Volver a Perón: análisis electoral e ideas para la construcción de una Patria Libre, Justa y Soberana

Volver a Perón: análisis electoral e ideas para la construcción de una Patria Libre, Justa y Soberana

Un error más que común a la hora de analizar la política, y por sobre todo la política electoral, es sobreestimar la fuerza de voluntad de los candidatos o dirigentes políticos. Esto se mostró reflejado en la equivocación masiva en la que cayeron muchos militantes y votantes del Frente de Todos cuando creyeron que Alberto Fernández podía realizar un proyecto político distinto al que realizó: aumento de la capacidad industrial y reactivación de la industria argentina (que se puede observar, fácilmente, en como crecieron los índices de capacidad industrial utilizada de 2019 para acá y como, año a año, crecieron la cantidad de empleos y empleos registrados), aumento del empleo y, sin ser contradictorio, caída del poder adquisitivo de los salarios y pauperización de las condiciones laborales. A su vez, la caída del poder adquisitivo de los salarios se sintió, mas agudamente, en los sectores bajos de la población, siendo los medios-altos y altos los que menos sintieron el ajuste paulatino pero constante que se viene realizando.

Desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la patria

Juan Domingo Perón
17 de Octubre de 1945

Y es que el proyecto político de Alberto Fernández no es el proyecto de Alberto Fernández. No creemos que haya sido incapacidad o ineptitud política de alguien que, no está de mas decir, tiene una experiencia probada en la administración del Estado. La política debe analizarse desde el complemento de dos miradas: primero, las condiciones objetivas sobre las que opera el candidato; y, segundo, que fuerza social representa. Los partidos y los frentes políticos electorales representan fuerzas sociales y alianzas de estas que tienen intereses particulares y, a su vez, intereses mas generales que les permiten realizar alianzas con otros sectores. Eliminar la sobreestimación de la voluntad de los dirigentes es el primer paso necesario para acercarnos a comprender un poco más el proceso.

Dicho eso, repasemos la historia reciente y no tan reciente. La crisis de 1929 casi terminó con el capitalismo a nivel mundial y, a nivel local, liquidó las condiciones objetivas del Modelo Agroexportador. La oligarquía terrateniente (la verdadera burguesía argentina) entendió que ya no había lugar en el mundo para seguir reproduciéndose solo a base de la exportación de ganado en pie. Es en este momento donde comienzan a darse un proceso de “industrialización” y a diversificarse, principalmente en todo lo que tenía que ver con agregarle valor a los productos del agro: cuero, bebidas, alimentos, etc. Junto a la diversificación de la burguesía tradicional nacieron nuevos núcleos, no tradicionales de la estructura de poder argentina, que se subieron a ese proceso de Sustitución de Importaciones. Pero a no olvidar: en el capitalismo, el campo es un subordinado de la ciudad. En la Argentina eso no es distinto. El campo es un subordinado de la ciudad, pero no de nuestra ciudad, si no de las ciudades inglesas o yanquis, los centros del capitalismo mundial. Y nuestras ciudades son subordinadas al campo. A su vez, esta migración campo-ciudad creó su propio enemigo: la clase obrera argentina. El gauchaje que perdía su lugar en la estancia, ya subordinado al modelo de producción capitalista, estaba listo para ingresar en la producción fabril y mezclarse con los inmigrantes europeos que habían venido exiliados o echados de sus países por comunistas. En la mezcla de esas dos tradiciones, de esas dos resistencias, nace nuestra clase obrera.

Sin embargo, con el crecimiento de la burguesía industrial, surge un nuevo problema, que es el desarrollo de una nueva disputa interburguesa entre la oligarquía que entraba y la que no entraba en el cada vez menor esquema agroexportador; y entre la naciente burguesía industrial y la burguesía terrateniente diversificada parcialmente en la industria. Ambos conflictos se resolvieron en favor de los sectores mas tradicionales y concentrados de la Pampa Húmeda: el primero, con el pacto Roca-Runciman, garantizó las condiciones de reproducción a una fracción minoritaria de los exportadores vacunos, liquidando al resto; el segundo, se resolvió con el rechazo gubernamental del Plan Pinedo, que proponía un proceso industrializador superador del modelo de sustitución de importaciones. La burguesía argentina resolvió que era correcta la industrialización, pero que esta sería subordinada a los intereses del campo y que, por lo tanto, sería una industrialización limitada, liquidando los sueños de Federico Pinedo (de la UIA) de realizar su plan. En esa Argentina no había lugar para la industria pesada ni, mucho menos, para la ciencia y la tecnología aplicada a producir medios de producción.

Es en ese marco de divorcio entre ambas fracciones sociales que la burguesía industrial es empujada a realizar alianzas con las otras fracciones de clase explotadas por el modelo oligárquico: la clase obrera, que venía combatiendo desde mucho antes de 1930 y en 1936 logra realizar la primera huelga general de Latinoamérica; y sectores de las capas medias profesionales que rechazaban las prácticas políticas de la Década Infame y la entrega del país a los capitales ingleses. Mucho antes de que Perón emergiera como líder popular, ya la Unión Industrial Argentina (los patrones) realizaban actos en conjunto con los núcleos de lo que luego sería la CGT, promoviendo puntos de acuerdos que resistieran el dominio de la oligarquía. Tal es así que es ahí donde se formula por primera vez, a inicios de la década del 40’, la idea de INDEPENDENCIA ECONÓMICA, SOBERANÍA POLÍTICA, JUSTICIA SOCIAL. La capa intelectual que pudiera sintetizar ese proceso se encontraba por fuera de todas esas fracciones sociales: el Ejército. Mucho antes de que Perón emergiera, existía el peronismo. Y, en palabras de el mismo, no fue un proceso que creara, sino que su liderazgo venía de analizar las condiciones y los procesos existentes y ponerse al frente. Para decirlo brutamente, el movimiento peronista es la alianza histórica de la clase trabajadora y los sectores del empresariado nacional en función de la consciencia común de que el dominio de la oligarquía y de su proyecto político es mas perjudicial para ellos que sus diferencias de clase.

Por otro lado, el fin del peronismo (1955 y 2015) es la perdida de ese entendimiento común a producto de las contradicciones entre la clase trabajadora y el empresariado nacional: en un momento del desarrollo, para poder seguir creciendo, el empresariado (que es empresario al fin) necesita realizar determinadas políticas que la clase obrera, mejorada su calidad de vida, no quiere permitir y que, al contrario, quiere combatir. El famoso “péndulo” de Perón son las condiciones materiales de la burguesía industrial, observables en el proceso del kirchnerismo: los controles económicos externos e internos en función de mejorar la calidad material fueron decisivos en la ruptura del Frente Para la Victoria con Sergio Massa y Alberto Fernández a la cabeza, quienes acusaban “radicalización” del proceso. Eso los llevó a aliarse, directa o indirectamente, con Cambiemos, que logró por primera vez un frente común de casi toda la burguesía argentina: empresariado nacional, el partido del campo (oligarquía diversificada en “holdings” después de la dictadura militar) y los grupos económicos locales y trasnacionales. Pero no fue el gobierno de los patrones, fue el gobierno de los CEO’s. Muy rápidamente, se mostró que fracción de la burguesía iba a ser la beneficiada de ese proceso y cual la perjudicada. La causa de los cuadernos, que dejó afuera del negocio de Vaca Muerta a gran parte del Círculo Rojo, fue el empuje decisivo que necesitaba el empresariado nacional para volver a aliarse a la clase trabajadora. En 2019 no había condiciones para hacer otra cosa que no fuera la alianza Cristina-Alberto-Massa, ya que los sectores que cada uno representaba necesitaban imperiosamente ganarle a Macri.

Y lo hicieron, juntos y conducido por el empresariado nacional, de forma que quien esperaba que el gobierno 2019-2023 llevara adelante otro tipo de decisiones, no entendió de que se trata la política. No es que Alberto es tibio y por eso no expropió Vicentín. No expropió Vicentin por la misma razón que no nacionalizó nada durante este proceso ni empujó ninguna obra seria que no tenga como objetivo abaratar los costos del empresariado: en el proyecto de la burguesía industrial no entra, como se imaginarán, la posibilidad de expropiar empresas. La segunda caracterización necesaria, eliminados el elemento del voluntarismo en la política, es que Sergio Massa NO es la Embajada de Estados Unidos. Sergio Massa es el empresariado industrial, el llamado Círculo Rojo (parte de la Asociación Empresaria Argentina). Dicho todo esto, el Frente de Todos es una conclusión y una alianza OBJETIVA de las fuerzas sociales argentinas.

Siguiendo de lo general a lo particular, resta ver porque el sector que menos votos aporta es el que conduce el Frente electoral. El peronismo es independencia económica, soberanía política y justicia social y su modelo político es el de la Comunidad Organizada. Sin embargo, y particularmente luego de la derrota de los 70’, se instauró la idea de que ese proyecto político podía llevarse delante de forma subordinada al capitalismo y no, como dice la Marcha Peronista, “combatiendo al capital”. Directamente de eso, deviene la absurda idea de que el movimiento de la clase trabajadora -en alianza con otros sectores- puede ser conducido por la clase trabajadora gracias a las instituciones que la oligarquía terrateniente creó para subordinar a la población a su proyecto: el Estado liberal y la democracia liberal burguesa. La alta abstención electoral observada en las distintas provincias acrecienta la idea de que esta democracia, y los dirigentes de esta democracia, no son representativos de grandes sectores de la sociedad. Y no basta ser un gran matemático para saber de que sectores de la sociedad particularmente: los votos que perdió el Frente de Todos desde 2019 son casi exactamente proporcionales al aumento de la abstención electoral y del voto en blanco.

Por otro lado, del estudio de las condiciones objetivas donde se desarrolla esa política surge una conclusión bastante evidente: el capitalismo está en una crisis muy aguda (para quien no quiera llamarla terminal) que explota, por primera vez, en Estados Unidos y Europa, sus centros. Además de todos los pueblos oprimidos, ahora sus sociedades no encuentran respuesta a su supervivencia en el actual sistema económico. Si ese es el panorama para ellos, el panorama para nosotros no puede ser mucho mejor. El casi pleno empleo con 60% de pobreza e indigencia son el único dato que necesitamos para saber que probando las mismas recetas no encontraremos resultados muy distintos.

No es que Alberto es tibio y por eso no expropió Vicentín. No expropió Vicentin por la misma razón que no nacionalizó nada durante este proceso ni empujó ninguna obra seria que no tenga como objetivo abaratar los costos del empresariado: en el proyecto de la burguesía industrial no entra, como se imaginarán, la posibilidad de expropiar empresas.

Dicho eso, el error mas garrafal que puede cometerse es volver a depositar toda la fe en un nuevo candidato ¿Creemos que entre los candidatos existen diferencias? Si. Pero lo que no creemos es que la política deba resumirse a esperar la emergencia de un líder salvador y, al contrario, pensamos que tiene que ver con construir desde cada lugar de pelea las condiciones para seamos los explotados de este sistema (el 99% de la sociedad) los que tomemos la conducción de la alianza, porque somos los únicos que tenemos plena consciencia de que no existe Comunidad Organizada mientras la oligarquía siga existiendo como clase social, saqueando al pueblo a través de los lock-outs, el contrabando y la especulación financiera. Que es imposible una patria libre, justa y soberana si el 1% vive vidas de lujo y gana miles de millones al año sobre la base de explotar al conjunto de la población argentina, muchos de los cuales no llegan a fin de mes o no tienen las cuatro comidas diarias garantizadas.

En cuanto a lo electoral, las decisiones que nos guían y los candidatos que apoyaremos tienen que ver con quien nos otorga mejores condiciones (o menos peores) para poder construir el proyecto político que, entendemos, resuelve los problemas de la sociedad. Es tiempo que la discusión de la hegemonía del Frente comience a darse. Pero también es igual de importante entender que ese Frente representa, aunque sea solo por oposición al proyecto oligárquico, los intereses objetivos del conjunto de la sociedad. Y que su unidad y victoria son condiciones indispensables para que podamos construir el sueño de Perón y Evita: un peronismo revolucionario y popular.


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