COMUNIDAD
Agosto: Mi inteligencia intrapersonal
Por: Facundo Cabral
Lo que vemos hoy se parece más a una tribu urbana que a un movimiento de masas, emos vs floggers en su burbuja discutiendo referencias microclimáticas y colaborando a la distracción y al espectáculo en el que se sostiene el siga siga del saqueo y la destrucción sistemática de nuestro tejido social. El peronismo dejó de ser popular y, por lo tanto, no es peronismo.
Los meses de invierno se estiran y agosto es el máximo representante de esa tendencia, a partir de septiembre el año se evapora, en un abrir y cerrar de ojos estaremos rodeados de guirnaldas sorprendidos por el precio del pan dulce.
He realizado algunos cambios en la sala de máquinas que pueden traer consecuencias en este reporte mensual. Resulta que encontré una libreta de bolsillo en la casa de mi mamá y con su permiso me la quedé. Andábamos sin buscarnos pero…
Como ustedes saben esta es la parte de mi diario que se puede contar, ahora están en presencia de una doble traducción, la de mi intimidad adaptada para todo público y el paso del soporte analógico al digital. Tengo una letra tan fea que a veces ni yo me entiendo, tipear me saca de esa particularidad difícil: enfrentarme a la realidad de mis palabras deformes, de verme reflejado en esa estructura divagante y pulso divergente, signos compuestos relativamente vivos estirando los renglones imaginarios en busca de quién sabe qué. Bue.
Ojo, también tiene sus ventajas, hace unas semanas, por ejemplo, estaba esperando mi turno en el banco sumergido en la pantalla del teléfono y el policía del lugar me recordó amablemente que estaba prohibido usar el celular, en ese momento quise contraatacar y contestarle: -Pero, señor oficial, no se da cuenta usted de que es él el que me está usando a mí? No dije nada, soy medio boludo para escribirlo aquí, pero no lo suficiente como para hacer ese chiste malo a las 9 de la mañana, guardé el cel en el bolsillo, saqué mi cuadernito nuevo y escribí: Agosto.
En esta ocasión voy a tratar de no repasar los acontecimientos del mes que como siempre en nuestro país fueron muchísimos y de todos los colores. Prometo no detenerme en el Alberto Gate, ni en Santiago Caputo y los malos de la SIDE, ni siquiera voy a entrar en el terreno de las múltiples interpretaciones sobre el horizonte político de Villarruel, ni en los gritos de Moreno acusando de progresista a todo lo que se mueve, ni en el caso del diputado pedófilo que por suerte ya fue encontrado, ni de la visita a los genocidas, y no, tampoco pienso escribir sobre las negociaciones subterráneas por la composición de la Corte Suprema de Justicia.
Prefiero arrancar con algo que me quedó dando vueltas en relación al posteo anterior. Me escribió un amigo que vive en Alemania y al que suelo leer aquí, diciéndome algo así como que había sentido una cierta nostalgia sobre esa militancia que él nunca había experimentado y también que le resultaba increíble que Argentina sigamos discutiendo sobre lo mismo hace como por lo menos 12 años, supongo lo decía por toda la discusión en torno a la figura de CFK y el kirchnerismo.
Da la sensación de que es un tema que nadie quiere/puede superar en nuestro país, el oficialismo usa esa figura para meter ahí a toda la oposición en una simplificación kirchnerismo = casta y a su vez la oposición la usa para definirse a partir de su distancia o cercanía con ese espacio. El kirchnerismo sigue siendo el denominador común de la política argentina y eso es un problema.
Creo que sí se puede sacar algo bueno de este momento y que se refleja muy bien en esta editorial de los compañeros de El Aluvión, es que se aprende más de las derrotas que de las victorias.
La necesidad de un recambio generacional de nuestra dirigencia se hace impostergable con la debida aclaración de que ese recambio no puede nacer de una vieja práctica al estilo dedo mágico.
El gesto deíctico de la mujer más importante e influyente de la política argentina ya no sirve ni servirá para ganar más batallas, nuestra última experiencia con el dedo de CFK fue tan profundamente dañina que todavía desconocemos su impacto final. Gracias, compañera, los que van a superarte te saludan.
Verdad número dos: El peronismo es esencialmente popular. Todo círculo político es antipopular y, por lo tanto, no peronista.
Lo que vemos hoy se parece más a una tribu urbana que a un movimiento de masas, emos vs floggers en su burbuja discutiendo referencias microclimáticas y colaborando a la distracción y al espectáculo en el que se sostiene el siga siga del saqueo y la destrucción sistemática de nuestro tejido social. El peronismo dejó de ser popular y, por lo tanto, no es.
Me aburrió esa dinámica de la política nacional donde todo se vuelve análisis e interpretación de una dirigencia enamorada del clip y la frase picarona, si hay algo que caracteriza a los políticos de nuestro tiempo es esa pulsión permanente a orientar su energía a la búsqueda del tuit viral o el título rimbombante.
Hay poco espacio para el diálogo sensato cuando todo forma parte de una provocación impostada más pensada en el fandom propio que en la construcción de algo mayor.
Como decía el viejo: «Hay que hablar mucho de las ideas, poco de las cosas y nada de las personas», que es similar a: En la acción política, la escala de valores de todo peronista es la siguiente: primero la Patria, después el Movimiento y luego los hombres. Verdad número ocho.
Muchos dicen que falta conducción, yo opino que sobra, está lleno de líderes que conducen pequeñas facciones que se auto perciben pueblo.
El que en esta instancia construye anteponiendo nombres propios no colabora. Verdad número tres: El peronista trabaja para el movimiento. El que en su nombre sirve a un círculo, o a un caudillo; lo es sólo de nombre.
La unidad no son cinco cabezones acordando candidaturas alrededor de una mesa, decía Spinoza que el deseo es el apetito con conciencia de sí mismo, la unidad sólo será posible cuando el pueblo sea consciente de su grandeza, de su apetito de felicidad.
Esta es la misión de la política, posibilitar los encuentros que potencien la conciencia de ser parte de algo más grande y alejarnos de las pasiones tristes.
Verdad número nueve: La política no es para nosotros un fin, sino solo el medio para el bien de la Patria, que es la felicidad de sus hijos y la grandeza nacional.
Tengo amigos libertarios con los que hablo y trato de entender qué es lo que ven los que no ven como yo, me interesa conocer sus verdades.
Lo primero que sostienen y me resulta muy atractivo es que el país está cambiando para siempre y esta vez de cuajo, se acabó el Estado como ese pater familias que ordena y provee, ahora todos a buscar la suya, eso desde su lógica, está activando en lo más profundo de nuestra idiosincrasia una célula que permanecía anestesiada por culpa del manto populista, un manto que contiene y sostiene al ser en su mínima expresión, un individuo cómodo, adormecido, improductivo y débil, el pobrismo como núcleo ontológico de las políticas de los gobiernos peronistas.
En la nueva Argentina, el trabajo es un derecho que crea la dignidad del hombre, y es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume. Verdad número cinco.
Esa visión, además, la sostienen desde algunos números relevantes que dan cuenta de algunos logros significativos: la baja de la inflación, la estabilidad del dólar, el índice de aprobación en la imagen de Milei, la reducción de algunos impuestos, el superávit fiscal, por poner algunos ejemplos.
Por otro lado, se sienten vencedores de la batalla cultural, en su percepción de las cosas el pueblo no sale a las calles porque entiende que todo este esfuerzo valdrá la pena, la oposición en cambio critica al pueblo por esa pasividad porque ya no se sabe bien qué es ni qué cosa quiere el pueblo. La idea del tren fantasma, del falso progresismo, la doble moral, la casta, la bandera de la corrupción, el Estado como enemigo de la posibilidad de la realización personal hizo sentido en un gran sector de la sociedad que piensa «estamos mal pero vamos bien».
Es decir, contrariamente a lo que muchas veces nos dicta la intuición, el gobierno de Javier Milei sabe a dónde va, tiene doctrina y por lo tanto una idea que lo sostiene más allá de los nombres propios, de la comparsa en sus gabinetes y de lo payasesco de sus representantes parlamentarios. Verdad número trece: Un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma.
Yo contrasto ese discurso con lo que veo en mi trabajo, la gente que se acerca a este lado del mostrador para inscribirse en el registro del subsidio energético. Muchas de esas personas, en su gran mayoría jubilados del Tucumán profundo, se acercan con la esperanza de que esas boletas cuesten menos: “somos solitos los dos nosotros, casi no usamos el gas y mire cuánto nos vino, no podemos pagar esta locura, no nos alcanza ¿qué hacemos?”.
La mayoría de esa gente ya tiene el subsidio y lo único que se les puede decir es que intenten bajar el consumo porque la tarifa subió. Esos jubilados son los mismos que cobran 220.000 pesos de jubilación, -que alguien confirme si puede vivir con eso- y además ahora PAMI no le reconocerá los medicamentos y como si todo esto fuera poco el presidente acaba de vetar el aumento que estableció el congreso.
Cuando les hablo de eso o del aumento de la pobreza infantil (cada día, un millón de niños y niñas se van a dormir sin cenar) mis amigos de LLA responden con un mantra: no se puede corregir en 9 meses lo que se viene haciendo mal hace 100 años. Amigo convengamos que ustedes tampoco hicieron mucho por los jubilados, me chicanean los anarcocapitalistas.
Lo de los 100 años es como esa inflación del 17.000 por ciento de la que nos salvó supuestamente Milei y que se parece más a un juego del lenguaje que un dato de la realidad, sin embargo les sirve para caminar, como esta nueva serie de seis capítulos que está por salir, he visto el tráiler y la verdad que Milei como personaje es increíble, la motosierra, las patillas, la irreverencia, panic show a plena luz del día, se entrega totalmente a su público y ese afecto es recíproco.
Milei no te da el pescado ni te enseña a pescar, pero te promete que todo lo que pesques será tuyo, el estado corrupto ya no te obligará a compartirlo con nadie.
Mientras ese núcleo duro se da manija y sostiene un relato en base a cada vez menos datos y más batalla cultural, atrás hay un pueblo que aguanta como un elefante viejo, que espera, da tiempo, sabe que el resto fracasó y otorga tiempo y espacio para que “los nuevos” hagan lo que dicen que saben hacer.
En esta tierra lo mejor que tenemos es el pueblo. Verdad número veinte.
Me despedí del último posteo diciendo que el peronismo es un humanismo tratando de despegarlo conceptualmente del nacionalismo que hoy veo que prende fuerte y bien entre los compañeros buscadores de certezas.
Lo digo pensando sobre todo en las posibilidades que otorga una y otra definición, bajo el argumento de cierto nacionalismo se cometieron crímenes atroces y particularmente en nuestro país se diezmó a una generación que equivocada o no, tuvo un fuerte compromiso ideológico en su accionar político.
El Justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista. Verdad número catorce.
Es cierto que el discurso, pero sobre todo la práctica del gobierno de Milei es antinacional en la entrega y la dilapidación de nuestros recursos estratégicos, también es cierto que Milei se tomó en serio eso de la Patria es el otro en el sentido de darle a ese otro, el atributo único y sustancial de su individualización, Milei ganó diciendo la patria sos vos, vos, tu esfuerzo, tu trabajo, tu plata.
Toda la filosofía de Milei se sostiene en la creencia que nadie sabe mejor que vos lo que querés, podés y necesités, desde su perspectiva el Estado parasita las potencias humanas y quita incentivos a las ganas de crecer, de generar utilidades. Milei está atrapado en un realismo utilitario, no ve ningún valor en la idea de justicia social. Para él, eso es un ideal empobrecedor e irracional, una avivada de la casta para quedarse con el retorno de los repartos y perpetuar así su condición.
Escribo en los últimos días de agosto, días profundamente grises que me hicieron valorar la presencia del sol. El sol sale y ordena, el cuerpo lo siente y la vida recupera el color.
Alguna vez leí que desde que Akenatón en el antiguo Egipto impuso el culto a Atón (sol) como única deidad las cosas cambiaron para siempre en la historia de las religiones. Freud sostiene que Moisés no era judío sino egipcio y su principal atributo fue justamente la transmisión de ese monoteísmo continuando la tradición del faraón Akenaton.
Toda esa intro para decir que aparte del sol tengo otro ídolo vivo: Cristian Gabriel Álvarez Congiú, también conocido como el Pity. Cuando tengo caminatas o viajes largos es bastante probable que vuelva sobre algún disco de Intoxicados si es de día o de Viejas Locas a la noche.
Intoxicados sobre todo en sus primeros dos discos es el Pity en armonía con el universo, el disco ¡¡buen día!! así con doble signo de admiración salió a principios del 2001, justo cuando el sol de la representación política argentina parecía apagarse para siempre. Los temas parecen hechos al costado del camino, un Cristian Alvarez omnisciente va narrando con la sensibilidad que lo caracteriza, pequeños aspectos de la vida cotidiana.
La tapa del disco es bastante elocuente, un viejo de barba blanca tirado en el sillón acaricia a su perro, afuera en la ventana se ve un sol con carita feliz, el reloj marca las 8:43 y todo se prende fuego.
Mientras el país se incendiaba el Pity parece decirnos: tranquilos, esto también pasará, el fuego solo cambia de estado a las cosas.
El disco tiene puntos muy altos, de esas canciones que se pueden poner en el auto con toda la familia en alguna ruta argentina camino a la playa, se fue al cielo, mi inteligencia intrapersonal, un rey, canta, forman parte de esa especie.
Mucho gre gre para decir que en esta crisis me hace falta la voz del Pity, una canción que nos junte alrededor del fuego. Hay un buen recital del 2002 en el Canal de la Música donde Felipe parece el mismísimo Lionel Messi tocando la guitarra, lo dejo aquí para que lo disfruten y con eso me despido.
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