La interna es el otro

EDITORIAL

La interna es el otro

Por:  Agustín Chenna

La interna partidaria terminó, pero ninguna discusión fue zanjada ni se llevó a cabo. ¿Cuáles son las reglas del juego? ¿Quién es traidor?

Un movimiento sin vara necesita discusiones para volver a ser el movimiento de masas. Juntarnos para renacer. Jugar para volver a ser.


La función del político, sobre todo en los países dependientes, es la de inventar el futuro. Esto y no otra cosa son los grandes Proyectos Nacionales

Alberto Buela
Teoría del Peronismo

Otra semana (o quincena) en Springfield. Finalmente se terminó la novela del Partido Justicialista como era evidente que iba a terminar para todos aquellos que militan hace algún tiempo. A tres semanas de la fecha de la elección, sin escuelas, sin fiscales e incluso sin urnas, la falta o no de avales era el menor de todos los problemas para realizar la elección partidaria. Lo que hubiese sido la primera interna partidaria en treinta y cinco (¡35!) años carecía del elemento central: la voluntad política de los dueños del partido.

Cuando el peronismo es gobierno la conducción no se discute. Cuando el peronismo no es gobierno tampoco es momento porque gobierna el enemigo. Es la expresión de la decadencia de un partido/movimiento político en el cual hace mucho tiempo no se discute nada porque nunca es tiempo. Si haber perdido de forma aplastante contra el candidato más psiquiátrico que había a mano no abre un tiempo de discusiones parece evidente que el problema no es, precisamente, el tiempo de hacerlo. No se discute y punto.

Es la versión más acabada de lo que expresábamos en el editorial Edipo Conducción (click acá para leer la nota) . La reducción del espacio político no es una consecuencia no deseada de errores de conducción, sino que demuestran el acierto de una estrategia que ha priorizado el aparato político liberal por sobre la construcción de un movimiento popular de liberación.

Militancia profesionalizada y rentada en el Estado que, en vez de ser formadora de cuadros políticos y promotora de la organización libre del pueblo, cree en el militante como garante de soluciones que nunca llegan a un pueblo que cada vez observa con mayor asqueo la separación que existe entre la política y su pobreza. Como mucho, si alguna vez tocan un timbre, es para corroborar que en alguna casa humilde todavía hay peronistas, pedirles grabar un reel bancando a Cristina y volver a la oficina, tres meses cada dos años.

El aparato, como lo expresa Perón en una de las verdades justicialistas, es política de círculo y, por lo tanto, antipopular. Por ende, es antiperonista. Ese espíritu es el que emana de una forma de hacer política que nunca soportó las internas cuando podía evitarlas, aun cuando esto significaba vencer de forma aplastante, legitimar su mandato y ampliar el espectro de cara a las elecciones generales como en el 2017 contra Florencio Randazzo. 

No es el objetivo de esta nota hacer una historia de lo mal que definen la ingeniería electoral, pero revisen si alguna vez existió una interna del kirchnerismo en lugares donde era oficialismo y la respuesta va a ser contundente. La desaparición de avales en las oficinas de Matheu es tan antigua que, aunque Quintela hubiese entregado tres papeles truchos, resultaría creíble que lo cagaron.

Este aparato basado en la personalidad del líder es el histórico problema de degeneración de un peronismo que, por su propia impronta, construye liderazgos fuertes (y, muchas veces, objetivamente irremplazables) pero que luego no pueden convivir en el mismo ecosistema con otros liderazgos que discutan la línea. 

“Cristina es un programa en sí mismo” plantea una dirigente de La Cámpora. El programa más hermoso se diluye en la imposibilidad de llevarlo a cabo. Y, en este sentido, el problema actual del peronismo no es de programa si no de cuadros y, por lo tanto, de construcción de poder. Querer terminar con la extranjerización de los recursos estratégicos de la Patria con cuatro tarados que nunca organizaron una Unidad Básica o una tirada de CV’s para ir a conseguir trabajo es tomarle el pelo al que confía en tu palabra.

Esa falta de capacidad parió una generación que hoy está, tempranamente, quedando obsoleta. Paridos al calor del poder y bajo el ala protectora del dirigente de turno, confundieron los términos de la ecuación. La lealtad política al movimiento se confundió con obsecuencia al líder y, por lo tanto, se obturó toda discusión en contrario. Se eliminó la parte de que la lealtad es recíproca y que el peronismo, como movimiento popular, solo le debe lealtad a un pueblo por el que debe matar y morir para hacerlo lo más feliz posible.

1. “La verdadera lealtad es la que nace del corazón, no la de los que son leales cuando no conviene ser desleales. 

2. “Los leales pueden disentir, los obsecuentes siempre traicionan”. 

Sufrimos el síndrome del equipo de fútbol que ganó demasiado tiempo, al que se le incorporaron camadas de hinchas nuevos con los códigos propios de las mieles de la victoria y que piensan que putear a un jugador profesional por no poder dar un pase a cinco metros es la traición a la camiseta. Les aviso que no ganamos nada importante hace más de una década y jugamos cada vez peor. Y que lo eterno es el club, no los mononeuronales que circunstancialmente tienen puestos nuestros colores por cifras irrisorias.

Allí donde el movimiento político se transforma en una religión, donde sólo Dios establece cuáles son los pecados y es apto para perdonarlos, los compañeros y compañeras se dividen en una lógica maniquea (y completamente antipolítica) de amigo-enemigo. O, mejor dicho, traidores o súbditos. La lealtad es hacer 1-2 y decir todo que sí. Por lo tanto, hacer lo contrario (plantear diferencias, construir en otro sentido al pretendido o, incluso, no querer declarar textualmente las palabras que la tropa exige) es sinónimo de deslealtad. ¿Quién establece, entonces, qué es un traidor y qué un amigo? ¿Quién tiene los pergaminos para hacer de Dios y perdonar los pecados? ¿Qué mierda es un pecado político?

Lo más perverso de ese planteo es que no solo reduce la política a los planteos morales o sentimentales, sino que además es solo un bando el encargado de definir el bien y el mal. Al mismo tiempo que Yoma es un traidor por decirle “gracias crack” a Francos, con quien tenía que negociar una deuda del Estado Nacional con La Rioja, Wado de Pedro se junta con el embajador de los Estados Unidos y no pasa nada porque “es parte de la política”.

La lista de Quintela estaba llena de traidores, pero en la otra lista estaba Rivarola, el presidente del PJ Jujeño al que le tuvieron que intervenir el partido, y es “lo normal de todo cierre” ¿O acaso no vamos a decir nada de cómo todos se hicieron los boludos con la foto de Cristina reunida con la Jefa del Comando Sur de los Estados Unidos? La misma Laura Richardson que dijo que para EEUU nuestro litio es un problema de seguridad nacional. O todos hacemos política o somos todos traidores, pero establezcamos algunas reglas. 

En este momento, la interna siempre es el otro. Algunos hacen un sketch de Bart Simpson en el Niño yo no fui: tiran con munición gruesa y cuando les preguntan por la interna ponen cara de desentendidos. Otros hablan de las consecuencias sentimentales de una supuesta traición, pero después operan como pueden por atrás y ahí no pasa nada. Cantan canciones dirigidas, pero la culpa es de Kicillof que no se embanderó en una pelea que le era ajena. 

Es muy representativo el diálogo de Grabois con Tenembaum:

Pablo Moyano me cae muy bien. El resto de la familia no la conozco mucho, pero hay uno que me cae particularmente mal
¿Facundo Moyano?
¿Viste que hay algunos que tienen el síndrome de oreo? Son negros por fuera, pero blancos por dentro
¿Lo decís por Facundo?
No, no. Ni idea. Solo estoy comentando algo general que pasa en la sociedad.

Mientras sigue la competencia de los nuestros por ver quién es más canchero en los programas de streaming que tanto aborrecen, el gobierno nacional define y afina su política. Toma decisiones, ejecuta, se perfecciona. En otras palabras: ejerce el poder. Tanto se va afinando la lapicera que ya hace varios meses la Canciller Mondino lo era solo de título. Le modificaron, según ella, un comunicado para que la Cancillería dijera “Falklands” en vez de Malvinas y suprimió a nuestras Islas del Atlántico Sur del mapa argentino, pero no pasó nada. Votó a favor de suspender el bloqueo a Cuba (en una elección donde solo Israel y EEUU votaron en contra y Moldavia se abstuvo) y la volaron en dos segundos.

En su reemplazo, Werthein, ahora ex embajador de los Estados Unidos, demuestra la importancia de ese cargo en Washington para el gobierno nacional. De yapa, un comunicado en el que la Cancillería avisa que todos los empleados diplomáticos de carrera serán auditados para expulsar a todo aquel que no comparta las ideas de la libertad. O sea, el que discuta el cambio de una política exterior que era tan vieja como el Estado Nacional, está afuera.

Eso que parece consecuencia ideológica de Javier Milei es, en realidad, la defensa irrestricta de un interés económico concreto: el de los grandes fondos de inversión transnacionales. De ahí su pelea con Macri, su sostenimiento de Toto Caputo y su tensión con Victoria Villarruel. Javier Milei es el empleado ideal que necesitaban los poderes económicos mundiales para cambiar de una buena vez la estructura económica argentina. Lo que resta decir es que eso sería imposible si la oposición a Javier Milei no fuera también la oposición ideal que necesitaban los poderes concentrados: perdida, miope, bien separada del pueblo, cada vez menos representativa y más cooptada por las ideas de las fundaciones bancadas por esos mismos poderes.

¿Va a poder Milei llevar a cabo su cometido? Si hoy algunos creemos que todavía no, es porque somos conscientes de la historia de lucha del pueblo argentino. Una historia que a veces aparece apagada, pero donde siempre el pueblo mantuvo la brasa encendida y a la primera brisa encendió el fuego, barriendo todo a su paso. Sin embargo, hay que preguntarse: ante tamaño desafío político que nos propone este gobierno ¿Es la democracia liberal la respuesta? 

Lo del PJ ya pasó. Los nenes están contentos con su juguete. El peronismo debe reconstruirse y hace rato está claro que no puede ser desde un Partido que no tiene en sus afiliados a muchos peronistas honestos de la Patria y que, a los que están, hace rato que nadie los convoca a nada. Si el Partido Justicialista volviera a ser parte de la solución sería una gran noticia y suma. Si, en cambio, sigue siendo parte del problema, deberemos hacer como los caballos de carrera y seguir mirando hacia adelante.

Al fin y al cabo, las instituciones de la democracia liberal burguesa pueden utilizarse en pos de la construcción de un proyecto de masas. Pero si algo nos decía Perón ya en la década del 60’ es que son, de mínima, insuficientes para nuestro proyecto revolucionario. El nuevo proceso será anárquico, movimentista y todo lo desordenado que sea necesario para que aquellos que están hartos de las falsas representaciones se sientan invitados a jugar y a competir.

Hay que abrir una nueva etapa. Dejar de discutir con los dueños de la pelota y salir a procurarnos una pelota propia, para poder jugar entre nosotros, invitar a los que están afuera y cambiar las reglas que nos vienen imponiendo. 

El peronismo tiene los cuadros necesarios para renacer. 

Hay que juntarlos, y ponerlos a jugar.

  

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7 comentarios

    1. Nadie enfrenta a Cristina cuando se equivoca (Scloli, Fernández) porque el partido está lleno de cagones que tienen miedo de perder su silla y perder la posibilidad de ligar algo

  1. Compañero, estoy totalmente de acuerdo con el análisis, es lo que pienso creía en soledad pero leyendo creo que todavía como siempre nos pasó quedamos algunos que podremos trabajar para el bien común .

  2. Compañeros, los o las líderes no se eligen votando en una interna. Porque emergen en la realidad de su diferencia con los demás dirigentes. No triunfan como un gladiador en el circo romano. Son consagrados por el pueblo. Perón decía que son los o las que fueron bendecidos o bendecidas con el óleo sagrado de Samuel.

  3. ESTOY TOTALMENTE DE ACUERDO Y RATIFICO:
    1 SE BORRÓ UNA GENERACIÓN DE LUCHADORES PARA PONER EN LA PALESTRA A SUS HIJES
    2 NO SE FORMAN CUADROS XQ LOS FORMADORES SERÍAN LOS PADRES Y NO SUS HIJES
    3 LA AUSENCIA DE DEBATE ES FATAL XQ LAS U.B. ANTES DEL 2015 SE BANCARON C GUITA POLÍTICA SIN RESULTADOS POSITIVOS, CERRARON CUANDO SE PERDIÓ Y SIN EVALUAR LA POSICIÓN NI RL PROYECTO POLÍTICO

  4. Me parecio bueno el articulo. Con muchos aciertos y tambien muchas omisiones. El Peronismo esta dotado de muchos cuadros tecnicos capacitados para continuar el legado de Peron. Y aca no se apl8ca muerto el Rey viva el Rey porque el REY ES EL PUEBLO y ese nunca muere y de ahi saldra quien lo sepa representar.
    Lo unico que no se abandona es la lucha y eso lleva una bandera que es el PERONISMO.

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