La comunidad desorganizada
Por: Facundo Cabral
Mientras Milei invierte el orden de los factores y conecta con el deseo real de la mayoría, la comunidad desorganizada vuelve a Perón en busca de respuestas. ¿La realidad de quiénes viene transformando la política?
Esto debe ser empezar. Escribo porque no formo parte de ninguna organización política. No estoy orgulloso de eso. Creo que voy a compartir lo que siento porque encontré mucha gente en la misma condición y todavía encojo los hombros cuando me preguntan: ¿qué hacemos?
Algunas de estas líneas nacieron como tuits aislados, reacciones espasmódicas a pequeñas porciones de nuestra cotidianidad política: sacar el veneno, salir de la angustia paralizante, una puteadita y seguir.
El domingo 19 de noviembre a las 18:25 recibí el mensaje: “nos hicieron mierda, es irreversible”. Un rato más tarde salió Massa y, todavía sin datos oficiales, reconoció la derrota.
De quedar a menos de 3 puntos de ganar las elecciones generales a perder el balotaje por más de 11. La caída fue durísima . Después del debate y los sucesivos desequilibrios mediáticos, Javier Milei parecía confundido y a punto de perder el control, pero el pueblo ya había encontrado un héroe y finalmente la victoria del león fue apabullante.
Yo tampoco la vi venir. Desde las elecciones de medio término en el 2021 todo indicaba que, en el peor de los casos, el presidente iba a ser Horacio Rodríguez Larreta. No dejaba de ser triste y una gran oportunidad perdida por parte de un gobierno de signo peronista, aunque no suponía esta ruptura abrupta de ciertos consensos básicos. Por aquel entonces Milei me divertía como un payaso mediático que, a base de gritos y zócalos disruptivos, eclipsaba a Juntos por el Cambio que ocupaba la centralidad de la oposición.
Hasta las PASO pensé, sinceramente, que Javier Gerardo Milei era un fenómeno mediático que a la hora de los bifes terminaría desinflándose.
Los resultados de las elecciones provinciales que llevaban candidatos identificados con Milei venían sacando números bajísimos. Por ejemplo aquí, en Tucumán, Ricardo Bussi intentó mimetizarse con el líder libertario replicando su discurso y sin embargo cosechó el peor resultado de su historia.
La sensación que tengo después de la derrota es como que algo se rompió para siempre, o peor… algo ya estaba roto y nosotros fuimos los últimos en darnos cuenta.
Milei nos refregó en la cara su espectáculo político y puso entre signos de interrogación la utilidad del Estado, la función del gobierno, la cultura política, la burocracia administrativa e incluso la noción de patria. De repente el loco nos fue dejando del lado de una cordura absurda, conservadora y cínica.
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Esto debe ser empezar. Escribo porque no formo parte de ninguna organización política. No estoy orgulloso de eso. Creo que voy a compartir lo que siento porque encontré mucha gente en la misma condición y todavía encojo los hombros cuando me preguntan: ¿qué hacemos?
Algunas de estas líneas nacieron como tuits aislados, reacciones espasmódicas a pequeñas porciones de nuestra cotidianidad política: sacar el veneno, salir de la angustia paralizante, una puteadita y seguir.
El domingo 19 de noviembre a las 18:25 recibí el mensaje: “nos hicieron mierda, es irreversible”. Un rato más tarde salió Massa y, todavía sin datos oficiales, reconoció la derrota.
De quedar a menos de 3 puntos de ganar las elecciones generales a perder el balotaje por más de 11. La caída fue durísima. Después del debate y los sucesivos desequilibrios mediáticos, Javier Milei parecía confundido y a punto de perder el control, pero el pueblo ya había encontrado un héroe y finalmente la victoria del león fue apabullante.
Yo tampoco la vi venir. Desde las elecciones de medio término en el 2021 todo indicaba que, en el peor de los casos, el presidente iba a ser Horacio Rodríguez Larreta. No dejaba de ser triste y una gran oportunidad perdida por parte de un gobierno de signo peronista, aunque no suponía esta ruptura abrupta de ciertos consensos básicos. Por aquel entonces Milei me divertía como un payaso mediático que, a base de gritos y zócalos disruptivos, eclipsaba a Juntos por el Cambio que ocupaba la centralidad de la oposición.
Hasta las PASO pensé, sinceramente, que Javier Gerardo Milei era un fenómeno mediático que a la hora de los bifes terminaría desinflándose.
Los resultados de las elecciones provinciales que llevaban candidatos identificados con Milei venían sacando números bajísimos. Por ejemplo aquí, en Tucumán, Ricardo Bussi intentó mimetizarse con el líder libertario replicando su discurso y sin embargo cosechó el peor resultado de su historia.
La sensación que tengo después de la derrota es como que algo se rompió para siempre, o peor… algo ya estaba roto y nosotros fuimos los últimos en darnos cuenta.
Milei nos refregó en la cara su espectáculo político y puso entre signos de interrogación la utilidad del Estado, la función del gobierno, la cultura política, la burocracia administrativa e incluso la noción de patria. De repente el loco nos fue dejando del lado de una cordura absurda, conservadora y cínica.
Hace tres gobiernos (12 años) que el país no crece, la pobreza está por arriba del 40%, la inflación no cede y todo lo que ya sabemos. No obstante, como en una realidad paralela, una buena parte de nuestros dirigentes políticos son cada vez más ricos. Esa es la verdadera grieta y no la ficción funcional que usa la clase política para conservar sus privilegios.
Nada que ver con el 2015. En ese momento también perdimos una elección pero había cierto horizonte común, todavía había un nosotros más o menos claro y una conducción no tan devaluada. Cantábamos “vamos a volver”. Incluso pensábamos en “volver mejores”. Lo cierto es que nunca se vuelve a ningún lado. No deberíamos pensar en volver, sino en volver a pensar un proyecto de país.
Todavía cuesta salir del relato gastado de unas cuantas creencias oxidadas, articuladas desde una lógica auto festejante que se encargó sistemáticamente de jibarizar la potencia creativa de nuestro movimiento.
Néstor nos repetía, y después nosotros repetimos con él, que la política es una herramienta para transformar la realidad. Veinte años después vemos al jefe de gabinete de la provincia de Buenos Aires en un yate tomando champaña como si estuviera en un videoclip del conejo malo
¿La realidad de quiénes viene transformando la política?
Milei acertó cuando invirtió el orden de los factores y transformó la política a fuerza de realidad. Incluso su mundo de fantasía virtual conectó mejor con el deseo real de la mayoría, se apropió de la movilidad social ascendente, de la libertad, de la rebeldía. Milei le ofreció a la sociedad argentina un lugar en el mercado. En videos virales de 15 segundos demostraba cómo podemos ser millonarios con sólo sacar al Estado del medio.
Cómo será la orfandad política que muchos volvimos a rastrear las huellas indelebles de Juan Domingo Perón. Volver al origen como quien busca una tabla para mantenerse a flote. Un amigo librero me dice que nunca vendió tanto peronismo, la comunidad desorganizada pide a gritos un manual de conducción.
Volver a Perón porque no hay ningún vivo que nos represente, o porque nuestros representantes se pasaron de vivos.
Uno de los que viene advirtiendo la profundidad del vacío y el grado de dispersión es Guillermo Moreno, el hombre de bigotes ganó pantalla y sumó millas de aire predicando la palabra del señor. Mientras habla de Perón y de la Justicia Social lo banco, tenemos doctrina y una historia de luchas y conquistas que configuran una dimensión misma del presente. Ahora, cuando apunta contra Kicillof como si fuera el enemigo, me permito dudar de sus buenas intenciones o de su capacidad para conducir. Justo contra Kicillof, que además de ganar la elección en la provincia más grande de Argentina, tuvo la “osadía” de proponer inventar nuevas canciones. Yo también tengo ganas de escuchar temas nuevos, ya es hora de que el peronismo pueda desear algo más que un estado presente.
En el mientras tanto dejo unos apuntes que hice del libro La Comunidad Organizada, por si no lo quieren leer entero.
El texto surge de una conferencia de Perón en el marco del primer Congreso de Filosofía Argentino realizado en Mendoza en 1949. Perón parte de un diagnóstico desolador, el General advierte que estamos ante la más profunda crisis de valores en la historia de la humanidad: la Verdad se convirtió en una cuestión de tendencia, una moda ajena al conocimiento. En semejante vacío proliferan las pequeñas tesis capaces de sembrar el desconcierto.
Estamos ante un problema de Cultura y Espíritu, el signo mecánico del materialismo intransigente ha privado a los hombres y mujeres de su sombra cósmica convirtiéndolos en seres resentidos y minúsculos, a este proceso lo llama “insectificación” y uno de sus síntomas es la náusea, náusea ante las leyes, náusea ante lo comunitario, náusea biológica anti organicista.
La náusea —como entelequia— opera sobre el desencanto individual y se transforma en la angustia de una sociedad sin proyecto común.
En clave aristotélica, Perón sostiene que el bien supremo no se realiza en la vida individual sino en el organismo supraindividual del Estado; nadie puede realizarse en una comunidad que no se realiza, no se puede ser feliz en soledad diría más tarde el gran Leonardo Favio, la ética culmina en la política.
Somos colectivistas, pero la base de ese colectivismo encuentra su raiz en el individuo, en ese signo indivisible que atesora una fe suprema en la humanidad por el solo hecho de existir.
Lo que nuestra filosofía intenta restablecer al emplear el término armonía es, cabalmente, el sentido de plenitud de la existencia. Al principio hegeliano de realización del yo en el nosotros, apuntamos la necesidad de que ese “nosotros” se realice y perfeccione por el yo.
El mundo moderno empuja incesantemente a sus víctimas, pero sin conducirlas a ninguna parte. La mejor forma de combatir el egoísmo es democratizar el placer, abrir las posibilidades del disfrute a sectores cada vez mayores de la humanidad.
Milei cabalga sus primeros días aferrado a una premisa que viene explotando muy bien: gobernar es entretener. Tiene a propios y ajenos debatiendo sus memes, sus dibujos generados con IA, sus gestos o el tamaño de sus pies. La apelación permanente a las fuerzas del cielo inhabilitan la posibilidad de un diálogo más o menos racional aquí en la tierra.
Su táctica consiste en hacernos caer en un estado de impotencia reflexiva. Somos conscientes de que las cosas están mal, pero más conscientes aún de que no podemos hacer nada al respecto.
En las imágenes photoshopeadas con IA, la comunicación de Milei encontró un punto de encuentro entre las mabeles y los criptobro, viraliza este Milei de la suerte y el dinero llegará solo.
Los mileiliebers consumen odio y el presidente es un gran dealer, se pasa el día en tuiter megusteando insultos o expresiones de una agresividad insólita. Su programa de gobierno no existe y su discurso es insostenible incluso en sus propios términos pero contradecirlo es “no verla”.
Milei se da el lujo de luchar contra comunismos imaginarios inventándose enemigos como si fuera un rapero inspirado. Ojo por aquí, Milei sabe baitear y la oposición está desesperada por morder el cebo.
Antes de terminar no quiero olvidarme de Federico Sturzenegger, Luis Caputo y Patricia Bullrich. Volvieron para ser peores, Milei juega en el bosque mientras ellos se comen las ovejas.
Para terminar, y parafraseando a Perón, estoy seguro de si las cosas siguen como van nosotros tendremos el número, hay que esperar que se den las condiciones y que el número decida, no enfrentarlos donde ellos son fuertes.
«Soy un privilegiado pero igual no llego a fin de mes», comenta un amigo que trabaja para el sector privado y además hace chambas como realizador audiovisual, en todos los discursos aparece la necesidad de vender-se afuera, con 3 dólares me hago un alto guiso.
De cabecitas negras a la grasa militante, llegamos los orcos, las fuerzas del suelo de la patria sublevado.
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