El Corolario Trump y los desafíos del movimiento nacional

EDITORIAL

El Corolario Trump
y los desafíos del movimiento nacional

28 de Diciembre de 2025

Por:  Agustín Chenna

El repliegue estadounidense sobre occidente, con Milei como vasallo, pone en apuros a un movimiento nacional que hoy no encuentra rumbo.


La Nueva Estrategia de Seguridad Nacional

Durante el mes de noviembre emergió, a la luz pública del escenario internacional, una noticia que se venía dando desde mediados de agosto: el mayor despliegue militar de la historia reciente por parte de Estados Unidos en nuestro continente. 

Lo que comenzó como algunos bombardeos aislados a “narcolanchas” por parte de la flota estadounidense en el Mar Caribe, terminó con el estacionamiento del portaaviones Gerald Ford (el más grande del mundo) en las costas venezolanas, con 5.000 soldados y unos 75 aviones a bordo, que se sumaban a los buques anfibios, submarinos, submarinos nucleares, cruceros, buques de guerra y aviones caza que ya se encontraban en las inmediaciones del territorio de Venezuela

Este despliegue, a su vez, se sumaba al reacondicionamiento de las bases militares instaladas en Puerto Rico y Trinidad y Tobago, que albergan otros 10.000 activos militares estadounidenses; y a la autorización del Presidente de República Dominicana para la utilización de la Base Aérea San Isidro y el Aeropuerto Internacional. 

Al igual que su predecesor Bush, Trump tiene la cualidad de detectar células terroristas que afectan la seguridad nacional estadounidense solo en los países productores de petróleo que no se encuentran subordinados políticamente a los Estados Unidos.

En una reversión pospandémica de la doctrina que permitió a Bush destruir Irak y Afganistán, la amenaza ahora es el “narcoterrorismo”, aunque el 80% de la droga que se transporta desde Sudamérica hacia los Estados Unidos lo hace por la ruta del Pacífico, como bien explica Aien Nesci en “El Régimen”. 

Poco duró la impostación. Ya a principios de diciembre la estrategia había cambiado. De la invasión se pasó a la “presión económica” y de ahí, directo, a la incautación de buques petroleros hasta que Venezuela “devuelva a los Estados Unidos de América todo el petróleo, la tierra y otros activos que previamente nos robaron”.

Esto no debería implicar para nadie una novedad. Ya a principios de noviembre se conocía el nuevo “Documento Nacional de Seguridad” de la Administración Trump

El repliegue estratégico que venimos anunciando desde antes del inicio del segundo mandato de Donald Trump (y que explicamos en el video de arriba, sobre los primeros 100 días de gobierno con Tato Marín), por fin se hizo visible. Para quienes desconfiaban o relativizaban la cuestión, transcribimos algo de lo expresado por el propio Departamento de Estado: 

1) Nuestras élites calcularon erróneamente la disposición de Estados Unidos a asumir eternamente cargas globales que el pueblo estadounidense no veía conectadas con el interés nacional. Sobreestimaron la capacidad de Estados Unidos para financiar simultáneamente un enorme sistema de bienestar, tanto regulatorio como administrativo, junto con un complejo militar, diplomático, de inteligencia y de ayuda exterior. Apostaron de forma enormemente equivocada y destructiva por el globalismo y el llamado «libre comercio»

2) “Estados Unidos reafirmará y aplicará la Doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental y proteger nuestro territorio nacional y nuestro acceso a geografías clave en toda la región”

3) “La región Indo-Pacífico produce cerca de la mitad del Producto Bruto Mundial basada en Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) y un tercio basado en términos nominales. Esa tendencia crecerá durante el siglo XXI. Lo que significa que la región es y seguirá siendo el campo de batalla clave en términos económicos y geopolíticos. Para que Estados Unidos prospere, debemos competir exitosamente allí.”

4) La política exterior para Europa debe priorizar:

  • Reestablecer las condiciones de estabilidad en Europa y la estabilidad estratégica de esta con Rusia
    […]
  • Terminar con la percepción de la perpetua expansión de la OTAN (y prevenir que no se haga realidad)

5) La clave para unas relaciones exitosas con Oriente Medio reside en aceptar la región, sus líderes y sus naciones tal como son, trabajando juntos en áreas de interés común.

Acorde al mesianismo profesado por el presidente estadounidense, el Documento incluía la “novedad” del “Corolario Trump de la Doctrina Monroe”: “debemos negar a nuestros competidores ‘no hemisféricos’ la capacidad de posicionar fuerzas o capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicos en nuestro hemisferio”. El repliegue estratégico se hace, ahora, doctrina: “La preeminencia de los Estados Unidos en el hemisferio occidental es la condición para nuestra seguridad y nuestra prosperidad”.

No por nada, en el listado donde se establece la política a tomarse para cada región, el hemisferio occidental se encuentra primero. Se termina, así, con varias décadas de preminencia de Oriente Medio en la política exterior norteamericana: “hoy en día […] el suministro de energía se ha diversificado considerablemente, y Estados Unidos ha vuelto a ser un exportador neto de energía. La competencia entre superpotencias ha dado paso a las maniobras entre grandes potencias, en las que Estados Unidos conserva la posición más envidiable, reforzada por la exitosa revitalización de nuestras alianzas en el Golfo por parte del presidente Trump, con otros socios árabes y con Israel.”

La estrategia para nuestro continente se basa en “reclutar y expandir”. Reclutar aliados regionales, impulsando “a los gobiernos de la región, partidos políticos y movimientos que se encuentren alineados con nuestra estrategia y nuestros principios”, en una clara muestra de aumento sin disimulo del intervencionismo en la política interna de nuestras regiones. 

En cuanto a la fuerza, “reajustar la presencia militar global para direccionarla a amenazas urgentes en nuestro hemisferio; una presencia más adecuada de la Guardia Costera y la Armada, para controlar los mares y las principales rutas de tránsito; establecer y expandir nuestro acceso a locaciones estratégicas

“Expandir” la preeminencia norteamericana, a través de la “identificación de puntos y recursos estratégicos” por parte de la “inteligencia norteamericana”, “desalentar la colaboración con actores externos a través de diversos medios” y redireccionar el trabajo del Servicio Exterior: 

“La protección de nuestro hemisferio también requerirá una mayor colaboración entre el gobierno de los Estados Unidos y el sector privado norteamericano. Todas nuestras embajadas deben enfocarse en oportunidades de negocios en sus países, especialmente en contratos con los gobiernos locales […] en las áreas de infraestructura energética, acceso a minerales críticos y redes de ciber comunicación. […] A su vez, debemos hacer un esfuerzo en expulsar a compañías extranjeras que deseen construir infraestructura en la región”

El Mileismo social

En cuanto a la Argentina, no vamos a agregar mucho sobre qué implica este Corolario para el gobierno de Milei. Pero sí hay algunas ideas que, quizás, están poco explotadas para la magnitud de las tareas que implican.

En principio, si este gobierno implica una novedad en términos políticos es porque esa novedad ya existía y, simplemente, no tenía una representación en términos de política electoral. Es decir, no es el gobierno el que modifica las relaciones sociales y éstas las que modelan la estructura económica, sino al revés. Cuando el “cambio” asoma a la superficie, es solo como emergente de un proceso subterráneo, que ya existía hace tiempo, y que -en términos dialécticos-, alcanzó un grado tal de desarrollo que logra imponerse a “lo viejo”. Scalabrini Ortiz, que tenía un oficio de poeta infinitamente superior al mío, narraba sobre el 17 de octubre:

Llegaban cantando y vociferando unidos en una sola fe (…) Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad (…) Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto (…) Éramos briznas de multitud y el alma de todos nos redimía. Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río. Lo que yo había soñado e intuido durante muchos años, estaba allí, presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo.

Ya estaba ahí. Mientras él escribía “El hombre que está solo y espera”, las clases obreras estaban cada vez menos solas y expectantes. Sin el diario del lunes, era casi imposible de verlo hasta que ocurrió. Excepto para algunos pocos. Por eso, los Juan Domingo Perón nacen cada cierta cantidad de años.

No es el gobierno el que modifica las relaciones sociales y éstas las que modelan la estructura económica, sino al revés.

En cuanto a Milei, digamos que, por genialidad o casualidad, representa más o menos lo mismo. La Argentina que parió al peronismo y que éste representó de tal forma que, durante mucho tiempo, peronismo y argentino eran prácticamente lo mismo, hace rato que no existe. Ahora existe tan poco que, incluso, aparecen como cosas separadas y hasta contrapuestas para una gran parte del pueblo.

Parafraseando a Martín Rodríguez, aunque Milei pase, el “mileismo social” va a seguir estando ahí. Los procesos políticos no están exentos de sufrir reveses en el corto plazo, y esta no es la excepción. Pero lo que no pueden volver atrás son las modificaciones en la estructura económica que la Argentina ha sufrido durante la última mitad de siglo y, por lo tanto, tampoco volverán atrás las formas de relaciones sociales que se construyen alrededor de estas.

La vida, hace tiempo, se organiza de una manera distinta al aguinaldo, las vacaciones pagas y el salario mensual para una gran parte de la sociedad. Si el peronismo no entiende esto, está destinado a ser una pieza de museo. Cuando la ideología se pelea con la realidad, siempre pierde.

Ahí se encuentra la fortaleza de la idea del movimiento nacional de liberación. Un espacio de construcción política, tan viejo como el sentimiento de libertad y soberanía contra las potencias opresoras, que precede al peronismo y que sobrevivirá después de este. Un espacio práctico, sin jerarquías, ni burocracias ni vacas sagradas, compuesto por todo aquel que tiene un sentimiento y actúa en consecuencia. 

Aquel lugar que permitió la perduración del ser nacional, independientemente de los distintos momentos históricos donde las dirigencias partidarias pudrieron los lugares de representación populares. Gracias al cual nació el peronismo sin pedirle permiso al radicalismo ni a los teóricos socialistas. El que quemó todos los libros de la “buena política” para resistir a las invasiones inglesas.

Ese lugar no pide pergaminos ni prerrogativas de sangre. Tampoco admite ortodoxias ni rigideces teóricas. Si las dirigencias del peronismo insisten en construir un partido liberal atrapado en un pasado que ya no existe, tendremos que apropiarnos de lo mejor de nuestro legado y construir una fuerza política realmente nacional y popular. La alternativa es la burocratización y, por lo tanto, el alejamiento del pueblo y el consecuente olvido de la historia. Destinados a vivir eternamente en el frío al que están condenados los traidores al pueblo, para los que está reservado el último de los círculos del Infierno de Dante.

De cara al 2026

Si bien el armado político de La Libertad Avanza tiene algunas virtudes que lo han llevado al poder -y que, aún más difícil, le permiten sostenerse-, también tiene algunos problemas de fondo. Lejos de las contradicciones discursivas o coyunturales, en las cuales Santiago Caputo y compañía han demostrado manejarse con una capacidad admirable, nuestra versión argentina del anarco-liberalismo-austríaco-norteamericano-sionista tiene algunas contradicciones estructurales que no se solucionan con un buen equipo de prensa.

En un nivel más allá de la contradicción entre su discurso populista anti casta y un gobierno abiertamente afín a los sectores más concentrados del capital, se encuentran dos dicotomías imposibles de saldar por su propia composición: por un lado, el modelo económico actual implica un saqueo cada vez más profundo de los sectores populares que representaron el núcleo de su voto en 2023; por el otro, gran parte de las élites que se plegaron a su proyecto luego de la primera vuelta electoral, son culturalmente subordinadas a los Estados Unidos pero económicamente dependientes de los crecientes capitales chinos.

En cuanto a la primera cuestión, no hay mucho que decir. Ninguno de aquellos empobrecidos del gobierno de Alberto Fernández que depositaron su confianza en Milei vieron o verán mejorar su situación económica, más allá de la nada desdeñable sensación de “estabilidad” que han logrado instalar y que, cada vez, se aleja más de la realidad concreta.

En cuanto a lo segundo, al igual que ocurrió durante el gobierno de Mauricio Macri, el frente unido de las clases dominantes locales se diluye en el momento mismo que el nuevo gobierno accede al poder y, de acuerdo a la condición periférica de la Argentina, sólo encuentra lugar para garantizarle a una porción pequeña sus ganancias. 

Esta situación, ahora, se encuentra mucho más agudizada que durante el gobierno de Cambiemos (2015-2019), en el cual la contradicción entre los Estados Unidos y el mundo multipolar podía “surfearse”. El Corolario Trump radicaliza la disputa, pide a sus aliados que elijan un bando y, naturalmente, los obliga a renegar de las posibilidades de comerciar con el otro sector (que, dicho sea de paso, es el principal destino de las exportaciones del agro argentino, a diferencia de EEUU que produce lo mismo que nosotros). Palo sin zanahoria, diría Gabriel Merino.

En esa realidad, donde los únicos sectores del Círculo Rojo que seguirán abonando a este gobierno son aquellos “integrados” a la economía norteamericana a través de los circuitos financieros y de sus corporaciones, todo lo que La Libertad Avanza expulse debe ir a parar necesariamente a otro lado.

Si bien el pensamiento político-estratégico nos obliga a pensar en el perjuicio que produciría una versión 2.0 del Frente de Todos, lo cierto es que, si sumamos un mundo regido por el coyunturalismo, la dificultad de reelección de los oficialismos a nivel global y el creciente descontento al modelo económico actual, la cuenta nos daría que es un escenario más que posible.

¿Alcanza con un gran frente anti Milei? Definitivamente, no. Mas aún, a diferencia del 2019, ni siquiera alcanza para contener los votos descontentos del modelo actual. Sin embargo, es el destino más probable de aquellos que conducen la política, incluso de quienes han hecho largas y acertadas críticas al proceso del Frente de Todos por carecer de un programa y de una estrategia. El 2026 está demasiado cerca del 2027 y el tacticismo político está demasiado inserto en los hijos del kirchnerismo.

Más aún, nos encontramos ante una complejidad histórica para reeditar una de esas grandes “concertaciones”. El capitalismo ha entrado en una situación crítica. Su principal potencia hegemónica se encuentra en repliegue, mientras la República Popular China avanza quemando todos sus manuales: el control de la economía y la planificación centralizada en manos de cuadros políticos han permitido no solo un crecimiento sin parangón en la historia, sino que lo ha hecho a través de un modelo de desarrollo que contempla la mejora de la calidad de vida de su población. El desarrollo chino no es ni a costa de los suyos ni a costa de países explotados, sino más bien todo lo contrario. Y avanza a pasos agigantados imponiéndose al libre mercado y a la globalización con sus propias reglas.

El 2026 está demasiado cerca del 2027 y el tacticismo político está demasiado inserto en los hijos del kirchnerismo.

Eso, como vemos, implica una virulencia cada vez mayor de la potencia en declive. Nuestra región, lejos de estar exenta, es el epicentro de ese repliegue. Queda claro que Estados Unidos solo acepta esclavos o enemigos. Cualquiera que no se piense como su enemigo, será un esclavo. Y aquellos que no deseen ser sus esclavos serán sus enemigos, lo quieran o no. Una alianza de gobierno nacional y popular no puede volver a estar compuesta por sectores que no entiendan esto o que, entendiéndolo, deseen jugar para el bando contrario.

Estados Unidos solo acepta esclavos o enemigos. Cualquiera que no se piense como su enemigo, será un esclavo. Y aquellos que no deseen ser sus esclavos serán sus enemigos, lo quieran o no.

Eso no se hace solo declamándolo. A nuestro espacio político le faltan, urgentemente, cuadros políticos y estratégicos. El gran desafío que se abre el año que viene será resistir al coyunturalismo y al posibilismo político. Estamos seguros de lo que venimos sosteniendo hace varios años: el gran error del proceso kirchnerista fue la no formación de una élite dirigente y, cueste lo que cueste, tenemos que revertir esa situación. 

Como Ulises en la Odisea. O, mejor, como los hombres de Ulises, que tapados de cera, ni siquiera oyeron los cantos de las sirenas y sostuvieron el rumbo. La democracia liberal suele tener una voz hermosa y una capacidad de cooptar hasta los mejores y más convencidos cuadros políticos, pero el destino siempre es la muerte.

Nosotros tenemos la obligación de vivir y triunfar. Esa difícil construcción nos espera en 2026.

Felices fiestas

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