera capaz de enfrentamientos con el ejército regular. En esta concepción influyó notablemente la experiencia cubana (Evaluación de nuestra experiencia, 1974, Revista De Frente Nº11, 32).
El predominio por lo rural se comprende en consonancia con el lugar de surgimiento del grupo (el noroeste). No obstante, -y en una visión más amplia- Uturuncos consideraba que existía un desarrollo desigual entre Buenos Aires y las provincias. Su diagnóstico basado en la regionalización y no provincialización implicaba superar la administración liberal, anacrónica e ineficaz para lograr que la Nación y las Regiones sean una unidad compacta, expeditiva y solidaria:
En la Argentina crece anualmente la población urbana más del 3%, contra 1,5% la población general y 0,4% la población rural que queda en el campo, es decir, la masa humana de las ciudades avanza casi 30 veces más rápida que la del campo ¿Hacia dónde nos conduce semejante contradicción entre el campo subpoblado y la ciudad superpoblada, en función del latifundio rural y de un capitalismo irracional en las Ciudades? (Aporte para la liberación nacional, 1973: 9).
Reponer a quienes consideraban los otros -los enemigos- requiere un abordaje más profundo ya que implica indagar las contradicciones al interior del movimiento peronista. Al explorar Evaluación de nuestra experiencia, se pueden identificar dos enemigos concretos: 1) el imperialismo y la burguesía y 2) la burocracia política y sindical. Según Uturuncos, esta última jugó un papel importante en la desintegración del grupo:
Además de los ya mencionados, hubo un factor que jugó un importante papel en la desintegración de la organización: el manejo de la burocracia política y sindical del movimiento que trató por todos los medios de frustrar el proyecto Uturunco, ya que él mismo le creaba contradicciones con el sistema del cual era partícipe, por un lado y con la masa peronista por otro, al no asumir ninguna actitud de lucha (Evaluación de nuestra experiencia, 1974, Revista De Frente Nº11, 33).
Las críticas de Uturuncos también estaban dirigidas a la candidatura y figura de Frondizi, reconociéndose como parte de aquellos sectores dentro del peronismo que optaban por la abstención. No es casual que el año 1959 -surgimiento de Uturuncos-haya sido el momento de mayor combatividad obrera. A nivel político se expresaba la voluntad de los trabajadores para oponerse al mantenimiento de la proscripción del peronismo y, a nivel económico, la determinación de resistir el plan de estabilización que se estaba implementando para equilibrar desde el punto de vista macroeconómico al país (Portantiero, 2015: 3). Según Uturuncos:
Con Frondizi en el gobierno, la burocracia del movimiento se reacomoda y participa activamente desde el régimen, mientras que la clase trabajadora y los sectores combativos del movimiento peronista siguen siendo desplazados y no inciden en las decisiones del poder político (Evaluación de nuestra experiencia, 1974, Revista De Frente Nº11, 32).
Los motivos que llevaron a la disolución de Uturuncos a fines de la década del sesenta, se entienden -según sus evaluaciones- en consonancia con los siguientes errores: 1) falta de apoyo económico, 2) falta de homogeneidad política, 3) falta de un proyecto a nivel nacional y 4) falta de un desarrollo organizativo. No obstante, aunque táctica y militarmente Uturuncos es derrotado, a nivel estratégico y político inserta la semilla, perfila la herramienta, da la punta para transformar la realidad: la necesidad de la lucha armada como método imprescindible para la toma del poder (Evaluación de nuestra experiencia, 1974, Revista De Frente Nº11, 33).

Aporte para la liberación nacional, a diferencia de Evaluación de nuestra experiencia, es un documento dirigido al pueblo, tal como lo expresa su título: Mensaje de los “Uturuncos” al pueblo argentino. Fue publicado en agosto de 1973, 14 años después de sus hazañas. El archivo contiene un claro tinte revolucionario y engloba diferentes puntos que los Uturuncos consideraban fundamentales para concretar la revolución: hace falta volver al espíritu revolucionario de mayo de 1810 para llevar adelante una “segunda revolución” (Aporte para la liberación nacional, 1973: 2).
Aporte para la liberación nacional -además de ser un manifiesto político- es una contribución teórica y rigurosa con vistas a la liberación nacional. A lo largo de todo el documento, los Uturuncos hacen una revisión del pasado y el presente con vistas al futuro, ponderandose -junto a Montoneros, las FAR, la Juventud Peronista, la Juventud Universitaria Argentina, la Juventud Trabajadora Peronista, entre otros- como aquellos que lucharon por el regreso de Perón al poder: después del golpe gorila del año 1955, los “Uturuncos” hemos sido los primeros en la acción revolucionaria, cuando los gobiernos desarrollistas, sometidos a la oligarquía criolla y al imperialismo, entregaban al país al gran capital financiero internacional (Aporte para la liberación nacional, 1973: 1).
Su concepción de desarrollo se basaba en un socialismo nacional que se diferenciaba de los modelos planteados por los países vecinos como es el caso de Brasil, al cual denominaban como el gendarme del imperialismo yanqui en Sudamérica. El acercamiento y reivindicación a la concepción socialista es recurrente y se explica -en gran medida- por la articulación -discursiva, y luego política- entre peronismo y socialismo luego de 1955. Sin embargo, -a pesar del limbo ideológico- sus diagnosticos se construyen sobre una base nacionalista y peronista:
Estamos con los pueblos latinoamericanos que luchan por su liberación nacional contra el imperialismo. Hacemos nuestras las palabras proféticas de Perón: el año 2000 encontrará unida a la América Latina o colonizada, desintegrada. Por consiguiente, luchamos por una Patria Grande para los 750 millones de latinoamericanos que seremos en el año 2000 (Aporte para la liberación nacional, 1973: 23).
No queremos una democracia delegada, el país exige medidas revolucionarias (Aporte para la liberación nacional, 1973) han sido premisas construidas al final del documento que se explican -en parte- porque los Uturuncos consideraban que si la esperanza popular del peronismo decaía estarían las condiciones objetivas y subjetivas para otro 1955. En consonancia con esta línea planteaban la autogestión como oposición al autoritarismo y al culto de la personalidad.

En líneas generales, ambos documentos revisten un análisis crítico de lo que implicó la resistencia peronista luego del golpe de 1955, más están dirigidos a un interlocutor distinto. Evaluación de nuestra experiencia es un archivo que tiene como fin último realizar un balance de lo que significó implementar orgánicamente el proyecto político-militar durante los sesenta, dialogando críticamente con aquellos sectores que no consideraban a la lucha armada como un camino viable. Aporte para la liberación nacional, por el contrario, es un documento extenso y riguroso con un alto grado de análisis teórico -económico, político, cultural- y está dirigido concretamente al pueblo argentino.
Asimismo, es un documento que se mueve al compás de diferentes temporalidades (reinterpreta el pasado y revisa el presente con vistas al futuro) pero manteniendo las concepciones que hizo de Uturuncos una auténtica guerrilla rural peronista: Los “Uturuncos” hoy como ayer estamos: por la liberación nacional!, por una patria socialista!, por una patria grande latinoamericana!, por la unión de todas las organizaciones revolucionarias! (Aporte para la Liberación Nacional, 1973).
Tanto Evaluación de nuestra experiencia como Aporte para la liberación nacional pueden ser vistos -además de lo ya planteado- como un intento por preservar la memoria de los Uturuncos. Si se toma en consideración que el presente contiene y construye la experiencia pasada y las expectativas futuras (Jelin, 2002: 12), se puede leer a ambos documentos -escritos en democracia entre 1973 y 1974- como una lucha por definir y nombrar lo que tuvo lugar durante el periodo de resistencia y -sobretodo- para evitar que esa historia pasada se repita en las expectativas futuras.
Una reflexión sobre la experiencia de Uturuncos
El abandono del orden constitucional -luego del golpe de 1955- forzó a los actores al aprendizaje de un nuevo modo de hacer política: es ahí donde se enmarca el accionar de Uturuncos. Su historia se corresponde con la vertiente peronista de izquierda que imperó durante la década del sesenta, a pesar de que su experiencia haya sido soslayada e integrada meramente como un antecedente lejano de lo que fueron las guerrillas de los años setenta.
Bajo la proclama de construir una organización revolucionaria para la toma de poder y así lograr el regreso de Perón, han dejado en la tradición combativa la herramienta a nivel estratégico y político para transformar la realidad en tiempos de resistencia y proscripción. Su experiencia fue una de las tantas reinterpretaciones y mutaciones del peronismo y si algo nos deja su historia es que no se trata de juzgar procesos, sino de comprender lo que planteó Hobsbawm (2011): desde el momento en que cualquier conjunto de ideas sobrevive a su creador, cesa de estar confinado a sus intenciones y contenido originales.
Fuentes
- Entrevista al Puma Sarravalle. Link: https://eltopoblindado.com/opm-peronistas/uturuncos/entrevista-al-puma-sarravalle-primera-parte/
- Aporte para la liberación nacional, agosto de 1973 (extraído de El Topo Blindado). Link: https://eltopoblindado.com/opm-peronistas/grupo-uturunco/aporte-para-la-liberacion-nacional/
- Evaluación de nuestra experiencia, Revista de Frente, Nº11, julio de 1974. Link: https://eltopoblindado.com/opm-peronistas/uturuncos/uturunco-evaluacion-historica/
Bibliografía
- Salas, E. (2015). Uturuncos: el origen de la guerrilla peronista. Editorial Punto de Encuentro.
- Codesido, N. (2020). La trayectoria de Julio Troxler: radicalización política entre los orígenes y el desarrollo de la izquierda peronista (1955-1974).
- Hobsbawm, E. J. (2011). Cómo cambiar el mundo: Marx y el marxismo 1840-2011.
- Hobsbawm, E. (2000). La izquierda y la política de la identidad. New Left Review, 24, 114-125.
- Friedemann, S. M. (2018). La izquierda peronista de los años sesenta como fenómeno argentino de la llamada nueva izquierda.
- Pozzi, P. (2012). La polémica sobre la lucha armada en Argentina. El Topo Blindado.
- Acha, O. (2012). Un revisionismo histórico de izquierda: y otros ensayos de política intelectual. Ediciones Herramienta, Buenos Aires, Argentina.
- Campos, E. J. (2017). ¿De fascistas a guerrilleros?: Una crítica a la historiografía del Movimiento Nacionalista Tacuara y sus derivas hacia la izquierda peronista en la Argentina.
- James, D. (1990). Resistencia e integración: el peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-1976. Editorial Sudamericana.
- Melón Pirro, J. C. (2009). El peronismo después del peronismo: resistencia, sindicalismo y política luego del 55. Siglo XXI.
- Portantiero, E. D. (2015). Estado de excepción y contrainsurgencia: el Plan CONINTES y la militarización de la seguridad interna en la Argentina (1958-1962).
- Tortti, M. C. (2007). El peronismo, la revolución cubana y las transformaciones de la identidad socialista a principios de los sesenta. I Jornadas Nacionales de Historia Social (La Falda, Córdoba, 30 de mayo al 1 de junio de 2007).
- Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Siglo XXI de España Editores.
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