Paseo zombie por la ciudad de la furia

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Paseo zombie
por la ciudad de la furia

Por: Juan Francisco López Salgado

Una mirada del interior sobre la situación paupérrima de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pobreza, violencia y miseria planificada. Combos explosivos en la ciudad de todos los argentinos.


Por cuestiones laborales cada cierto tiempo tengo que ir a Buenos Aires, ciudad que habité durante 8 años y conozco lo suficiente como para tener una comparativa sobre lo que veo cada vez que vuelvo. 

No es ninguna novedad la crisis que azota a nuestra patria. No hace falta detenerse en los escandalosos números de pobreza e indigencia que publicó el INDEC para darse cuenta el exponencial aumento de personas que transitan sus días expuestas a una gran vulnerabilidad. El 52,9% de pobreza y 18,2% de indigencia que reflejan las cifras de INDEC habla en las calles y en todos lados.

En mi ciudad, Miramar, hasta empleados municipales consultan por bolsas de mercadería y las iglesias dejaron de ser las privilegiadas del gobierno. No hay plata, incluso para ellos. Cuando camino por Mar del Plata, termómetro social de la Nación, la imagen es elocuente. La marginalidad se apodera de la gente y de la calle. La gran ciudad capital no es la excepción…

La particularidad en la ciudad de la furia es el componente violento y extravagante de personas que deambulan totalmente fuera de su eje por sus calles. El consumo problemático y las enfermedades mentales son parte del combo. Los gobiernos de Jorge Macri y Javier Milei son un combo peor. No hay bolsillo que aguante en una ciudad con una canasta básica de un palo y medio con un salario promedio que no llega a las 400 lucas. A eso hay que sumarle las pocas ganas que tienen de generar políticas públicas que atenúen esta situación. De alquileres, ni hablemos.

Este invierno largo y crudo, en la CABA durmieron en la calle alrededor de 8.000 personas (según proyecto7 y las organizaciones sociales) y murieron 17 personas de frío. Ante tanto dolor y desidia, es difícil pedir cordura para los que habitan la calle.

¿Cómo hacen para vivir viendo a la gente así? Me preguntaba un amigo de Miramar que se espanta cada vez que pisa la big city. Siempre me salió la misma explicación, en Buenos Aires, no hay tiempo que perder. La gente va de un lado a otro, y siempre está apurada. Perderte un bondi puede ser el dolor de huevos más grande del mundo, una hora más para llegar a casa, un martirio. Y sí, eso, más las presiones de la vida, te endurecen el alma. 

Es imposible vivir con la sensibilidad a flor de piel cuando a cada esquina te cruzás un pibito pidiendo o una familia durmiendo entre cartones. Me hace acordar a una canción de Científicos del Palo que dice “la gente ya no quiere piquetes ni ver pobres, quiere llegar a horario para que los exploten”. Adormecerse para sobrevivir.

Pero, así como con recelo comprendemos que algunos miren para otro lado para sobrellevar el día a día ¿Cómo no empatizar con quien no sabe dónde va a dormir, qué va a comer o si le van a quitar lo poco que tiene? 

La nueva gestión PRO del Macri versión San Lorenzo (no se sabe bien de qué barrio es) se propuso una agresiva política de persecución de personas en situación de calle. No solo persiguen y golpean, sino que también se quedan con las pocas pertenencias que tienen, literalmente se roban las frazadas y colchones o los arruinan y destruyen. Todo agravado por la penosa política de albergues de la Ciudad. Muchos de los que tienen la desgracia de caer allí aseguran que es peor dormir en un penal. Suciedad, violencia, abusos, son algunos de los hechos que describen los que fueron allí alguna vez a buscar el refugio que nunca encontraron.

Pero no solo las personas en situación de calle corren con esta suerte, también si sos un trabajador que intenta ganarse el mango vendiendo algo de manera ambulante o con una manta en el piso tal vez seas desalojado de manera más violenta y veloz. Deshumanizar es la tarea, golpear directamente en la autoestima.

Párrafo aparte para una seguridad desbordada. Si la gestión Larretista era ciudad policía, a la de don Jorge le desaparecieron los efectivos. Por algo se desmorona su imagen en los porteños, por eso y por el olor a culo que hay en las calles. El nivel paupérrimo de la limpieza en CABA en este año es inexplicable. Romper lo que funciona como el topo que vino a destruir el Estado. Se lo tomó seriamente el primo. El ex ministerio de desarrollo social de la nación ni hablemos. Inacción deliberada y cinismo. El ministerio de capital humano está más pendiente del capital que del humano. Yo no sé si nadie sabe de mí, pero estoy seguro de que soy parte de todos. Y todos estamos peor.

Las ollas populares se multiplicaron exponencialmente. Las cientos de bandejas de guiso desparramadas por los bancos de las plazas son la foto de una situación difícil. Conozco al menos 5 en la zona de congreso y no vivo acá. Una compañera me comentó que a la olla donde cocina, asisten muchos jubilados que tienen su propia vivienda pero que, llegando a mitad de mes, no están llegando a comprar su propia comida. 

Y no compatriotas, no nos enteramos ahora de la pobreza y el hambre. Los militantes siempre estamos al tanto de lo que pasa y ayudando en estas situaciones críticas. No nos hacemos los boludos. Por eso nos duele haber sido parte de un gobierno que no ayudó a que esta situación mejorara, pero más nos duele ver qué todo está peor y no por errores, sino por omisiones. Esta miseria planificada es el verdadero “panic show a plena luz del día”.

La violencia circula empujada por la desesperación y la falta de contención. En pocos días caminando la Capital presencié decenas de peleas entre personas visiblemente deterioradas mentalmente, alcoholizadas o en consumo. El transporte público es la arena de lucha más frecuente. Las SUBE en negativo completan el combo para la trifulca perfecta. El subte a partir de octubre pasará a costar 775 pesos el boleto y pasó a ser el transporte de los privilegiados. Muchos intentan viajar gratis y quienes tienen que impedirlo retienen la ira de los ciudadanos que ven su viaje frustrado.

Todos observamos con naturalidad esta parte del paisaje. Buenos Aires se ve tan susceptible. Si creen que asfixiar financieramente perjudica a sus opositores, están equivocados. Son los argentinos quienes están enloqueciendo mientras se desangran sus ingresos, su calidad de vida, sus esperanzas.

Y al final del día, cuando el cansancio aflora en el laburante que agotado vuelve de trabajar, y comienzan a circular los perdidos en sí mismo, todos parecemos zombies buscando llegar a ninguna parte.

A este modelo le sobra gente y le falta corazón. El despertador de leones sólo está alienando zombies. Algunos con pobreza, frío y sustancias, a otros con inestabilidad laboral y facturas de servicios impagables. 

La historia los juzgará.

  

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1 comentario

  1. Sobre el artículo de Chenna,que comparto en un todo, siento q es urgente salir a buscar otra pelota para jugar entre nosotros.
    Frustración constante. 58 años de militancia.
    Gracias por ayudar a pensar.

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