COMUNIDAD
Julio: Yo recordaré por nosotros
Por: Facundo Cabral
No he podido analizar la coyuntura, o mejor dicho, la coyuntura comenzó a desbordarme. No se puede absorber tanta realidad junta.
Pecados de juventud
Hola ¿cómo están?, no es una pregunta retórica, me gustaría que me respondan sinceramente, pueden parar de leer en este preciso momento y contarme, si no me quieren contar todo bien, pero hagan ese ejercicio de pensar como están y de escuchar cómo está el otro, no sé, el que tienen al lado, a la vuelta o del otro lado del teléfono.
Comencé Julio pum para arriba, me actualizaron el alquiler y tuve que mirar 5 segundos al techo con los ojos entrecerrados como quien intenta resolver un teorema. Entre las buenas aprendí a hacer Tortilla de Papas, ganamos la copa américa, terminé la tesis, me metí en el gimnasio más rancio del barrio y el Santo se consolida en la punta. Entre las bajas, se murió mi querida tía Estela y el gran Saturno, eterno y leal compañero de mi amigo Malacresta.
La muerte nunca nos abandona, una vez pensé que la vida es esto que pasa mientras todos los que están a tu alrededor se van muriendo hasta que el que se muere sos vos.
Pero saliendo un poco de lo estrictamente personal, entre los acontecimientos que se destacaron en Julio, aparece la firma del pacto de mayo.
Finalmente, el oficialismo logró cerrar ese círculo que abrió en marzo y que le permitió ganar tiempo, ocupar la centralidad política y trazar una línea divisoria entre los gobernadores amigos y a los que no se les dará ni si quiera lo que le corresponde, al enemigo ni justicia. No me acuerdo bien de quién es esa frase.
Por haber nacido en esta tierra de la Independencia, la fecha Patria del 9 me pega de manera especial, los tucumanos solemos ser muy orgullosos de nuestra provincia y cuando escuchamos que alguien le dice casita de Tucumán a la Casa Histórica, lo medimos como para darle un ancazo, ancazo quiere decir cabezazo en tucumano y tucumanazo en porteño.
El tucumano usa la cabeza para pelear, la cabeza como un arma y no solo como la carrocería de la cosa que piensa, es la mente apagando su función específica para pasar al acto, frente a otra mente que entre la sorpresa y el golpe no le queda otra que segregar adrenalina, dopamina y cortisol para activar una huida lo más digna posible.
Tucumán es duro.
El acto central fue el 8 de Julio a la medianoche, firmaron casi todos los gobernadores, el gobernador anfitrión no entraba en su felicidad y mantuvo activa su sonrisa durante todo el evento.
La estrategia de la oposición fue novedosa, los actos en contra del gobierno de Milei se dividieron en por lo menos cuatro, en ninguno había más de 100 personas. También es cierto que la policía tucumana se encargó suspender un festival llamado “Ándate al pingo Milei” que prometía una mayor concurrencia. No había necesidad de tanto, esa noche hubo varios detenidos por manifestarse contra el gobierno nacional en un exceso de la provincia por mostrarse alineada al Javiero.
Volviendo a la inevitable programación autorreferencial, me acuerdo de anteriores nueves de julios, cuando nosotros jóvenes militantes idealistas preparábamos nuestras banderas para recibir a Cristina, recuerdo una de esas banderas, era blanca y con letras verdes, decía: “La 125 vuelve”.
La 125 hacía referencia a la famosa resolución que despertó la ira del campo y que para muchos representó después del voto no positivo de Cobos, el nacimiento del kirchnerismo.
A la bandera la perdimos ese mismo día, quedó ahí colgada en el hipódromo. Hoy a la distancia me parece gracioso cuando recuerdo al responsable de los trapos y la logística justificándose: “A la bandera la perdimos entre todos compañeros”
Que boludazos alegres, nosotros chicos universitarios de clase media que nos incorporábamos a la militancia con la idea de hacer la revolución o algo que se le parezca, pelear por cosas como mínimo, no sé, una reforma agraria o la democratización de la justicia.
En esa época los libertarios éramos nosotros, escribíamos con aerosol en las paredes consignas de Bakunin como: “La propiedad es un robo”, “ni dios ni amo”. No éramos los únicos anarco-peronistas, había cierto espíritu de época que nos encontraba a muchos navegando entre las fantasías de la realidad.
Sentíamos que no le debíamos nada al gobierno y lo apoyamos para correrlo por izquierda, pensábamos que el kirchnerismo era apenas un piso y que había que dar la batalla cultural para ir a fondo, por todo, ganar para profundizar era la consigna.
Habíamos inventado una agrupación a la medida de nuestros caprichos, como varios veníamos del anarquismo, el componente libertario no era negociable. Creíamos en la comunidad organizada porque habíamos logrado hacer un sincretismo entre el pensamiento del Príncipe Kropotkin y el del General Perón, de solo pensarlo me da ternura y un poco de cringe como dicen los chicos de ahora.
El partido Justicialista nos parecía un partido liberal que, por lo menos, tenía ese componente folclórico popular que sintonizaba bien con nuestra cultura del aguante e identidad posrolinga.
No conocíamos la palabra rosca. Éramos todo eso que, ahora quizás con razón, se odia desde ambos lados de la grieta: neoprogres sin marco teórico.
Tomábamos mate en un piquete cortando la ruta que va desde Amaicha a Santa María para que no pasen los camiones de la Minera. Anti extractivistas, el primero de agosto celebrábamos la Pachamama y le dábamos de comer a la tierra en agradecimiento, algunos comenzaron a hablar del ecoperonismo. Verdes, siempre verdes.
Jóvenes idealistas con las necesidades básicas satisfechas, insolentes, que nos juramos no entrar a organizaciones nacionales que venían con el contenido empaquetado y mandaban las remeras por encomienda.
Nosotros, que nos habíamos prometido no “vendernos” a una franquicia nacional por unos cuantos contratos, en algún momento, terminamos entrando a La Cámpora. En el medio pasaron muchas cosas, por ejemplo estábamos censando en un barrio humilde de la periferia del Gran San Miguel de Tucumán cuando nos enteramos de la muerte de Néstor. La gente estaba triste, la tele prendida, la mirada esquiva, la voz amable, bajita, era como encuestar en el medio de un velorio.
Todo esto lo escribo así como me va llegando. No he podido analizar la coyuntura, o mejor dicho, la coyuntura comenzó a desbordarme. No se puede absorber tanta realidad junta.
La historia no se detiene, nuestro último acto como Juventud Justicialista Libertaria fue el de Unidos y Organizados en Vélez. CFK ya para ese entonces era la jefa y al final del acto levantó dos brazos, el de Emilio Pérsico y el de Andrés Larroque, había que tomar una decisión. Ya en ese entonces, entre la compañerada estaba sedimentada la idea de tomar al Estado como trinchera, defenderlo desde adentro, con oficina y presupuesto. El militante se comenzó a convertir en un funcionario aspiracional.
Cuando entramos a la “orga”, la mitad de nuestros compañeros dejaron de militar para siempre, sobre todos los chicos del secundario, eso fue triste y me sentí un poco responsable por haberlos dejado al costado del camino.
Después de un tiempo, nosotros que veíamos mal a la JP la terminamos conduciendo. Ya para ese entonces hablábamos del kirchnerismo bobo y de la necesidad de que La Cámpora deje de existir, su estructura se asimilaba a la administración general de un cementerio de sueños, siempre había algún comisario político dispuesto a ejecutar órdenes absurdas. Conocí gente muy valiosa a la que todavía quiero pero, como lógica de organización y construcción de poder, siempre tuvo una luz muy corta.
Después de la derrota de Scioli, hicimos en el PJ una campaña de afiliación masiva para que Massa no tome el partido, ese era nuestro miedo. Massa y Macri paseaban juntos en Davos y corría el rumor de que podía usurpar el partido.
Quién iba a pensar que el candidato por el que militamos terminaría siendo funcionario de Milei y al que le teníamos miedo fue al que militamos un tiempo después.
Viene a cuento la referencia a esa JP porque en aquel Bicentenario de la Independencia firmamos esta proclama en la Casa Histórica:
Patria o Macri
La Independencia no es un acto protocolar, no es la pantomima del presidente firmando un acta en la casa histórica, no es la cínica celebración de los sirvientes del Poder económico, mucho menos de estos mismos que pusieron en marcha una nueva etapa de entrega del país, que abrieron las puertas del saqueo colonial, que atan el destino de la Patria a los intereses del imperio.
Ansiosos por regalarnos como alfombra al desfile del poder financiero, por ser bendecidos como periferia de los centros de poder global, por subordinar nuestros anhelos a los mezquinos esquemas de productividad y concentración de riquezas del primer mundo, no será este elenco genuflexo quien pueda brindar homenaje al espíritu libertario de nuestras gestas más gloriosas.
Al margen de la agenda oficial, de los fuegos artificiales, de la fiesta calculada por el vallado de contención y los operativos de seguridad, de la prepotencia revanchista y del blindaje mediático, revienta un globo por cada despido, por cada derecho arrebatado, por cada decreto necesariamente urgente para que el señor Mercado se haga con el control del Estado, por cada voz que se silencia, por cada día que pasa sin que salga el sol para un preso político.
Nos los representantes de la Grieta irreverente que hace 200 años pusieron fin a la Colonia, venimos a declarar que no queremos pedir perdón a Repsol por YPF, ni a Fernando séptimo por Monteagudo, ni a Braden por Perón, ni al Plan Cóndor por la Subversión, ni a los Buitres, las AFJP, el FMI, ETC.
La salvaje indiada, la barbarie criolla, los cabecitas, los mismos incorregibles que vuelven una y otra vez a luchar como sinónimo de vivir, a alterar la paz artificial de la sumisión, el saqueo y el colonialismo. No pedimos perdón por desobedecer las órdenes del puerto dictadas costa afuera, no pedimos perdón por no saber vivir de rodillas, porque «Nuestra Patria dejará de ser Colonia o la Bandera flameara sobre sus ruinas»
Pueblo Vence!
Juventud Peronista Tucumán, 9 de julio de 2016
Hoy veo que el peronismo se debate entre dos grandes ramas, una que todavía cree que CFK tiene que conducir y otra que piensa que es imprescindible que se corra y deje el espacio para que surja algo nuevo.
Dentro de esta segunda posición están los que ven en Moreno y su nacionalismo paladar negro un horizonte para recuperar un poco del sentido perdido. Moreno tiene el mérito de haber advertido desde el minuto cero el error de CFK en elegir a un socialdemócrata como Alberto Fernández.
Por otro lado están los que creen que la opción es Axel, sin duda Axel es de los mejores cuadros que tenemos pero no le será nada fácil sortear el desgaste de ser gobernador y candidato de la oposición al mismo tiempo.
La opción peronismo de Córdoba hace rato que se muestra como una tercera vía. Tienen el mérito de no haber llegado nunca, todos merecen tener la oportunidad de fracasar.
Por mi parte, no compro ese nacionalismo chauvinista que está de moda en tuiter. La dignidad del hombre, cualquiera sea su origen, es el punto de partida de toda la doctrina peronista, justamente una de las grandes batallas que estamos perdiendo es la de empatizar con el otro, cualquiera sea ese otro.
El peronismo es un humanismo, ni más que nadie, ni menos que ninguno.
PD: Esta vuelta las fotos las saqué de mi carrete.
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