
COMUNIDAD
La imaginación
vence al tiempo
1.- La casa está en orden
Nunca es fácil comenzar cosas en diciembre, tiempos de brindis y balances, me siento frente al teclado y digo ya fue, hago un resumen del año y no´vemo´el lune´. Pero no, se que algo saldrá y lo reprimido es deuda. Cuando no se me ocurre nada para escribir, encuentro inspiración en las tareas domésticas. Al ritmo del lavarropas, mi cabeza funciona mejor.
Fue en uno de esos momentos de lucidez en el que decidí tirar a la basura más de una decena de libretas y cuadernos que me acompañaban desde hace por lo menos veinte años. Siempre con un yo del pasado al alcance de la mano, las libretitas funcionaban también como agendas de lo que fui. Como que dentro de 20 años vuelva sobre este texto y recuerde aquel día que tiré mis nubes analógicas al tacho.
Antes de mandarlas a disposición final, agarré una de las viejitas: Parece que un jueves 13 de marzo de 2008 participé en una reunión de una ONG ambientalista para organizar un plan de lucha contra la megaminería en Agua Rica, Catamarca. El pueblo ya había conocido el “beneficio” de La Alumbrera: “Se llevaron el oro y nos dejaron un hueco en la montaña”.
Escrito grande y remarcado, como un pedido de auxilio en una isla desierta, se puede leer: “¡El agua vale más que el oro!”. Jejeje, éramos tan verdes.
Cargué la bolsa de basura hasta el contenedor y sentí algo parecido al alivio. Un pequeño duelo, experimentar la subjetividad de los objetos. Muchas veces esas libretas me servían como inspiración para comenzar a escribir cuando no se me ocurría nada, inteligencia artesanal, la posibilidad de agarrar alguna página y encontrar una llave, un mapa, un sendero. Ahora que las abandoné para siempre, me aportan este nuevo comienzo desde su ausencia.

2.- Mi vieja mula ya no es lo que era
Parafraseando a Jameson —una vez más—, digamos que parece más fácil imaginarse el fin del peronismo que el fin del capitalismo. Reconozcamos que, a esta altura, el capitalismo nos constituye; estamos inmersos en su lógica. La herramienta funciona transparente, invisible, invencible.
La idea de lucha de clases siempre fue ajena a nuestro movimiento. Claro que hubo intentos: Juan Domingo Perón le clavó el visto epistolar a John William Cooke cuando este lo arengaba para dejar la España franquista y asentarse en la Cuba revolucionaria de Fidel Castro. Cooke nunca convenció a Perón de que la ideología sólo podía ser la del proletariado o la burguesía, no había lugar para terceras posiciones.
Los peronismos de la democracia nunca pretendieron transformar la matriz macroeconómica; nadie planteó con sinceridad ir a fondo. En definitiva, las diferencias sustanciales fueron los mayores o menores niveles de soberanía política e independencia económica, condición necesaria pero no suficiente para garantizar la justicia social. Quedamos a mitad del camino, en apenas una reproducción edulcorada del status quo. Quizás Néstor y Cristina fueron los últimos que plantearon algunas disputas estructurales, la que quedó fue la AUH, en el resto se fracasó (ley de medios, democratización de la justicia, resolución 125).
A Néstor le explotó el corazón en el cuerpo y Cristina Fernández está condenada a partir de un juicio totalmente amañado. Alberto en su prime, amagó con Vicentin, mejor no hablar de ciertas cosas, garganta poderosa pero profunda también eh.
Si el peronismo no puede pensarse por fuera del capitalismo, si la lucha de clases no está en nuestra doctrina, si los trabajadores en su mayoría dejaron de creer-nos, si los jóvenes desconfían de nuestras narrativas tautológicas… ¿en qué nos convertimos? ¿En un conglomerado de relatores unidos por la nostalgia? ¿En una jaula identitaria segura para el porteño de clase media? ¿En predicadores sin pueblo?
¿En qué nos convertimos? ¿En un conglomerado de relatores unidos por la nostalgia? ¿En una jaula identitaria segura para el porteño de clase media? ¿En predicadores sin pueblo?
Últimamente, cuando se habla de peronismo, ya no se habla de un sujeto de acción sino de un objeto de estudio: la interna macrocefálica del AMBA. La angustia, creo, viene de saber que no alcanza con deshacerse de lo viejo, tirar las libretas a la basura; se trata de crear, proponer algo nuevo, planificar.
Dejar de ver al peronismo como un objeto de apego emocional y usarlo como una plataforma propulsora de futuro.
El peronismo no es un fin en sí mismo; es la herramienta que tenemos a mano para construir la felicidad del pueblo.
Hoy esa herramienta parece estar rota, y por lo tanto, como enseñó Heidegger en Ser y Tiempo: “cuando una herramienta deja de servir, se vuelve obstinadamente presente. La rotura interrumpe el flujo de la ocupación. La herramienta deja de ser pronta-a-la-mano y se convierte en un objeto que está ante-los-ojos. Ya no es con lo que martillamos, sino este martillo pesado y roto que estorba. En su falla, revela toda la red de relaciones (el taller, la obra, el propósito) de la que formaba parte”.
El peronismo no es un fin en sí mismo; es la herramienta que tenemos a mano para construir la felicidad del pueblo.

3. No estas deprimido estas viendo demasiados reels
El otro gran Facundo Cabral (😂) popularizó la frase: “No estás deprimido, estás distraído” lanzada antes de la era digital, esa sentencia nos aparece más vigente que nunca.
Lo que llamamos depresión contemporánea contiene, con frecuencia, el duelo por una atención que ya no nos pertenece. Tenemos un solo tiempo y no es el nuestro, recuperar nuestra energía psíquica no es solo un acto de autocuidado, sino de soberanía existencial.
Franco “Bifo” Berardi en su libro Futurabilidad dice que estamos ante una gran mutación cognitiva provocada por el espacio digital, esa mutación se basa en la captura de nuestra atención, imaginación, memoria e intencionalidad. En la sociedad digital, la atención humana es el recurso escaso. Cada notificación, cada scroll infinito, cada algoritmo de recomendación está diseñado para capturar y monetizar momentos de nuestra conciencia. Esta “economía de la atención” nos convierte en productores inconscientes de datos mientras agotamos nuestro capital cognitivo y emocional, salimos de ahí vacíos, aislados y tristes.
La desterritorialización del empleo y la fragmentación tecnológica del cuerpo social es una respuesta posible a la pregunta de ¿por qué no se rebela el pueblo contra la opresión?
Es diciembre y, a pesar del industricidio —que aquí Sisto lo cuenta muy bien—, no hay estallido a la vista. Los trabajadores ya no se sienten parte de una comunidad viva y compiten entre ellos en condiciones de soledad, organizar solidariamente a los trabajadores autónomos es una tarea urgente.
Crecí en una época en donde la palabra diciembre venía asociada a saqueos y caos social. El último diciembre trágico fue en el 2013, la mitad de la policía estaba acuartelada en Tucumán y la otra mitad organizaba los saqueos. Primero fueron a las grandes cadenas de supermercados y hasta ahí no parecía tan dramático pero se desmadró y terminó siendo un todo contra todos que terminó con una decena de muertos. Mientras tanto, en Plaza de Mayo, CFK bailaba con Fuerza Bruta festejando los 30 años de democracia. No lo soñé: escuché al chino —era coreano— del super Condor de la vuelta de mi casa en el barrio de Villa Luján gritando del dolor, atado con una manguera a un árbol y siendo testigo de cómo se llevaban hasta los últimos estantes de su negocio. A los pocos días se ahorcó en ese mismo árbol, no llegó a la navidad.
Los trabajadores ya no se sienten parte de una comunidad viva y compiten entre ellos en condiciones de soledad, organizar solidariamente a los trabajadores autónomos es una tarea urgente.
En Argentina, un diciembre en paz siempre es un gol para cualquiera que gobierne.
Tengo la certeza de que el pueblo argentino es mucho más de lo que puede decirse de él en un canal de streaming o en este texto. No hay que subestimarlo ni aún cuando parece caminar la cancha, cuando ajeno aguanta, trabaja y reza.
De la casa al trabajo y del trabajo al otro trabajo porque ya nadie puede vivir de un solo sueldo. El trabajador argentino paga para ver con el sudor de su frente, con lo que le queda de espalda, con lo que le queda de organización.
La democracia es algo en lo que todavía creo, casi una cuestión de fe, no la fe del que espera un milagro, sino la del que siembra en el desierto confiando en una memoria de lluvia. Sin fe no hay esperanza, todavía quiero creer que somos parte de algo más grande y me pongo a disposición de ese llamado.
Es el momento de las nuevas formas, la imaginación vence al tiempo, al final, la política también es poesía: el arte de nombrar lo que todavía no existe, de escuchar en el ritmo del lavarropas y en el silencio de un diciembre en paz, la melodía futura que se gesta desde las bases y que comprende que el peronismo no inventó al pueblo, solo se ató a la estrella magnética y errante de su destino.
La política también es poesía: la melodía futura que se gesta desde las bases y que comprende que el peronismo no inventó al pueblo, solo se ató a la estrella magnética y errante de su destino.
Les deseo unas muy felices fiestas y un gran comienzo de año, yo llego medio quemado pero feliz de tener este espacio, estas son mis nuevas libretas abiertas al público en general, con la convicción intacta de que la patria existe y de que otro presente es posible.
Quería despedirme tirando alguna buena y salió apenas esto, Tucumán y Buenos Aires tienen en común este calor pegajoso y familiar de diciembre. Este es mi posteo número #24 en las Fuerzas del Suelo y solo puedo darles las gracias por ayudarme a seguir escribiendo.
Si llegaste hasta aquí, te perdiste 47 reels.
Les mando un abrazo enorme!
PD: Las pinturas que ilustran el posteo son del pintor tucumano Víctor Quiroga (1955 – 2021), un excelente artista y gran persona que tuve el honor de conocer. Quiroga fue una de las figuras del nuevo realismo latinoamericano, concretamente de la corriente denominada el Mito Real, un artista de las fuerzas del suelo. Abrazo al cielo.

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